Capitulo XXIV

10 0 0
                                    

Alessandra Joseph. 

-Te echo de menos sabes.- Mis ojos se cristalizaron, sabía que estaba soñando pero aun asi queria llorar. Esperaba una respuesta pero el solo se quedó mirando la nada.

-No se.- Mustio.

-¿No sabes?.-Mi corazón se rompió en miles de pedazos, mama esta vez no acertó. 

-No reconozco mis sentimientos.- Volteé a mirarlo, mis ojos palpitaban para llorar pero trague grueso y me levanté sin más que decir, él se levantó creyendo que lo iba a abrazar o algo por así decirlo.
Camine en silencio a casa, no sabía qué sentir por mi. Por primera vez fui a casa sin necesidad de quedarme en algun lado para hacerlo mas largo el camino. 

- Ale.- Mamá sonrió al verme.-¿Que tiene mi princesa?

- Má.- Alze la cabeza para saludarla y seguí caminando hacia mi pieza. 

- ¿Vas a comer?.- Subí por las escaleras y voltee a verla con los ojos rojos.

- Quizás más tarde,gracias.- Entre a mi pieza, tire ala basura aquella caja de todas las cartas donde hablaba de lo que sentía por el.- No me gusta destruir a las personas que amo solo por no saber que de verdad quería yo.- Mis ojos se llenaron de lágrimas,  caí de rodillas al suelo. 

De pronto saque un lamento que no podía controlar pero quería seguir guardando.- Perdí el control de mi.- Quizás el no me dijo nada más pero logré entender que el amor que yo buscaba en el, solo lo podía encontrar en miles de páginas que había escrito solamente para el pero ya había terminado todo.

El vicio de olvidar, que me parece tan adictivo que me hace sentir tan bien, el hecho de a veces dejar pasar algunas cosas por que me parece tan placentero, sentir que el mundo a veces solo va un poco más lento.

El vicio de olvidar que parece tan sencillo, pero al mismo tiempo tan complicado, como quisiera poder olvidar amores, poder olvidar errores, poder olvidar el trauma.

El vicio de olvidar, que aunque suena perfecto, el vicio de recordar está más arraigado, el vicio de recordarte, tus ojos marrones, aquellos rulos castaños en los que solía perder mis dedos al darle cariños y tu quedarte perdidamente dormido, aquel aroma de café que siempre dejaba impregnado en mi, aquellas veces que se sentaba a mi lado sin decir nada pero sin existir la incomodidad. 

El vicio de olvidar que ojalá me dejara no volver a recordarte. - Ojala pudiera desgarrarme las ganas de querer tener en mi vida, pero es inútil. Yo si me había enamorado de él.

- ¿Alita?.- La niña entró en la pieza.- Mamá dice que me ayudes.-Dejó caer su cuaderno en el suelo y se recostó, me levanté de golpe y me limpie las lágrimas.

-¿Qué debes hacer?.- Hablé calmada y aun con los ojos llenos de lágrimas.

-Dibujar.-Bufo.- No se dibujar.

-Esta bien, yo lo hago.- Tomé un lápiz y comencé a dibujar una princesa.-¿Por qué no lo intentas?.-Cuestione.

-No me gusta.-Se acostó en mi hombro.-¿Dónde aprendiste a hacerlo?.- Miró mi dibujo.-¿Quién te enseñó?.

-Aprendí intentándolo.-Mis ojos se llenaron de lágrimas.- A papá le gustaba mucho dibujar, así que yo leí sus libros de como dibujar.-Solloce.

-¿Tienes sueño?.- Se puso de pie y limpio mis lágrimas.

-Si.-La aleje de mi.-¿Ya es todo?.-Levante sus cosas y la acompañe a la puerta.

-Alita.-la niña regresó para darme un abrazo.- No llores mas tía.

-Ya baja.- Murmure con mi voz rota, hice tan solo un movimiento para poderla alejar de mi y cerrar la puerta. Alguien golpeó a la ventana, me acerqué a pesar de que no tenía ganas de levantarme del suelo. 

STAY ALIVE.Where stories live. Discover now