Capitulo 23

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-¡Yo sí lo he sido!

-De acuerdo, de acuerdo. Lo acepto, pero esto tiene que terminar... junto con cualquier idea por tu parte de volver al equipo de rescate. No puedes hacer eso después de tener un hijo... y debemos intentar que este matrimonio funcione. Por eso debemos olvidar el pasado y seguir adelante Jimin. Tenemos muchas cosas en común, la relación íntima es estupenda, nos llevamos bien y  yo soy un hombre rico. Puedo darte todo lo que quieras, al niño no le faltará nada. ¿Qué más puedes querer?

Jimin tuvo que contener una carcajada. ¿De qué planeta era aquel hombre? ¿Y cómo no lo había visto antes?

-Nada, claro _ contestó, irónico. Su concepto del matrimonio lo horrorizaba. Para él no era más que un acuerdo comercial: él pagaba por todo cambio, conseguía un esposo y un hijo.

-Eres mío, Jimin. Olvídate de todo lo demás _ murmuró Jeon _ Te necesito... eres mi chico, amor mio...

-No me llames así _ lo interrumpió Jimin.

-¿Por qué? Eres mi chico. Creo recordar que nos casamos ayer.

-Como si pudiera olvidarlo..._ replicó Jimin, molesto.

Pero el no era su amor y no aceptaría una mentira. Que usara ese término en aquel momento, cuando no lo había usado antes, era intolerable. Nunca había sido su amor, nunca lo sería. Para Jeon Jungkook no era diferente a las otras mujeres con las que se había acostado. Menos incluso, porque había admitido que lo creía un egoísta sin corazón y que sólo se había acercado a el para vengarse.

-Jimin, ya sé cuál es el problema, que no te has tomado el desayuno. Culpa mía de nuevo, en tu estado, tienes que comer a intervalos regulares...

-¿Y desde cuándo eres médico? _ replicó Jimin, perplejo.

-¡Demonios! _ exclamó él entonces, mirando el reloj _ Tengo una reunión esta mañana, pero primero tenemos que ir al ginecólogo...

-¿Qué? No pienso ir a ningún sitio contigo. No puedes decirme lo que tengo que hacer...

-Mira, ahora no tenemos tiempo para discutir, y vas a ir al medico aunque tenga que llevarte en brazos.

-¿Para qué? Estoy perfectamente _ Jeon sacudió la cabeza.

-¿Tú para qué crees? Para confirmar que estás embarazado, por supuesto. Después de todo, para eso me casé contigo.

Sabía que estaba hablando con ira, que no pensaba lo que decía, pero había creído que podía arreglar la situación y Jimin se lo estaba poniendo imposible.

-Tienes veinticinco minutos.

Jimin cerró los ojos. No podía haber dejado más claro por qué se había casado con el y al saberlo, al saberlo a ciencia cierta, su corazón se volvió de hielo.

Veinte minutos después, con un vestido de gasa azul y blanco por encima de la rodilla y unas sandalias blancas, Jimin bajaba escalera de cristal hasta el vestíbulo, donde Jeon la esperaba.

-Un hombre puntual _ dijo Jeon, mirando el reloj _ Y muy atractivo, además.

-¿Nos vamos? _ murmuró Jimin, sin mirarlo.

-Sí, claro. Toma esto _ dijo Jeon entonces, ofreciéndole algo envuelto en papel de aluminio.

-¿Qué es?

-Un bocadillo, no has comido nada, por si tienes hambre en el camino.

Jimin levantó los ojos al cielo.

Una limusina negra esperaba en la puerta y un hombre al que no había visto antes salió a recibirlos. Jeon le dijo algo en italiano y el conductor miró a Jimin con una sonrisa en los labios.

-Charlotte, te presento a Mark. Él cuidará de ti cuando el otro chófer esté ocupado.

El hombre le dio la mano, una mano de gorila _ Sé cuidar de mí mismo, gracias. No necesito un guardaespaldas.

-Por favor, Jimin. Venga, come algo, al menos, el bocadillo le daba algo que hacer.

Así no tenía que hablar con Jungkook.

El ginecólogo, el doctor Brunel, era un hombre bajito y muy agradable. Hablaba bien su idioma y a Jimin le resultó simpático, le dijo que conocía a Jeon desde siempre porque había estudiado con sus hijos. Además, era el padrino de una de sus nietas. Pero no le gustó tanto cuando terminó de examinarlo y decidió dirigirse a Jeon para hablarle del embarazo. No a el, a Jeon.

Y su marido lo interrogaba sin descanso.

-¿Quieres callarte? _ dijo Jimin en voz baja _  Esto no tiene nada que ver contigo.

-El niño tiene todo que ver conmigo _ replicó Jeon.

Y luego siguió hablando con el doctor Brunel en italiano. Cuando salieron a la calle, Jeon tomó su mano para llevarlo a la limusina.

-¿Te vas a casa?

-No, he decidido pasear por la ciudad _ contestó Jimin _ Si no te importa, claro _ añadió, irónico.

-No eres un prisionero, Jimin. Puedes hacer lo que quieras, siento haber dicho eso antes.

-Ya.

-Mark te llevará a donde tú quieras y antes de que pongas ninguna objeción, es para que no te pierdas. Ésta es una ciudad grande y no la conoces.

-Sí, claro _ murmuró Jimin, sin mirarlo.

Jeon dejó escapar un suspiro.

-Pensé que habíamos llegado a un acuerdo esta mañana, pero veo que me había equivocado. Piensa lo que quieras, pero Mark se queda.

Después se volvió y desapareció al final de la calle.

Jimin suspiró también, no sabía qué hacer. Saber que Jeon sólo se había casado con el por el niño era terrible, pero... a pesar de todo, lo amaba, incluso había creído que era el hombre de su vida. Que el destino lo había puesto en su camino.

No fue de compras. En lugar de eso volvió a la casa... que quizá algún día sería su hogar , o no.

Venganza Amarga - KOOKMIN - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora