39: La ex de mi ex🎮✔

80 16 10
                                    


Me quedo observando como las nubes rosadas tapan y destapan al nochero que siempre se posa en lo alto del cielo, ya es bastante tarde de la noche y me quedaré a dormir en casa de Maicol, mi madre no está muy de acuerdo con la idea, pero tampoco es...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me quedo observando como las nubes rosadas tapan y destapan al nochero que siempre se posa en lo alto del cielo, ya es bastante tarde de la noche y me quedaré a dormir en casa de Maicol, mi madre no está muy de acuerdo con la idea, pero tampoco es como que le haya dado muchas opciones.

No podía quedarme en casa y que mis hermanos me escucharan gimotear toda la noche, mientras los pocos recuerdos que tengo en común con Eron deciden torturarme. La nocividad de lo que siento me lastima, hace que quiera dormir y no volver a despertar nunca más.

He llegado a la casa de Maicol hace una hora, nos encontramos solos en su habitación. Mi mejor amigo juega en su Nintendo, mientras me cuenta todo el rollo de Paola y Eron, hace varios días que Maicol y ella terminaron, Paola solo dijo que estaba hablando más a menudo con su ex y que quizás no sea justo seguir con Maicol hasta que no explorara esa posibilidad.

He visto a esa chica pocas veces, pero sé con toda certeza que Maicol está sufriendo por su culpa, así que me agrada menos, eso con el añadido de que el chico que me gusta es muy probable que esté jugando con ella y conmigo.

— Deberíamos inscribirnos en la competencia de natación que se aproxima —me escucho decir, mientras dibujo un corazón en el cristal empañado de la ventana.

— ¿Es enserio? Hace meses que no participas en unas estatales —Maicol deja la Nintendo y me presta toda su atención.

— Lo sé, he tenido muchas cosas últimamente —intento sonreír cuando lo observo —, pero ya estoy listo para volver a nadar en competencias reales.

— Es muy bueno, recuerda que debemos posicionarnos en las vistas de los expertos en natación, mientras más trofeos y medallas tengamos, es más probable que entremos a la misma universidad, en el mismo plan de estudios.

Los señores Ozuna no quieren que Maicol vaya a la universidad y se enfoque en natación, ellos tienen toda la confianza en que su hijo pertenezca al sector empresarial o algo similar. La señora Ozuna es asiática, por lo que es bastante estricta referente a todo lo que se refiere a los estudios de su hijo, mientras que el señor Ozuna es latino, estoy muy seguro que él no se mostraría reticente sobre que su hijo se enfoque en un deporte, claro, si el deporte fuera algo como futbol... ya saben, el típico cliché de que los latinos son buenos en deporte y que si consigues que te firmen, podrías ganar una pasta que te cagas, fama que espante y conseguirte una supermodelo a lo tipo Kylie Jenner.

A diferencia de mí, que soy mitad dominicano y mitad estadounidense, Maicol es mitad argentino y mitad libanes. Maicol tiene como meta ganar todos los trofeos y medallas que pueda, tanto en competencias escolares como estatales, para así poder conseguir una beca atlética que le permita desprenderse del yugo de sus padres. A simple vista Maicol es el típico chico de vida promedio al que no le falta nada, pero tampoco le sobra, ese que sus padres le dan todo lo que quiere porque es hijo único. Normalmente la gente lo ve como una persona retraída, pero sé que es bastante astuto cuando se lo propone.

— He llegado —grita Daniela, cuando entra por la puerta con bolsas de KFC.

— ¡Por fin! —dice Maicol, volviendo a sus videojuegos —, creí que me quedaría todo el rato a solas con este pesado.

— Vamos, no estábamos tan mal —bromeo, desearía poder decirle a Maicol lo que me pone triste.

— Creo que tú mamá quería que la ayudaras con algo en el garaje —Daniela le dice a Maicol.

Nuestro amigo arquea una ceja, agranda sus achinados ojos lo más que puede y luego sale pataleando, zarandeando los brazos a cada lado. Daniela me abraza fuerte cuando nos encontramos solos.

— Y-yo... —me echo a llorar, pero mi mejor amiga me limpia las lágrimas —, soy un idiota, Dani.

— No lo eres, ¿me cuentas lo que ha pasado? —nos sentamos sobre la manta con miles de controles de consola estampados en ella —, a Maicol le tomará unos minutos encontrar a su madre, realmente no está en el garaje, está en el ático.

Ambos nos reímos, le cuento todo a Daniela, desde mis sentimientos por el primo de Candace, hasta la escena que tuvimos en el pasillo y la segunda escena que él protagonizó minutos más tarde. Sé que estuvo mal que fuera a reclamarle cosas, me odio en estos momentos por haberme mostrado tan frágil y mendigar su amor, porque siempre estuve engañándome, me enamoré de un chico hetero que ni en sus sueños más lejanos podría amarme. Mi cabeza me juega jugadas que hacen que me frustre, mi corazón anhela volver a ser como éramos en Mundo Virtual, antes de que mis sentimientos por él crecieran tanto hasta el punto de arruinarlo todo.

— No te culpes, tampoco te arrepientas —Daniela busca mis pies con los suyos —, lo que hiciste estuvo demasiado bien, validaste tus sentimientos y necesitabas darle un ultimátum a ese chico...

— Pero ya no lo volveré a ver más —murmuro, justo cuando mis ojos vuelven a llenarse.

— Deja de ser bobo, Ares —me golpea levemente en la frente —, viven en el mismo edificio, en el mismo pasillo, obviamente se volverán a encontrar.

— Pero duramos años sin coincidir.

— Seguro que lo hacían, solo que no se querían observar, solo se veían.

— Me duele que esté al otro lado del pasillo, ahora mismo me estoy conteniendo para no ir y tocar su puerta, con la esperanza de que esté al otro lado, ¿soy un tonto? Creo que más que un tonto, en definitiva, me he vuelto loco...

— No lo eres, somos adolescentes que nos enamoramos y pensamos que será el fin del mundo, ¿recuerdas a Abdel? Me contaste que cuando te rechazó creías que el mundo se te vendría abajo y luego lo veías por los pasillos y no significaba nada para ti.

La mención a Abdel hace que el corazón se me apachurre. Últimamente he estado ignorando todos sus mensajes por el asunto con Eron, no podría decir que soy mejor que Paola. La cosa es que Abdel es muy bueno, tanto que me odio por no poder sentir lo mismo que él. Solo me limito a responder sus mensajes de vez en cuando.

— No entiendo porque los chicos gais como yo, tenemos que enamorarnos de chicos heteros como él.

Me asusto cuando escucho que la puerta se abre, Maicol aparece con tela de araña enredada en el cabello y polvo en el pijama de Mario Bro.

— Mi mamá no estaba en el garaje —se queja, lanzando miradas envenenadas a Daniela —, he tenido que andar la casa entera buscándola, ¡estaba en el ático!

— Garaje, ático, es la misma cosa, ¿no? —la chica pone esos ojos de cachorrito que pocas veces usa, pero que nunca fallan.

— Vale, quiero devorar tres muslos de pollo antes de tener esta conversación —se lanza por las bolsas a una esquina de la cama.

Daniela me guiña un ojo cuando nuestro amigo se enfrasca en comer todo lo que puede, aun cuando le comento a la chica mi idea de que participemos en la competencia de natación y ella se alegra demasiado, Maicol parece retraído, como si estuviera pensando demasiadas cosas en estos momentos.

Daniela y yo comemos, ella teclea algunos mensajes e intento ver a quien escribe tanto. Distingo que se habla con Candace, la prima de Eron y decido que no quiero saber más.

Maicol teclea en su teléfono y sale de la habitación sin disculparse, lo escucho saludar unos segundos después.

— Está raro, ¿no? —ambos nos miramos.

— ¿Crees que haya escuchado algo de lo que dije?

— Oye, es Maicol... hubiera montado una escena o algo similar.

— Eso es lo que me da más miedo, la forma en la que pueda reaccionar si lo sabe.

— Déjalo estar, seguro que solo estaba así porque tenía tres minutos sin hablar con la novia.

— Vale.

Mundo VirtualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora