Capitulo Ⅲ

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Alessandra Joseph.

Justo cuando mis pensamientos fueron suficientemente obstruyentes, mi tristeza se convirtió en silencio. Me e olvidado de quien verdad soy, de cómo supuestamente me siento.

-Hola. -Sonrío. Un chico con el cabello rizado con aroma a café se acercó a mi mesa, había perdido la noción del tiempo que paso mientras escribía en mi libro. -¿Quieres pedir algo?.- Abrió su libreta, sus manos llenas de anillos, sus ojos brillantes le daban el toque a lo que vestía.

- ¿Qué me recomiendas? - Me avergonzaba pedir agua solo para que no me quitaran de allí, me daba la vista al bosque, a aquellas librerías que lo rodeaban y esa cafetería que tenía alguno que otro ángulo sacado de Pinterest.

-Tenemos café del día...-Pauso y sonrío al ver que lo estaba mirando. - Te puedo ofrecer tarta de cacao y un café. - Mi mirada estaba perdida en todo de él, parecía que lo había visto alguna vez en una parte fuera del mundo. - ¿Café?-Volvió a hablar.

Demore en contestar, justo sentí que olvide lo que me había sugerido. - Solo Te, gracias. -Sonreí y volví mi mirada a mis escritos.

La música sonaba de fondo, el cielo estaba cubierto de colores, aquel chico me buscaba con sus ojos brillantes, me limitaba a esconderme entre mis libros y aquellos escritos que empezaron a tornar de ojos castaños con rizos de café por donde quisiese.

-¿Necesitas algo mas?.-Se acerco denuevo a mí, negué con la cabeza mientras tomaba él te.

Algo en mi decía que tomara café y otras cinco tazas de te para no dejar de sentir la mirada de ese chico, pero era tarde. Debía ver a Boris en una hora.

Asi que solo me limite a dos tazas de te helado para después marcharme. Normalmente detestaba ser visible para alguien, pero esta vez fue distinto su mirada era tan dulce, tan brillante que me gustaría permitirle que me quite el sueño todas las noches por pensarle.

Todo el camino fue corto, solo estaba ese chico con rizos de café y mi nube de romances ficticios justo como en los libros. Boris me noto disociada, mi sonrisa a veces era notable asi que me hizo contarle todo.

Más tarde empezó la tortura.

-¿Hasta que punto lo vas a esperar?.-Cuestiono, me limite a hablar, mire la nada y paso todo por mi cabeza.-Por que en tus ojos se ve que quieres esperar.- El silencio inundo la habitación en la que estábamos, no sabia que contestar.

Papa ya se había ido y siquiera me dio la oportunidad de estar con él. Seria capaz de usar toda mi paciencia, quería correr a no sé dónde, pero ir con él. Pero ese silencio era el de que no estaba allí papa, lo único que sonaba era hasta qué punto podría llegar solo por esa niña que se quedo esperando a papa.

-¿Joseph?.-Pegue un respingo.

-Perdon. -Mustie. -No lo se.

-Bien, ¿Hasta que punto crees que puedas llegar a sacrificar tu vida? -Le mire, alce mis mangas. Aquellas cicatrices, algunas recientes demostraron lo suficiente que podría llegar a hacer con tal de sacrificar mi vida por verlo una vez más. - Joseph...-Murmuro.

-Se que es un acto de cobardía, pero aun asi lo intente.

-Esas cicatrices nunca van a desaparecer ¿Lo sabes bien no?

-Lose y no me importa cuantas veces suenen en mi cabeza esas ideas tan nefastas, pero son inmensas las ganas.

-Aprenderás a controlarlo. -Miro los analgésicos junto con los depresivos.

-Ojalá hubiera una pastilla para todo.

-Joseph. -Tomo mi mano. -Todo estará bien, saldrás de allí.

STAY ALIVE.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz