Capitulo Ⅸ

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Alessandra Joseph.

Lamento tu perdía, Papa.

A diario dehecho.

Estoy comiendo y tratando de hacer las cosas bien

-Ale. -Me toco el hombro. - ¿Qué está pasando?. -Juliet se notaba preocupada, no recordaba el ultimo día que le hable de mi o lo que sea que pasara en mi vida.

- ¿Qué debería pasar? -

- ¿Necesitas contarme algo? ¿Universidad?

-No. -Me levante de la hamaca. - Supongo que nada. -Sonreí y me dirigí hacia el tocadiscos. - ¿Pasa algo?

-No, sólo. -Pauso. - Encontré esto. -Envuelta en una servilleta me dio un filo, pude reconocerlo. - ¿Es tuyo? - Asentí con la cabeza, pero pude notar como su labio temblaba.

-Estoy limpia. -Le sonreí mientras la guardaba en un libro cualquiera de la estantería.

- ¿Desde hace cuántos dias? -Fingí contar con mis dedos.

-Como dos horas. -Sonreí.

-No bromees.

-Ya, solo e estado limpia desde hace dos meses, relájate.

-No quiero que lo hagas. -Sus ojos se cristalizaron. -Podemos ver alguien que pueda ayudarnos.

-Realmente yo. -Pause. -Estare bien. -No tenían por qué saber lo que pasaba, el que las cicatrices ya no se iban a quitar y que las pocas veces que permanecía por un largo tiempo limpia me costaba tanto trabajo.

Y la mayoría no lo entiende. Tan insensible que resulta. - Pero negarlo sería engañarte uno mismo, morir por un suicidio en realidad es una muerte lenta. -Desde los ocho años, no me había dado cuenta de mi muerte, nadie lloro, ni llevaron ningún ataúd a mi funeral, nadie puso una foto junto a mi tumba. -Muy lenta que pueda durar a los hasta que esa persona desista físicamente.

Morir por suicidio es ver como te vas apagando poco a poco, ver como nada tiene sentido, como pierdes las fuerzas para todo porque las gastas intentando sobrevivir cada día que pasa.

-Quiero verte cumplir tus sueños.

-Yo tambien. -De verdad, quiero hacerlo.

Cuando alguien muere por suicidio lo mas probable es que hubiese muerto mucho antes, pero nadie se da cuenta de nada. Todos te siguen exigiendo que vivas, que lo hagas por ellos porque por ti no, porque no puedes vivir por ti, porque por ti no lo harías.

Y como no lo harías por ti, lo tendrás que hacer por los demás, por obligación, vivir por que si y morir cuando ellos quieran.

-¿Bajas a ver al niño?

-Debo ir al trabajo. -Mentí. No había trabajo entre semana, no había que hacer, pero aun asi no quería estar cerca de los niños por miedo a que vieran lo miserable que era solo por creer que rasguñándome para poder quitarme el profundo vacío que llegaba a sentir.

Las cicatrices no se iban a ir, no podía cambiarlo.

Mi foto desapareció en todas las redes sociales, no había rastro de mi como casi siempre, era más fácil evadir mi vida sin preocuparme por alguna impresión para el mundo. Los meses eran tan rápidos, sentía que mi vida se me iba de las manos.

Hasta que tuve que frenar.

Durante la ducha empecé a escuchar gritos, golpes cada vez mas fuertes, bajé por las escaleras en jabón, mama corrió detrás de mí. Resulta que empezaron a pelear entre hermanos, mis hermanos.

Mama se puso en medio de los tres, yo atrás de mama intentando sujetarme la toalla y a Mónica que estaba empapada de refresco y queriendo golpear a los dos varones.

-Basta Mónica. -Grite. Los gritos abrumaban más, los golpes y todo, nadie dejaba de gritar con odio, Ismael aventó a mama y yo simplemente tire el golpe.

Mi nudillo sangraba, su cara de odio quedo en mí, Juliet separo a Ismael, Enrique solo se reía.

-Llama a la policía. -Juliet grito, corrí arriba, tomé el móvil y siquiera podía sostenerlo, sostenerme simplemente a mi misma. Los gritos continuaban, los niños sentados en las escaleras viendo todo. Aun recuerdo cuando yo me quedaba atrás de los barrotes de las escaleras mirando como peleaban entre todos, diciéndose tanto y lastimándose el resto. La necesidad de tener algo filoso conmigo para cuando hicieran algo mas yo poder defender a Mama o el tener que reprimir todo eso en escritos aun mas tristes, en mis brazos.

Mama. -Mis ojos se cristalizaron. -No importaba cuantas veces nos fuéramos de casa, los problemas siempre iban a estar allí. Me vestí pronto, pensaba en salir corriendo de allí, de dejar que todos se mataran entre tantos y regresar solo a limpiar la sangre que tiraran. -Pero si quiera pude hacer eso, terminando de ponerme los vaqueros me tire al piso a llorar, justo cuando creí que había salido de allí, pude darme cuenta que nada significo.

Me sentía tan perdida, tan poco para tanto lio en casa. Joss empezó a buscarme, no tenía razones de mí. Mama solo le pedía a dios que cambiara a sus hijos, yo solo hui. Solo espero algún día poder huir sin tener que salir corriendo o simplemente sin tener que usar sudaderas grandes para que evitara el ardor de mis muñecas por cualquier mínima cosa. 

Tarde en regresar a casa, una semana fuera y darme cuenta que todos estaban como si nada, algunos mirándose con odio y mama hablándoles con amor a cada uno de ellos. Sin embargo, nada se sentí igual, subí por las escaleras y los niños estaban en la entrada de mi habitación.

Alberto se emociono al verme, me salto por encima y me beso toda la cara, Ross solo me abrazo intentando no llorar, Jen solo me miro y sonrío. - Ninguno de esos niños merecía ver este infierno.

-Creí que ya no ibas a volver. -Ross me abrazo.

-Te prometí jamas irme sin ti. -Le correspondí el abrazo, sus lagrimas brotaban en su mejilla junto a la mía. -No me he ido. -Limpie sus lágrimas. – Y donde quiera que esto no olvides mirar el cielo. -Mis lagrimas empezaron a brotar.

No importaba cuantas veces me hiciera una piedra, una tan dura que siquiera sienta el golpe cuando caiga al fondo del mar.

Me quede dormida en el pecho del niño, estaba tan casada, tan fatigada de mi misma que lo único que podía hacer era dormir. Hable con una abogada, pero no me dio soluciones, sino mas problemas.

Podía salvar a los niños de todo esto a cambio de no verlos jamas. -No quería verlos lejos de mí. – Por que el amor no son las palabras sino los actos de valentía que a veces tenía con ellos.-Solo a veces por que el resto me la pasaba huyendo de su vida por no querer quedarme un rato mas en esta vida. 

Conforme pasaron los meses, me mantuve limpia. Humberto empezó a leer mi libro y cada noche me contaba lo roto que se veía mi libro desde su perspectiva. Me di cuenta que ambos pensábamos lo mismo de la basura que era el grupo, a pesar de que creía que le caía mal solo por tener ansiedad y un tic en su pupitre y en esas tantas veces que me miraba mal desde lo lejos.

A dias de navidad, empezamos a hablar mas de lo usual, parecía que ya nos conocíamos desde antes, probablemente era bueno. - A veces no es malo empezar a conocer gente nueva.-


STAY ALIVE.Where stories live. Discover now