Capitulo 11

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El conserje le indicó dónde estaba el supermercado y, una hora después, Jimin entraba en el portal con dos bolsas en la mano.

-Buon giorno Jimin, por fin has vuelto _ Jeon estaba esperándolo en el vestíbulo. Estaba allí, era real, podía tocarlo _ Deja que te ayude, llamé para ver si querías
comer conmigo...

-Jeon, estás aquí _ consiguió decir Jimin por fin _ Pensé que llamarías antes.

-Espero no haberte molestado _ respondió el pelinegro.

-No, claro que no _ le aseguró Jimin, mirando el beige y el polo oscuro abierto en el cuello que revelaba la perfecta musculatura de su torso _ Sube, sólo tengo que meter la leche en la nevera y soy todo tuyo.

-¿Seguro? _ bromeó Jeon _ Si estás con otro hombre, dímelo ahora.

-No, claro que no _ rió Jimin _ ¿Por qué dices eso?

-Quizá porque te alojas en casa de un hombre.

-Ah, no. Hoseok es un amigo.

-Entonces confío en que siga siendo sólo eso, prefiero pensar que soy tu único amante. Yo no creo en compartir y espero que tú tampoco. ¿O me equivoco?

-Sí..., no,... quiero decir, que no te equivocas _ respondió nervioso el rubio.

Jeon parecía celoso, aunque no tenía razones para ello. Estaba a punto de decírselo, de explicarle que Hoseok era el jefe del Servicio de Rescate Internacional al que él pertenecía, pero él no le dio oportunidad.

-El tercer piso, ¿verdad? _ preguntó Jeon.

-Pensé que hoy tenías que trabajar _ dijo el rubio

-Cierto jovencito me dejó muy despierto anoche, así que aproveché para trabajar _ explicó el pelinegro.

-¿No podías dormir? Qué curioso. Yo dormí como un tronco _ sonrió Jimin.

-Brujo -replicó Jeon apretando su cintura.

Inexplicablemente, Jimin se sentía nervioso cuando entró en el apartamento.

-Estás en tu casa _ sonrió el rubio mientras iba a la cocina para dejar las cosas.

Jeon miró alrededor. Era un estudio pequeño, con un solo dormitorio.
En el saloncito había un sofá, una televisión y un estéreo. Una escalera llevaba a una especie de galería en la que había una cama y una puerta que debía de dar al cuarto de baño. En el hueco de la escalera, un ordenador y una estantería llena de libros.

Eso confirmaba sus peores sospechas: aquello era un nidito de amor o el típico apartamento de soltero. Entonces maldijo el impulso que lo había hecho ir a buscar a Jimin sin avisar. Él no era así.

Pero después de pasar la noche dando vueltas en la cama, con visiones de su hermoso cuerpo atormentándolo e incapaz de concentrarse, la curiosidad había sido más fuerte y, si era sincero, el deseo también, había decidido volver a verlo. Un error.

Cuando se acercó a la ventana, la vista no lo animó en absoluto: un almacén. Luego se fijó en una fotografía enmarcada. Un hombre alto, de pelo rubio con un hombre de cabellera celeste y tres niños. El último amante de Jimin no podía estar casado...

-Es la familia de Hoseok _ Jeon se volteo al oír su voz.

Parecía completamente inocente y, sin embargo,vivía en el apartamento de un hombre. Un hombre casado.

-Qué bien _ murmuró Jeon dejando la fotografía _ Este apartamento es agradable, pero no creo que viva aquí con su familia.

-No, Hoseok tiene una casa en Dorset, sólo usa este estudio cuando viene a Londres.

Jeon se puso tenso. Estaba admitiendo haber sido el amante de un hombre casado.

-Qué conveniente, para ti, claro _ dijo Jeon con molestia.

Su relación con Jimin había empezado como un acto de venganza. Y después de la noche anterior, debería haberlo dejado ahí.

-Conveniente para todos. A Taehyung, su esposo, le encantaba este estudio. Según él, era un sitio para escapar cuando los niños se ponían muy pesados. En septiembre Soobin, el mayor, vendrá a vivir aquí porque empieza la carrera.

-¿Conoces a toda la familia? _ preguntó Jeon, atónito.

-De toda la vida _ contestó Jimin _ Solían alojarse en el hotel de mi abuelo. Esta es una foto antigua, los niños son mucho mayores ahora, Taehyung era amigo de mi madre y Hoseok se ha portado muy bien conmigo, casi como si fuera mi tío.

Jeon le pasó un brazo por los hombros, aliviado. Cuando lo miró, le pareció que estaba un poco triste, era lógico, como él, Jimin estaba solo en el mundo. Y el tal Hoseok le había dando ese cariño que le hacía falta. Evidentemente, no era su amante.

De modo que hizo lo que había querido hacer desde que la vio: besarlo. Y acariciarlo. Debía de haberse vestido a toda prisa porque no llevaba sujetador y Jeon aprovechó para levantar la camiseta y acariciar sus pechos desnudos.

Pero cuando Jimin intentó enredar los brazos en su cuello, él se apartó.

-No, aquí no. He venido para invitarte a comer _ hablo Jeon con la voz entrecortada y ronca.

-Yo no tengo hambre _ habló esta vez Jimin con un suspiro.

-Pero yo sí y en el restaurante de mi hotel hay una comida estupenda. Y un excelente servicio de habitaciones.

-De repente, tengo hambre _ sonrió el rubio _ Me encantaría comer contigo _ Su sonrisa abierta, la sensualidad de sus ojos azules, enviaron un escalofrío de anticipación por sus venas.

-En ese caso, y ya que estoy teniendo tanta suerte, ¿qué tal si haces las maletas y te vienes conmigo? _ propuso Jeon.

-¿Qué? _ preguntó el rubio completamente sorprendido.

-Podrías disfrutar de las ventajas de una lujosa suite durante dos semanas, en lugar de quedarte en este apartamento _ explicó el pelinegro.

-¿Irme al hotel, contigo? _ preguntó el rubio _ Pero si acabamos de conocernos...

-Por eso. Así podremos conocernos mejor. Y no te preocupes, te aseguro que soy un hombre de hábitos normales, económicamente estable y soltero. Es una suite de dos habitaciones y si prefieres dormir solo...

-No sé _ murmuró Jimin.

Una vocecita le decía que Jeon no le ofrecía más que una aventura de dos semanas. Él mismo le había dicho que no pensaba casarse nunca. Pero lo que sentía por él anuló cualquier otra consideración.

-Sí lo sabes. La química que hay entre nosotros es irresistible _ dijo Jeon entonces _ Los dos queremos lo mismo Jimin y tú lo sabes.

-Me parece que tu hotel va a ser mucho más divertido _ rió Jimin por fin _ Voy a hacer la maleta.

Jeon lo observó mover el trasero mientras subía por la escalera y se puso duro de nuevo. Se sentía raro, acababa de pedirle que se fuera a vivir con él durante dos semanas, algo que no había hecho nunca con otro hombre o mujer. Un fin de semana, sí, quizá unos días. Pero dos semanas... Dos acciones impulsivas en un día. No, él no era así.

Diez minutos después, Jimin bajaba la escalera con una bolsa de viaje en la mano.

-Ya estoy listo _ dijo Jimin acercándose al pelinegro.

-¿Eso es todo? Pensé que ibas a estar aquí dos semanas.

-Y así es, pero yo viajo sin mucho equipaje.

-Asombroso _ dijo Jeon sorprendido

-Qué va. Es cuestión de saber lo que quieres _ dijo el rubio.

-Si tú lo dices...

Venganza Amarga - KOOKMIN - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora