Capitulo 24

1.5K 124 0
                                    

Jimin estaba tomando el desayuno en la cocina, con Aldo, riendo cuando el niño intentaba pronunciar las cosas como el. Pero cuando se marchó al colegio, la risa desapareció.

Era muy triste que su mejor amigo en Génova fuera un niño de ocho años. Aldo terminaba el colegio a las dos y, después, solían explorar la finca, el niño le había mostrado su escondite favorito, una cueva en el acantilado que había a un lado de la casa, y ella le contaba lo divertido que era escalar montañas en Inglaterra.

Inquieto, Jimin se levantó y salió con su taza de té al patio, rodeado de buganvillas.

Una semana llevaba casado con Jeon, pero el día de su boda le parecía siglos atrás. El chico que se había casado en el jardín del hotel Lakeview, convencido de que era el más afortunado del mundo, ya no existía. El amor era un sueño, nada más.

No veía a Jeon durante el día y cenaban en completo silencio o se peleaban amargamente. Su marido intentaba mantener una conversación y el contestaba con monosílabos o con un sarcasmo que también era nuevo para el hasta que Jeon, exasperado, se retiraba a su despacho.

Compartían la cama para que no hubiera murmuraciones, pero no hacían el amor. ¿Debía aceptar lo que Jeon le ofrecía?, se preguntó. Millones de parejas mantenían una farsa de matrimonio por sus hijos.

Jimin suspiró. Eso no podría ser peor que lo que tenían ahora.

Después de tomar el té, cerró los ojos, intentando disfrutar de aquella tranquilidad, pero duró poco porque enseguida oyó pasos. Era Jungkook.

-¿No deberías estar ganando millones en lugar de molestarme cuando estoy descansando?

-No te preocupes, voy a quedarme sólo un momento. No me apetece estar con un niño inmaduro _ replicó el más alto, pasándose una mano por el pelo _ ¿Qué demonios te pasa, Jimin? Es imposible hablar contigo, ¿No puedes relajarte un poco?, ¿Ya no tienes sentido del humor?

-Mi sentido del humor sigue intacto, gracias. Pero tras descubrir en mi noche de boda que mi marido no sentía amor por mí, que sólo se había casado conmigo porque estoy en cinta y por un absurdo deseo de venganza, no sería sorprendente que el sentido del humor me hubiera abandonado.

-Amor, siempre dices esa palabra, como si fuera un talismán, pero a mí me parece que no puede ser una emoción tan importante cuando no sirve para perdonar _ dijo Jeon.

-Al menos, yo creo en el amor.

-Probablemente tuviste que agarrarte a esa ilusión con un padre como el tuyo, que no tenía respeto por las mujeres.

-Tú no sabes nada de mi padre _ replicó Jimin.

-¿No?

-No.

-Es posible, pero hay algo sí sé: me has dicho muchas veces que me quieres, pero lo que de verdad sientes por mí, amor mio, es deseo, no amor.

-Eso no es verdad.

-¿Quién miente ahora, Jimin?, podríamos haber tenido una bonita vida juntos, los tres. Con un poco de buena voluntad por ambas partes.

-Esto no tiene nada que ver con la buena voluntad.

-No, desde luego que no _ suspiró él.

-Esta noche cenamos fuera, por cierto. Mi ayudante, Sophia, está esperándote en casa. Se ha ofrecido a llevarte de compras, a la peluquería, a todas esas cosas que hacen las mujeres _ añadió, ofreciéndole una tarjeta de crédito _ Toma, esto es para ti.

-No necesito tu dinero.

-Lo sé, y nunca me perdonaré a mí mismo por habértelo ofrecido en una ocasión, pero ahora estamos casados. Lo mío, es tuyo. Acéptala y salvarás mi alma.

-Eres un poquito exagerado, ¿no? _ rió Jimin.

-Ah, por fin una sonrisa. Todavía hay esperanza para nosotros.

Poco después entraban en casa. Jimin miró a la joven morena que la esperaba en el vestíbulo y tuvo que tragar saliva. Iba vestida con un elegante traje de diseño y, a su lado, se sintió como un chico de pueblo, con su vestido amarillo. Y no lo ayudó nada que Jeon dijera algo en italiano y los dos soltaran una carcajada.

-Jimin, te presento a Sophia, mi mano derecha. No podría vivir sin ella, Sophia, mi esposo, Jimin.

Jimin estrechó su mano de mala gana.

-¿Cómo estás?

«No podría vivir sin ella». ¿Incluiría eso la cama?, se preguntó.

Pero cuando la joven le sonrió, se quedó sorprendido por la amabilidad que había en sus ojos.

-Tengo que irme _ dijo Jeon _ Tomás te llevará a la ciudad, con Sophia estarás seguro.

-¿Seguro o sujeto? _ replicó Jimin automáticamente.

Jeon se puso pálido.

-Ambas cosas _ contestó, haciendo un esfuerzo para contenerse _ No te atrevas a desafiarme en público _ le dijo luego en voz baja _ Deja que Sophia te enseñe la ciudad e intenta pasarlo bien, ¿de acuerdo? _ Cuando desapareció, Sophia se pasó una mano por la frente.

-Uf, y yo pensaba que mi marido y yo nos llevábamos mal.

-¿Qué?

-Es una broma. Pero no seas demasiado dura con Jeon, es muy protector con las personas a las que quiere. Venga, vamos de compras.

Jimin colgó el teléfono con una sonrisa en los labios. Hablar con Hoseok la había animado un poco. El hotel iba de maravilla y la estaría esperando cuando volviera. Aunque había tenido que mentirle sobre su matrimonio... pero eso iba a cambiar.

Mientras se arreglaba para la cena había tomado una decisión: iba a darle a Jeon una oportunidad.

Había una razón para ello, el comentario que hecho sobre un amor que no sabía perdonar. había

Quizá tenía razón, quizá estaba siendo demasiado duro con él.

Jungkook llegaba tarde. Le había dicho que iría a buscarlo a las siete y llevaba diez minutos esperando. Estaba nervioso.

-¿Qué tal la excursión? _ oyó su voz unos segundos después _ Ah, ya veo que bien.

Jimin se había hecho un moño precioso, un poco suelto, como se llevaba últimamente, muy elegante, Las múltiples facetas de su esposo le fascinaban, aunque nunca lo admitiría. Podía ir en vaqueros y camiseta para jugar con Aldo (lo sabía porque cada noche exploraba los vídeos de la cámara de seguridad) o vestido como un modelo de pasarela.

Antes de casarse, Jeon había reservado un lujoso restaurante para aquel día. Quería organizar una especie de recepción para presentarle a sus amigos y había esperado que fuera una agradable sorpresa para Jimin, ahora sólo podía esperar que no se pelearan delante de todo el mundo.

-Si te refieres al peinado, gracias.

-Y al vestido, es precioso.

Llevaba un vestido azul brillante, a juego con sus ojos, con unas mangas muy cortas cuya sola función era sujetar el corpiño estilo imperio. Sophia le había asegurado que era la última moda en Italia. Y también había aprobado las sandalias de tacón pequeño, que destacaban sus bien torneadas piernas.

-Estás precioso, Jimin _ sonrió Jeon _ Sophia ha hecho un buen trabajo. Estás exquisito y ahora, si no te importa, súbeme un whisky a la habitación. Voy a cambiarme.

Jimin estuvo a punto de mandarlo a paseo, pero se percató de que parecía cansado.

-Muy bien.

Mientras él subía a la habitación, sirvió un whisky con hielo, pensativo. ¿Era una orden o un favor que le hacía a un cansado marido?

Por primera vez desde su noche de bodas, la compasión fue capaz de romper la capa de hielo que se había formado en su corazón.

Venganza Amarga - KOOKMIN - TerminadaWhere stories live. Discover now