14: Daniela🎮✔

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La clase de literatura pasa sin pena ni gloria, al parecer Ares supuestamente se enfermó y no pudo venir a clases, cabe destacar que ese supuestamente es porque estoy segurísima de que una de sus hermanas llamó a dirección para excusarlo porque él...

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La clase de literatura pasa sin pena ni gloria, al parecer Ares supuestamente se enfermó y no pudo venir a clases, cabe destacar que ese supuestamente es porque estoy segurísima de que una de sus hermanas llamó a dirección para excusarlo porque él ha decido pasarse el día jugando en Mundo Virtual. Trato de no dejar escapar ningún apunte para que no se desoriente en las próximas clases, corro hasta la biblioteca a entregar el libro antes de que se venza el plazo y me multen o lo que sea que hagan, nunca me retraso con las entregas. Espero a que la tortuga de la bibliotecaria termine de buscar algunos documentos, me impaciento porque quedan dos minutos para el plazo y después de casi perder todo el cabello tras maltratar mis cutículas con los dientes, la mujer toma el libro en mano.

— Eras un manojo de nervios —sonríe un chico detrás de mí —. Fue divertido verte devorar esas uñas.

— Calla, Batich.

Por algún motivo que escapa de mi entendimiento y razón, me gusta llamar a las personas por su primer apellido, menos a Ares, es que su nombre es perfecto. Además, llamarle Williams sería algo bastante insípido, no me gustan las cosas minimalistas a menos que las lleve puestas yo. En fin, el nombre de Batich es Abdel, porque es árabe o algo así, ni idea, solo tengo conocimiento de que no es estadounidense y que su familia tiene una religión bastante estricta. Ares me comentó hace tiempo que una vez él y Batich fueron algo así como amigos antes de que el arrendador del edificio donde residen decidiera facilitarle un hogar, para ese entonces no lo conocía, siempre habíamos sido Maicol y yo. No soy del tipo de chicas que le gusta rodearse de otras mujeres, prefiero la honesta compañía de hombres, que no intenten ligar, claro está.

Me pasa constantemente eso de estar hablando con un chico de manera animada y de repente este se abalanza sobre mí porque cree que le estoy dando cabida, para mi suerte mi padre me enseñó a dar buenos golpes y nadie me besa sin que yo lo consienta: ni siquiera entiendo el gusto que tienen las personas por besar a otras, se transmiten cientos de miles de gérmenes y virus cuando dos bocas entran en contacto, se siente asqueroso cuando otra lengua se adentra en la tuya o cuando el muy pervertido intenta tocarte un seno o el trasero. En fin, solo me han besado una sola vez en mi vida: encerrados en un closet, jugando Tres minutos en el cielo y lo cierto es que, si a eso se le llama cielo, prefiero arder en el infierno y que me perdonen mis padres.

Al salir de la biblioteca noto que Batich aún está siguiéndome el paso, me giro por completo y frena para no chocar conmigo. Enarco una ceja, me cruzo de brazos.

— ¿Tienes que decirme algo, Batich? —observo su piel color olivo, tan brillante que lo imagino cada día bañándose en aceites para asistir a las clases.

— Solo quería acompañarte a casa —dice, curvando sus delgados labios en una sonrisa tímida.

Él no es tímido, ni siquiera le intimidan las personas. Participa en los torneos de lacrosse de la institución, es un excelente expositor y sus padres lo presionan bastante para que pueda abrirse camino en el mundo, a pesar de ser de una minoría maltratada en la sociedad. No lo sé, todos siempre hablan de que los afroamericanos, los hindúes, las vidas negras y demás, son cosas que no tengo que vivir porque soy una chica blanca de una familia de clase media. Tengo amigos de color, personas que adoro y ciertamente no logro discernir entre ellos y cualquier persona.

Maicol es de razas mezcladas, su padre es argentino y su madre me parece que libanesa. No sé, Estados Unidos es el lugar donde encuentras todo lo que puedas imaginar.

— Oye —hago ademanes con las manos sin percatarme, hasta que ya es demasiado tarde para detenerlos —, eres guay y todo eso, pero no necesito un malote como escolta.

Sigo mi camino para darme cuenta de que aún está detrás de mí como un perrito imperativo.

— ¡¿Sabes si Ares está bien?! Escuché que está enfermo y por eso no ha venido a clases hoy —cuestiona cuando giro en el pasillo próximo.

— Te aseguro que esta de maravilla, no deberías preocuparte por personas con las cuales ni siquiera pasas saludos —por fin deja de perseguirme.

Batich es súper raro, creo que en todo el tiempo que llevo asistiendo a esta escuela, nunca he visto que entre él y Ares haya más que mirada que siempre termina por poner de malhumor a mi mejor amigo. Siempre he pensado que se gustan o al menos que Ares gusta de Batich, cosa que sería de lo más normal, o sea, es guapo, alto, atlético y siempre huele a rocío de verano. Aunque no sé cómo coño huele exactamente el rocío de verano, pero seguro que lo hace bien.

Tengo que tomar dos bus durante los últimos cuarenta y cinco minutos para llegar al edificio de Ares, el autobús escolar me hubiera retrasado así que decidí hacer mi propio recorrido. Saludo al portero, me adentro en los ascensores y unos cuantos minutos después estoy tocando la puerta con insistencia, Elroy, el hermano mayor de Ares abre la puerta con expresión agria, pero se relaja al darse cuenta que soy yo. Me invita a pasar, pero antes escucho que se abre una puerta a unos metros de donde estoy detenida y sale una chica subida en unos tacones de aguja de algunos veinte centímetros, con una cabellera tan roja como la de Clary en Cazadores de sombras. Antes de que pueda seguir apreciándola, me adentro en el apartamento de mi amigo.

— ¿Buscas a Deion? —me cuestiona, tras cerrar la puerta.

— E-Eh... si, eso. Busco a Ares —afirmo, tras tartamudear como una mensa.

Elroy a diferencia de su hermano, es muy... muy exótico, esa sería la palabra. Es un chico de piel oscurita, no tanto como Ares, pero mucho más que la mía. Sus rasgos faciales son bastantes alargados y pronunciados: labios finos y amplios, pómulos planos y alargados haciéndole lucir una barbilla ovalada, lleva una barba insípida que denota un poco más de edad de la que en realidad tiene, pero diría que lo que más llama la atención de Elroy después de su cuerpo trabajado a la perfección y ese aire de niño inocente, son sus ojos de un azul tan vivaz que se antepone a todo rasgo físico suyo. Unos ojos que descambian tanto como se complementan a él.

Sin decir más me hace señas para que lo siga, guiándome hasta la habitación que comparten los chicos Williams. Entro a la pequeña habitación donde encuentro una litera para los hermanos mayores y la pequeña cama de mi amigo, él reposa allí como si estuviera dormido, pero sé perfectamente que está pasando tiempo en Mundo Virtual, últimamente ha estado más de la cuenta allí. Pulso el parche en su cuello, arrastro una silla de madera para sentarme y pronto Ares se despierta de la ilusión con una sorpresa genuina dibujada en el rostro. Supongo que María, su madre, no está al tanto de que su hijo se ha escaqueado de clases para pasarse el día vagueando en casa.

— Eres una imprudente —me reclama al darse cuenta de mi presencia —. Estaba en algo.

— Ajam, lo que no estás es enfermo —añado, sacando los apuntes para que los traspase mientras hablamos o les tome una foto, como quiera —. Batich me preguntó por tu salud hoy, fue el único, Maicol últimamente no se entera de nada.

— ¿Batitch? ¿Te refieres a Abdel Batich?

— Si, ¿Qué pasa entre ustedes dos? ¿Tienen una relación secreta de la cual no estoy enterrada o algo así?

— Es una larga historia —comenta, tras suspirar como un tonto enamorado.

Si no fuera porque Ares es de esas personas que no guardan secretos, obviando el hecho de su sexualidad, diría que ciertamente está enamorado de Abdel, quizás no de él exactamente, pero está enamorado y eso es algo que en estos momentos no quiero saber. Mis dos amigos andan volando con arcos y fechas en una nube. Es increíble que con tan solo diecisiete años ya sea la solterona del grupo.

Pero tampoco me agobia tanto, simplemente dejo que las cosas fluyan. Pronto decido marcharme a casa y al pasar por el pasillo mi vista se fija en la puerta donde anteriormente estaba la pelirroja, Ares nunca me había hablado de que en su edificio viven personas de nuestra edad. Vamos, que solo dice que residen gente que odian hablar o ser visto, algunas veces ha bromeado con lo de que es una residencia para vampiros vegetarianos asociales que odian la vida, pero él es así, bastante locuaz.

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