40: Disculpas🎮✔

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Mientras camino, observo los inmensos edificios a mi alrededor y me entran muchas cosas absurdas en la cabeza. Es un nuevo día y todo el drama con Ares sigue siendo protagónico en mi vida, intento dejarlo un poco de lado hasta que nos volvamos a encontrar, pero mi mente no para de maquinar cientos de escenarios en los que se podría dar esa conversación.

Ares me ha bloqueado de WhatsApp, sé que podría llamarlo y decirle que me desbloquee porque necesitamos hablar, sin embargo, lo más conveniente es tener una conversación personal. He sido cobarde por mucho tiempo, pero ya es el momento de enfrentar las cosas y por eso es por lo que entro a esta pastelería en la que me espera la chica sentada en el asiento que se encuentra más retirado de los demás.

Me acerco, ella gira y me sonríe.

— Pensé que me dejarías plantada —Paola se pone de pie, me abraza y besa en la mejilla.

— Sabes que no es mi estilo —respondo, me siento y noto que ella ha pedido por mí.

— Costumbres...

— Manías.

Sé que Paola y yo tenemos una historia turbulenta, me odio por lo que la hice pasar, era un chiquillo inmaduro, celoso e impulsivo... ni siquiera entiendo como pude ser así, mis padres siempre fueron unidos, se esforzaban para que yo pudiera ver patrones sanos de lo que debía ser una relación, pero al final los hijos toman el camino que deciden.

La conversación fluye durante una hora, ella me cuenta que pronto volverá a la universidad. Sigo en espera de la confirmación de las universidades a las que he optado.

Ya no me intimida salir, eso no quiere decir que de vez en cuando no salga con un suéter con capucha y me cubra el rostro para que las personas no vean mis cicatrices, pero está mejor que vivir encerrado observando las cuatro paredes que forman mi habitación.

— Adelante —deja reposar su barbilla sobre sus manos —, sé que quieres hablarlo.

— Pao...

— No, está bien —por sus ojos pasa una especie de sentimiento al que no logro ponerle nombre —, puedes decir que es mi culpa.

— No es lo que quiero decir para nada, al contrario.

— Eron —suspira, se toma un buen tiempo en continuar, quizás tratando de buscar las palabras correctas —, cuando estaba allí, mientras tú me mirabas y decías que me amabas, yo solo podía pensar en que no quería decir mi último te amo a una persona la cual me había maltratado física y verbalmente. Si, me sentía mal porque estabas siendo sincero... pero si hubiera dicho que te amaba, yo no lo hubiera sido.

— Lo siento, Paola —me muerdo el labio inferior, hasta creer que sangra —, pensé que uno de esos días llamarías, todavía duele que no lo hayas hecho... ni siquiera para mi cumpleaños.

— Intenté hacerlo miles de veces, pero siempre llegaban a mi cabeza esos recuerdos de cuando te sentías celoso y me tomabas aun cuando no quería o cuando hacías cosas peores que violarme... sé que también soy responsable de permitir que todo ello pasara por mucho tiempo, y me dolía imaginarte allí ahogándote en tus pensamientos, mirando el reloj y contando los segundos en espera de que te llamara.

— Y yo no estaba en tus planes.

— Es difícil de decir.

Nos observamos por unos segundos, su barbilla sigue debajo de sus manos y sus labios sellados, pero esos ojos... los ojos de Paola siempre han sido un espejo y me duele no poder haberlos leído mientras le hacía daño.

— Desearía haber muerto en el accidente —concluyo.

— Eso hubiera sido demasiado fácil, ¿no?

— Morí, Paola. Todo ese tiempo en el que salías con mis amigos y se emborrachaban y drogaban... todo ese tiempo en el que te diste la oportunidad de conocer al chavo ese....

— Te amo, Eron —me silencia —, pero cuando desperté aquella mañana y me dijeron que los dos habíamos sobrevivido, supe que Dios nos había enviado un mensaje claro, merecíamos vivir, pero no estar juntos. Le pedí a mis padres que me cambiaran de hospital, se los supliqué... sabía que, si te hubiera visto, aunque sea de lejos, nunca habríamos tenido este espacio para ser personas diferentes.

— Has cambiado —respondo, supongo que en mi rostro también se dibuja una sonrisa.

— Tú también.

— Claro —acaricio una de mis cicatrices —, soy mucho más feo.

— El accidente nos cambió a ambos.

— Pero yo soy quién lleva las cicatrices.

— Ju —Paola se pone de pies —, solo las muestras, pero tú y yo compartimos algo que pocas personas, la misma historia... ambos vimos la muerte y sobrevivimos para ver el próximo día.

Hace silencio y sube su blusa hasta la altura de sus senos, dejando ver una cicatriz horrible por sobre sus costillas. Puedo notar que la herida no fue superficial como las mías, en algunas partes la herida de Paola no ha cicatrizado, luego se gira y es como si hubieran intentado cortarla en dos.

— Y-Yo... Dios, me siento como un estúpido por no haber llamado —me golpeo la frente varias veces —. Fui tan egoísta al creer que la única persona perjudicada fui yo.

— Te perdoné en el mismo momento en el que me perdoné yo.

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