Capítulo #129

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31 de Diciembre.

Diego Ferrer

Mis tíos y primos siguen en su viaje familiar. Mi papá... bueno, sabrá Dios dónde esté, posiblemente en otro de sus viajes de “negocios”. Mi abuela no celebra estas fechas. Terminé con Alexis y mis únicos amigos son hermanos de él, lo que quiere decir que estar con ellos implicaría estar con él. Lo único bueno fue que mi mamá me dijo que este año sí estaría conmigo y recibiríamos el año juntos, así que eso me tenía sumamente feliz.

Este año me he propuesto a mejorar como persona, buscar un trabajo, arreglar mi departamento, hacer ejercicio, comer sano y seguir estudiando. Llegó el momento de independizarme al fin y de mejorar mi vida, esté o no Alexis en ella.

No he hablado con él en toda la semana. Él no me ha buscado y, sinceramente yo no quiero hacerlo. Pensé que iba a estar mal al ya no verlo y no saber de él, pero no, de hecho estaba bien, me dolía, pero era un dolor soportable.

De no ser porque he ido a visitar al pequeño Santi al orfanato, me hundiría. Él, su sonrisa, su ternura y su inocencia hacían que mi día, de ser triste, pasara a ser muy alegre.

Estaba limpiando mi departamento para recibir a mi mamá porque la cena sería ahí. En eso escuché mi celular sonar, así que dejé de hacer lo que estaba haciendo y fui a contestar, era mi mamá.

—Mami, hola —dije alegre.

—Hola, mi amor, ¿cómo estás?

—Bien, muy bien. ¿Ya estás en México, mamá? Porque yo ya limpié y ordené el departamento para pasarla aquí juntos.

—Mi amor, por eso justo te llamo... no podré estar contigo.

Quité mi sonrisa.

—Pero tú me lo prometiste, mamá.

—Sí, lo sé, Diego, pero se complicó. Me llamaron de Italia, parece que hay una cirugía muy importante que tengo qué hacer. Tengo qué viajar hoy mismo.

—¿Y no le pueden llamar a otro cirujano? ¿Por qué tú, mamá? —mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

—Tú sabes que así es esto, Diego, los cirujanos siempre tenemos qué estar para cuando nos llamen. Además, habrá una rueda de prensa después, es muy importante.

—Claro... siempre —rodé los ojos.

—Sé que estás molesto porque yo dije que estaría contigo, pero ya eres grande, lo entiendes, ¿verdad?

—Sí, mamá, no te preocupes —lloraba, pero no alto.

—Te amo. Y feliz año, tesoro.

—Y yo a ti, mamá. Igual, feliz año. Suerte en tu cirugía —colgué la llamada y dejé el celular en la mesa. Me senté en el sillón y empecé a llorar más fuerte—. Solo... Otra vez solo... —miré el techo y luego cerré mis ojos, dejando salir unas lágrimas más.
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Era de noche cuando Armando estaba llegando de su trabajo, eran exactamente las 7:30pm. Estaba a punto de entrar a su casa, cuando escuchó una voz conocida detras de él.

—Hola, Armando.

Volteó.

—Hola... ¿Qué haces aquí, Benjamín?

—La verdad no tengo idea. Estaba caminando y, no sé cómo, pero llegué aquí.

—¿Caminabas por pura casualidad a la dirección en donde vivo? —frunció las cejas.

Contigo quiero enfrentar al mundo entero (Libro #2)©✔Where stories live. Discover now