Tsukasa Tenma era un joven el cual nunca había tenido inconvenientes en sus relaciones, ni siquiera con la de su novio, Rui Kamishiro, siendo este su primer noviazgo. Al menos así fue, hasta que su pareja tuvo una peculiar charla con unos de sus ami...
Portada del capítulo hecha por: paikaisu t adoro Pai <33
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Sus ropas se deslizaban lentamente por su piel, siendo retiradas con delicadeza, aunque en realidad tuviese una cara aterrada. No quería aquello, pero no podía negarse, sentía que estaba prohibido para él.
Sentía que su figura aún no estaba lista para ser exhibida de tal manera, pero estaba ocurriendo, se le vería completamente desnudo. El de ojos ambarinos abrió los ojos con sorpresa al ver la piel tan preciosa del contrario, viéndose bastante suave y pulcra, como la de cualquier joven bien cuidado.
— ¿Q-Qué ocurre?
— Joder, es que... tu figura parece irreal.
— No tiene nada de especial.
— Claro que lo tiene, y me alegro que sea yo quien proclame este cuerpo.
Se acercó al de ojos color salmón, mientras que el mencionado solo trataba de escapar, siendo contradictoriamente acorralado y atrapado. Su corazón iba a mil por hora y sentía que no podía soportar la presión, sus ojos expresaban terror, pues era un total ignorante en cuanto a esos temas que temía ser dañado con facilidad; sentía que sería dañado.
— Rui... ¿no prefieres parar aquí? Realmente esto aún no es necesario, yo...-Fue callado cuando sintió una mano tapándole la boca, haciéndolo callar.
Estaba más y más agitado, provocando un pánico terrible y mayor cuando sintió algo duro rozándole su trasero; empezó a negar con desespero, dándole señales que eso no era lo que quería y necesitaba que parase allí mismo, pero al parecer el peli-morado no se veía interesado realmente en sus inútiles súplicas.
— ¡AGH!-Un grito ahogado y adolorido salió de su boca, aún cubierta por aquella mano de su pareja (¿si quiera aún podía tener aquel título?)
Al ser virgenes ambos, eran unos totales inexpertos, y eso le estaba cobrando caro a Tsukasa. Agarraba las sábanas con mucha fuerza, tanto que sus nudillos se estaban poniendo blancos de aquel esfuerzo. Claro que las lágrimas no podían faltar, pues ya se estaban resbalando por su rostro, que tenía una expresión de dolencia y desesperación.
