Capitulo 7

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-Este no es el sitio adecuado _ dijo Jeon, tomándolo posesivamente por la cintura _ Y llevamos demasiada ropa encima _añadió, entrando en el dormitorio.

Lo dejó de pie, al lado de la cama, mirándolo intensamente a los ojos. La vista parcial de su torso no lo había preparado para lo que llegó después. Como hipnotizado,vio que se quitaba la camisa, vio aquella espalda tonificada.

-¿Pasa algo, Jimin? _ preguntó Jeon.

Espalda ancha, aquellos bíceps, aquellas manos con las que se estaba bajando el pantalón.

-No, no. Nada en absoluto_ contestó Jimin, intentando parecer sofisticado, aunque le temblaba un poco la voz.

-Pero tú sigues teniendo la ropa puesta. Deja que te ayude _ murmuró Jeon, tirando del jersey.

Hipnotizado por la intensidad de su mirada, Jimin levantó los brazos y lo dejó hacer. El jersey cayó al suelo y enseguida, el sujetador siguió el mismo camino.

-Magnífico_ dijo el pelinegro, acariciando sus pechos con las dos manos.

Jimin contuvo el aliento. Sus pechos le parecían de repente más pesados, más firmes, los pezones duros, nunca había imaginado que podría estar desnudo delante de un hombre con toda tranquilidad.

-No tienes por qué ponerte colorado, tienes unos pechos perfectos y estoy deseando ver el resto de tu cuerpo _ hablo Jeon mirando con deseo el cuerpo de Jimin.

-Yo también _ dijo el rubio.

Jeon se apartó para quitarse los pantalones y calzoncillos con total tranquilidad. Era todo músculo, con una piel firme, morena, desde el estómago plano hasta los muslos, eran tan exquisito...

Con los ojos muy abiertos, por primera vez en su vida estaba frente a un hombre desnudo y erecto y no podía apartar la mirada.

-Vamos, ¿qué haces? _ sonrió el pelinegro.

-Es que...

-Deja que te ayude _ dijo Jeon entonces, tumbándolo en la cama para quitarle los pantalones _  Increíble _ murmuró, admirando su piel blanca, los pezones morrones.

Por un segundo, Jimin se sintió avergonzado y levantó las manos para taparse.

-No, no_ protestó Jeon, apartando sus manos, que colocó a ambos lados de su cara. Tenía un cuerpo voluptuoso, con unos pechos firmes, una cintura estrecha y unas piernas fabulosas _ Eres absolutamente precioso, y muy, muy sexy.

Jeon se inclinó para besarlo. Sentir su cuerpo desnudo, su lengua jugando con la suya... Jimin perdió toda inhibición.

-Quiero tocarte _ murmuró Jimin intentando mover las manos.

-Muy bien. Yo pienso tocarte a ti por todas partes -rió Jeon.

Luego empezó a besarlo en el cuello, en la garganta, en los pezones...
Jimin arqueó la espalda, gimiendo de placer mientras Jeon pasaba la mano por su cintura, sus caderas, sus muslos, las rodillas, hasta la planta de sus pies, sin dejar de besarlo como no lo había besado otro hombre. Y el recibía esa pasión con total abandono.

Lo envolvió en sus brazos, acariciando sus hombros, trazando su espina dorsal con los dedos. Se apretaba contra él y, con un erotismo que no creía poseer, frotaba sus pechos contra el torso masculino, disfrutando de la fricción que eso producía.

Era como si otro hombre estuviera en aquella cama, un joven sexy, liberado, que no tenía nada que esconder. Cuando él metió la mano entre sus muslos, tembló de deliciosa anticipación. Estaba húmedo y caliente, preparado, listo para él, y separó las piernas instintivamente, el pelinegro inclinando la cabeza atrapó un pezón con la boca mientras deslizaba su mano por sus caderas, buscando otra cosa...

Jeon enredó la mano en su pelo del rubio, instándolo a que levantara la cabeza.

-No tan rápido _ rió suavemente _  Quiero que esto dure, que disfrutemos los dos.

Con los ojos llenos de pasión, Jimin miró aquellos otros, casi negros, el pelo despeinado, la pecadora sonrisa... Fue esa sonrisa que lo invito a tocar más allá, cuando empezó a acariciar el aterciopelado miembro, oyó al pelinegro lanzar un gemido.

-¿Por qué esperar? Podemos hacerlo otra vez _ hablo el rubio.

Jeon no estaba hecho de piedra, aunque en aquel momento lo pareciera. Riendo, tomó su mano y la llevó a su pecho, aunque le costó trabajo, era una seductor, pero tenía razón. Una vez no sería suficiente con aquel hombre, pensó mientras lo besaba.

Jimin se mordió los labios cuando él metió la mano entre los rizos dorados para acariciar hábil mente el capullo escondido entre ellos. Y levantó las caderas dejando que lo tocase hasta que no pudo aguantar más. Estaba ardiendo, a punto de estallar.

Jeon levantó la cabeza, con los ojos oscurecidos de pasión.

-Me deseas _ dijo Jeon con total lujuria.

-Estoy loco por ti _ murmuró Jimin.

Jeon se incorporó un poco para buscar algo en la mesilla y después metió las manos por debajo de sus caderas para levantarlo, Jimin notó su miembro rozando su coño una y dos veces, dejó escapar un gemido adolorido cuando él lo penetró.

Jeon se detuvo cuando escucho el gemido de dolor que escapó de los labios del rubio. Él era un hombre grande, lo sabía, y él era tan estrecho que, seguramente, había pasado algún tiempo desde la última vez que hizo el amor. Se apartó un poco y luego volvió a entrar, más despacio, hasta el fondo.

El dolor había pillado a Jimin por sorpresa, pero fue olvidado de inmediato.

-Oh, sí, Jeon, sí, sí _ murmuró. Sus embestidas hacían que se convulsionara de placer. Un placer que destrozaba todas sus inocentes ilusiones, que lo dejaban temblando.

Así que era eso... Pero no pudo seguir pensando porque Jeon empezó a empujar con fuerza, con un ritmo violento y primitivo que le hizo perder la cabeza.
Se abrazó a él, sin darse cuenta de que estaba clavando sus uñas en la espalda del pelinegro. Sentía como si estuviera fuera de sí mismo, en un sitio donde nada existía más que aquel cuerpo duro y grande poseyéndolo. Y no se percató siquiera de que le pedía más y más. Sintió que Jeon temblaba violentamente y gritó su nombre cuando un espasmo recorrió su cuerpo.

Lentamente, Jimin abrió los ojos. Jeon había caído sobre él, con los ojos cerrados, pero incluso así, sonreía. De modo que eso era, la pequeña muerte de la que había leído tanto. Pero era más, mucho más de lo que podría haber imaginado.

Sus cuerpos empapados de sudor, sus corazones latiendo a mil por hora y una sensación de paz que lo envolvía como una manta. Jeon era el hombre de su vida, pensaba.

-Ha sido fantástico Jimin, yo tenía razón, eres magnífico _ hablo Jeon sacándolo de sus pensamientos.

Y luego se levantó de la cama.

-No te vayas _ murmuró Jimin.

-No te preocupes, no voy muy lejos _ dijo Jeon, de pie, desnudo frente a ella _ Sólo voy al baño para quitarme esto, a menos que quieras quitármelo tú.

Tumbado en la cama, totalmente desnudo, él levantó la mirada para observar el flequillo oscuro, los ojos brillantes y la perversa boca masculina. Era guapísimo y era suyo. Entonces miró hacia abajo y se percató de que llevaba puesto un preservativo.

-No, mejor no _ dijo Jimin con las mejillas coloradas.

Se había puesto un preservativo sin que se diera cuenta. Afortunadamente, porque él no se había acordado, pensó.

Jeon soltó una carcajada.

-Eres increíble, eres toda un hombre en la cama y, sin embargo, te pones colorado como una cría. Ya me dirás cuál es el truco _ hablo Jeon dirigiéndose al baño.

Venganza Amarga - KOOKMIN - TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora