Capitulo 4

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Mientras se colocaba tras el volante, Jeon se preguntaba qué demonios estaba haciendo.

No sentía más que desprecio por aquel joven y, sin embargo, lo encontraba increíblemente deseable. Eso no tenía ningún sentido, pero en aquel momento todo su proceso cerebral parecía estar por debajo del cinturón. Y cuanto antes se metiera a la cama con el rubio, más rápido se resolvería el problema.

Jimin empezó a preguntarse qué estaba haciendo. Pero unos segundos después, cuando Jeon entró en el coche, lo supo.

Sin decir una palabra, el pelinegro lo abrazó, apretándolo contra su pecho, buscando sus labios con un ansia que la encendía por dentro.

De repente, deseando algo que nunca había deseado, Jimin enredó los dedos en su pelo. Todo su cuerpo tembló cuando él empezó a acariciar sus pechos por encima de su camisa.

-Jeon _ susurro el rubio.

Había pasado mucho tiempo desde que un hombre lo llego a exitar de esa manera.
Duro como una piedra, lo sintió temblar y deseó arrancarle la camisa y tomarlo allí mismo, pero aunque su sangre caliente quería hacerlo, el sonido de una sirena de la policía hizo que recuperase el sentido común.

-¡Maldita sea! _ exclamó Jeon pasándose una mano por el pelo _  No me había besado de esa forma en un coche desde que era un crío y ahora dos veces en un solo día.

-Yo no lo había hecho nunca _ dijo Jimin.

Jeon lo miró sorprendido por esa revelación, no podía ser verdad. Su padre había sido un famoso seductor de diferente género, pero era evidente que el rubio había heredado su talento, como le confirmaba el dolor que sentía entre las piernas. Con manos temblorosas, agarró el volante puso el coche en marcha.

Estaba furioso consigo y mismo, pero más con aquel tirón de ojos azules que lo obligaba a actuar como un adolescente.

-¿Dónde te alojas? -preguntó el pelinegro.

-En casa de un amigo. Me ha prestado su apartamento _ contestó Jimin, dándole la dirección.

-Buena zona -murmuró Jeon, mientras cambiaba de marcha con cierta torpeza, algo poco usual en él.

De modo que había un hombre en su vida, un hombre rico, sin duda, si tenía un apartamento en esa zona de Londres, no le sorprendía, solo confirmaba lo que ya sospechaba. De tal palo, tal astilla. Un hombre como Jimin nunca estaría solo.

Esa idea no hizo nada para calmar su rabia.

-Pero quizá preferirías tomar una última copa en mi hotel antes de que te lleve a casa _ propuso Jeon.

Su intención había sido ir más despacio, seducirlo como su padre había seducido a Hyuna. Pero, de repente, su única intención era acostarse con él lo antes posible y retenerlo en su cama hasta que el recuerdo de Park Seo Joon desapareciera por completo.

Jimin se puso pálido. Quería decir que sí y lo sorprendía , nunca había conocido a un hombre como Jeon.

Él había crecido en una familia de adultos que lo dejaban correr libre por las montañas y bañarse en el lago. Sus aficiones eran la vela y escalar montañas. Era miembro del equipo de rescate local y del Servicio Internacional de Rescate, de modo que viajaba por todo el mundo intentando ayudar después de una catástrofe. Con un buen gerente que llevaba los asuntos diarios del hotel, él sencillamente podía dejar su trabajo cuando era necesaria en algún otro sitio.

Recientemente había vuelto de Turquía, donde formó parte de las operaciones de rescate después de un terremoto.

Las dos semanas que iba a pasar en Londres habían sido sugerencia de Hoseok, el jefe del equipo. Según él, tras la reciente muerte de su padre, necesitaba unas vacaciones.

Jimin había viajado por todo el mundo, pero ahora tenía la oportunidad de conocer Londres, la capital de su país, algo que no había podido hacer antes.

En cuanto a los hombres, conocía a muchos en el ámbito profesional, pero todos la trataban como si fuera uno más, y eso le gustaba.

Pero cuando miró el perfil de Jungkook, supo que jamás podría verlo como a uno más, de hecho, estando con él tenía serios problema para pensar con claridad.

Poco después, Jeon detuvo el coche y se volvió, con los ojos brillantes.

-Éste es mi hotel _ hablo Jeon sacándolo de sus pensamientos _ ¿Te apetece tomar una copa?

Jimin sabía que lo que le estaba ofreciendo no era una copa y, de repente, tuvo miedo. Sabía que no podía hacerlo, aún no.

-Creo que he bebido suficiente por hoy_ contestó él rubio _ Pero gracias de todas formas _ Jeon arrugó el ceño, como si lo molestara esa respuesta.

-Bueno, es tu decisión _ murmuró, inclinándose para besarlo en la frente, antes de arrancar de nuevo _  Iré a buscarte mañana para comer.

-Sería muy agradable que me lo preguntaras en lugar de dar órdenes _ replicó él rubio, molesta _ Estoy aquí de vacaciones y mañana pensaba ir al Museo Británico.

Jeon asintió, pensativo. El miedo que había visto en sus ojos azules del rubio lo desconcertó. Jimin podía ser un egoísta, pero quizá no era un hombre promiscuo. También él era selectivo.

Prefería elegir a sus amantes cuidadosamente y sus aventuras eran siempre discretas, dado su perfil en el mundo de los negocios.

La única razón por la que en aquel momento no tenía un amante era precisamente el padre de Jimin. Su muerte había creado una serie de circunstancias que lo retuvieron en Italia y lo obligaron a dejar a su amante, Melissa, una modelo de Nueva York que, por supuesto, de inmediato encontró otro hombre rico que le hiciera compañía. No lo había sorprendido en absoluto.
Melissa era ese tipo de mujer, pensó cínicamente mientras detenía el coche frente al edificio de apartamentos.

-Vamos, te acompaño _ dijo Jeon, abriendo la puerta del coche _ y antes de que discutas, mañana iremos al museo y luego a comer _ añadió, tomando su mano para entrar en el portal.

De nuevo, se percató de que Jimin lo miraba con algo parecido al miedo. No debía tenerlo, por esa noche.

No pensaba hacerle el amor en la cama que compartía con otro hombre.

Venganza Amarga - KOOKMIN - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora