Tsukasa Tenma era un joven el cual nunca había tenido inconvenientes en sus relaciones, ni siquiera con la de su novio, Rui Kamishiro, siendo este su primer noviazgo. Al menos así fue, hasta que su pareja tuvo una peculiar charla con unos de sus ami...
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Se suponía que la terapia es para ayudar a encontrarte a ti mismo, a encontrar las respuestas y para ayudarte a saber que camino tomar de ahora en adelante, pero el rubio se sentía más que nada perdido, adolorido, desmotivado. La chica la cual lo había atendido le había dejado más líos en la cabeza de los que ya poseía, y aparentemente debía de resolver todo por su cuenta porque ya no sabía a quien mas debía de pedirle un consejo; todo estaba en sus manos.
"Debes dejar ir a tu novio, creo que aún estando joven, eres bastante consciente de que el amor no es color de rosas y, tú hasta que no cambies y puedas mejorar por tu cuenta, no es adecuado que debas de seguir con él, lo lastimarás. Ahora cada uno debe ir por caminos diferentes; así que si lo amas, dale a entender que debe de marcharse, por su bien, y especialmente por el tuyo."
Estaba lo suficientemente agotado como para volver a llorar de nuevo, pero su pecho realmente ardía por dentro, le dolía. Aún si le había dicho que ya no tenían un título de novios como tal, en verdad lo amaba, se encontraba incapaz de dejarlo. Si había decidido darse un tiempo no era para darle largas y sacarle una buena excusa para terminarle en verdad, le pidió un tiempo porque sabía que necesitaban su espacio para pensar y saber que hacer, pero no para aprender a dejar de amar.
Aunque claro, de eso se trataba su batalla; necesitaba saber que decisión debía de tomar, una que no incluyera dolor, una donde supiera que todo podría resultar bien; una decisión donde Rui estuviera incluido.
Repasaba aquellas vendas que cubrían el desastre que era, mientras que en su cabeza se escuchaban tantos pensamientos intrusivos y destructivos, deseando dañar mucho más de lo que ya lo había hecho, aunque tenía una promesa que cumplirse así mismo. Todo le dolía, y él solo quería a ese chico de 1,80, nada más.
Trataba de pensar en soluciones, en buenas soluciones, algo que sabría de manera inmediata que le haría bien a ambos.
Recordaba cuantas promesas de habían hecho, cuantos sueños tenía el peli-morado junto a él (amaba la manera en cómo sus ojitos color ámbar le brillaban al relatárselos), y sabía cuán ilusionados estaban al cumplir todo aquello. Ellos querían seguir juntos, ¿por qué terminar aquella novela de romance tan abruptamente?
