Capitulo Ⅱ

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Alessandra Joseph.

-Realmente, recuerdo que después de, el trabajo a menudo corría a casa (casi siempre), en cuanto el autobús me dejaba. Se reían de mi porque debía de correr tan deprisa, como si algo me esperara. Quería asegurarme de que mi hermana no había acabado con su vida mientras yo estaba en instituto.

-Son para débiles. -Mustio.

-Un día falte al trabajo. -Pauso. -Una semana después volví. -Se acomodo el mechón de su cabello. -Ese día, cuando el autobús me dejo ya no corrí más.

-Dios. -Dejo de parlotear y miro su expresión de mi hermana en sus ojos. -Lo siento.

-No tengas cuidado, a veces es difícil entender a la gente que lo hace.

Pegue un respingo, no sabía quién era, pero parecía Juliet.

Quizás no era una solución tan concreta dentro de mi entorno si llegaba a tomar esa decisión. Me había quedado dormida en el césped con el niño armando su rompecabezas a mi lado. Adentro, aquella casa pequeña que permanecía llena con gente que se sentía vacía.

Aun sueño con la casa anterior, donde el recuero de papa revivía una y otra vez.

Parecía un corte cinematográfico, algunas cosas grises con dificultades de recordar al siguiente día.

Note la silueta de mama observándonos desde adentro de la casa. - ¿Vas a comer? -Mama se quedó debajo del marco de la cocina. -Trae al niño. -Me levante, todo mi cuerpo se venía abajo, mis ojos entre abiertos podían irse, el niño me tomo de la mano y me guio adentro. - ¿Qué te pasa?. -Arrimo la silla.

-Estoy bien. - Sujete mi cabeza con la palma de mis manos, mi cabeza no dejaba de dar vueltas, de escuchar a lo lejos todo el bullicio que había, incluso hasta los sonidos más pequeños. - ¿Te ayudo en algo? -Voltee a mirarla, su rostro se veía aterrado por verme en ese estado.

- ¿Qué está pasando?

-No es nada. -Me levante y le bese su mejilla. - No te preocupes. -Tome un vaso de agua y me quede mirando la nada.

La casa normalmente estaba llena de ruido, a pesar de que nos hallamos mudado desde hace años aquí, seguía sintiéndose vacía, como si algo que no se quisiera evitar fuese el silencio. Mama consecutivamente intentaba mantener la casa cálida, con ruido no importaba si pareciera una casa de locos. Simplemente lo hacía.

Quizás nunca la entenderé en ese aspecto, ella siempre intento no tener silencio para no recordarlo. A veces es necesario tener ruido para no caer en algo que probablemente va a doler.

-Ale. -Sonrío. -No creí que estuvieses.

-Estaba afuera con Beto. -Lave mis manos en el lavabo y salí de la cocina.

- ¿Harás algo este fin?

-Probablemente hundirme en la depresión por algún libro ¿Por qué?

- ¿Quisieras ir con nosotros a tomar algo a la plaza?

- ¿Ustedes?

-Ya sabes, familia.

-Ah, familia. -Intente ocultar mi risita. - ¿Debería llevar cascos y un libro?

-Deberías llevar contigo tu empatía y tu lado extrovertido, probablemente ya hasta se te oxido.

-O probablemente no exista. -Sonreí a medias.

-Me gusta verte sonreír.

-A mi no. -Subí por la escalera. -Te avisare.

-No lo pienses tanto, solo saldrás con tu familia no con tu peor enemigo.

-Casi casi. -Cerré la puerta de mi pieza. -Dios, eso fue demasiado. -Sonreí, abrí el blog, mi vida estaba pasando tan rápido que sentía que el tiempo no me iba a alcanzar para todo lo que tenia en mente, pronto cumpliría dieciocho y aun no llevaba ni la mitad.

Querido: Gustavo Cerati.

El arte no te da la posibilidad de mentir, ni de imaginar algo que suene tan fácil y resulte un desastre.

Esto apesta. -Bufe. - ¿Cómo se supone que lidiaría al salir con todos juntos? Debería estar loca para aceptar ir...

- ¿Ale? .-Mama llamo a la puerta.

-Pasa. -Sonreí mientras me levantaba del suelo.

- ¿Qué haces? -Reviso la habitación con su mirada.- ¿Salimos a dar una vuelta?

-Escribiendo. - Cerré el blog y me puse las pantuflas. - ¿A dónde iremos?

-Por allí.-Ella parecía estar en otro lugar, solo podía mirar sus ojos miel brillando, pero a la vez tan disociada. -Ale. -Regreso. - Tu papa estaría orgulloso de ti. -Me beso la frente. -Verte en lo que te has convertido me hace sentir afortunada. -Me miro desde las pantuflas de kuromi hasta el cabello desordenado. -Aunque para mi sigues siendo mi niñita. -Beso mi mejilla, permanecí en sus brazos por algunos minutos.

- ¿Cuál fue tu mayor efecto mariposa?

-¿Mi mayor que?

-Si, ¿Has escuchado oir de ello?.-La mire.

-No, pero igual supongo que no.

-Es una secuencia interminable de los hechos, aparentemente desencadenados entre si, acaban por tener consecuencias completamente impredecibles.-Suspire.- Un ejemplo es cuando no hiciste algo y terminaste hasta donde estas ahora.

-Huhm.

-¿Entendiste?

-Si, pero no creo que..-Pauso.-Bueno si.

-Yo tuve muchos. -Sonreí.-Asi que no pasa nada si tu tienes uno.

-Si tan solo le hubiera dicho a mi papa que quería ser maestra el que ya tenía una plaza como maestra. - Relamió sus labios. -Yo no me hubiera casado ni siquiera se me hubiese ocurrido salirme de mi casa asi.

-Conseguir una plaza ahora es una ostia.

-Igual, soy feliz con mis hijos ahora.

-No es lo mismo.

-Si lo es.

-No. -Tome su mano. -Quizás si hubiese sido ese camino, estaría orgullosa de lo mucho que eres, probablemente no hubieses tenido hijos y yo no estaría aquí sufriendo por una universidad. -Ella sonrío. -

-No importa ya, aunque no halla sido maestra soy feliz.

-Se que eres feliz, pero también merecías vivir lo suficiente.

-Será después.




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