Capítulo #94

11 2 0
                                    

Diego Ferrer

Al llegar a la universidad me encontré con Alexander.

—Qué onda —me saludó de puño—. ¿Por qué no fuiste al depa?

—¿Ahora es “al depa”? ¿No es “a tu depa”?

—No, porque no es mío.

Rodé los ojos y reí.

—Bueno, sé a lo que te refieres, Diego, pero lo digo así porque pues ahora vivo ahí, no porque crea que también es mío, sé que no.

—Tranquilo, Alex, solo bromeaba  —volví a reír—. Y no fui porque fui con mi mamá y mi abuela.

—Siempre vas a allá.

—¿Me vas a controlar las salidas ahora? Ni cuando andábamos te ponías así —reí.

—Solo decía —dijo riendo.

—Diego... —era la voz de Fernando detrás de mí.

Me giré para verlo.

—¿Podemos hablar?

—Sí, claro —asentí.

—Andaré por allá —se fue Alexander.

—¿Qué me quieres decir? —le pregunté.

—Ya no hablamos de eso ayer, pero neta quiero pedirte una disculpa por hablarte cómo lo hice, no estuvo bien.

—Descuida, todo está bien, no fue nada —le sonreí.

—Te dije cosas bien feas.

—Pero ya pasó, Fer. Somos primos, somos amigos, somos hermanos, nos queremos, nada cambiará eso.

—Neta que gracias... Estaba pensando que ya no querrías saber de mí.

—¿Cómo crees eso? Si yo te adoro —le sonreí—. La vida no me dio hermanos ni hermanas, pero los tengo a ti y a Andrea.

—Ella te dijo idiota e insultó y empujó a tu novio.

—Pero es mi prima, la adoro, al igual que a ti, sin importar cuantas veces discutamos entre nosotros.

Me sonrió.

—Por eso te quiero, primo, neta.

—Solo quiero saber algo.

Asintió.

—Dime.

—¿Sí crees todo eso que dijiste sobre mí? ¿En verdad crees que soy más guapo, que me creo mejor que tú y que siempre te quito a quien te gusta?

Agachó la cabeza.

—No lo haces intencionalmente, lo sé, pero... siempre me he sentido inferior a ti.

—¿Por qué, Fer? Si yo nunca he querido eso, nunca competiría contigo. Si por eso antes de andar con alguien, siempre te preguntaba si te molestaba.

—Lo sé, pero así me he sentido yo. Solo mirate, Diego —volvió a verme—, eres guapo, alto, atlético, de piel blanca, de ojos color miel, tu cabello es perfecto, tu dentadura es perfecta, tu rostro no tiene imperfecciones, etcétera, etcétera, etcétera. Ahora mirame a mí —se señaló—, no soy tan alto, estoy flaco, soy moreno, mis ojos son de color normal, mi cabello es un asco y mi rostro más, estoy feo comparado contigo. Siempre que decía que eras mi primo, la gente me preguntaba: «¿En serio? Si no se parecen en nada», no tienes idea de lo ojete que eso se sentía. Cuando me preguntabas si me molestaba que anduvieras con alguna que a mí me gustaba, te decía que no, que todo estaba bien, pero no lo estaba, yo te decía eso porque sabía que contigo no podía competir, no solo porque eres mi primo, sino porque no tenía caso, todas te iban a elegir a ti.

Contigo quiero enfrentar al mundo entero (Libro #2)©✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora