T R E I N T A Y N U E V E.

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Capítulo 39.— Eventos de caridad.

Una vez llegamos al recinto, Joseph baja de la camioneta y antes de que pueda abrirme la puerta, uno de los chicos del valet parking se adelanta a abrirme la puerta y extenderme el brazo para bajar, acepto y le agradezco el gesto.

— ¿Lista para brillar? —inquiere Joseph una vez a mi lado, me extiende su brazo y ambos comenzamos a subir las escaleras de la entrada al recinto.

— Por supuesto que si —respondo.

— Te presentaré con alguien importante Ianthe, si todo sale bien, pronto podrás materializar todo eso que deseas.

Me quedo en silencio analizando sus palabras.

Sea lo que sea que se refiriera, no había logrado comprender.

Sin embargo le resto importancia.

Personas más, personas menos.

Una vez llegamos al recibidor, caminamos directo al ascensor, dónde uno de los trabajadores del lugar presiona el botón del mismo para que bajara, el ascensor abre las puertas y dentro, el mismo hombre presiona el piso 3, se despide deseando buena velada y las puertas se cierran.

— Te ves tan jodidamente tentadora Ianthe, ese vestido..— Su mano se desliza en mi pierna hacia la abertura del vestido, y sus dedos vagan curiosos hasta llegar a mi vagina—. Maldita sea, ¿No usas ropa interior?

— No pretendía usar la misma ropa sucia —de un manotazo alejo su mano de mi intimidad.

De pronto lo tengo acorralándome contra una de las paredes del ascensor, su respiración se mezcla con la mía y sus labios apenas tocan los míos.

— Joder Ianthe, me vuelves loco —musita y posteriormente, sus labios atacan los míos con fiereza.

El elevador se detiene, y es cuando se aleja de mí, limpiando los restos de labial en mi rostro y justo cuando se abren las puertas, termina de limpiarse los labios.

Joseph me empuja ligeramente fuera del elevador con su brazo sosteniendo por detrás mi cintura. El lugar está repleto de gente enfundada en trajes y vestidos de gala. Agradezco nadie se tome la importancia de ver quiénes somos y porque estamos aquí. De cualquier forma, no había visualizado rostros conocidos en el lugar.

— ¿Y toda esta gente? —inquiero mientras seguimos caminando por el lugar, supongo en busca de la mesa donde está la persona que Joseph espera presentarme.

— Todas estas personas que ves, son gente de dinero. Interesados en la caridad.

— En quedar bien, querrás decir.

Joseph ríe.

— Como sea, esta gente está reunida aquí para aportar dinero a la causa, y  por intereses comunes que después descubrirás. Por aquí, ven —esta vez suelta el agarre en mi cintura y toma mi mano para guiarme a la mesa donde veo un par de coreanos y un chico al lado de la coreana, que me parecen familiares.

— ¿Ianthe? ¡No te lo creo! Te ves preciosa —exclama eufórica la coreana  que pronto tengo colgada del brazo.

— Gracias por el halago Yoko, por mí no te preocupes —responde al lado Joseph en tono burlón—. Como sea, Ianthe, te vuelvo a presentar. Ellos son, Mihno, Jason, y como puedes ya haber escuchado, Yoko —después de esto, el trío me mira con confusión.

— ¡Oh, por favor! No me digas que has olvidado quienes somos —exclama Yoko a mi lado. Y niego.

— Tuve un accidente, y he quedado amnésica —me limito a responder.

— Como quiera, no pasa nada. No te has perdido de mucho —responde con una sonrisa en el rostro—. ¿Vamos por un trago? —sin esperar respuesta, la coreana me toma del brazo y me guía a la mesa dónde se encontraban acomodadas las amenidades de la fiesta, y las copas de champaña.

— Hey, ¿Sirven acaso otra cosa además de esto? —pregunto apenas veo un mesero acercarse, el chico asiente.

— Tenemos vodka, whisky, tequila y ron.

— Tráeme una copa de tequila —pido.

— ¡Que sean dos! —exclama Yoko antes de que el mesero termine por desaparecer—. ¿Qué opinas?

La pregunta me toma por desapercibida. Mis ojos se encontraban divagando entre toda la gente, debía haber al menos unas ciento cincuenta personas, algunas se encontraban de pie mientras compartían conversación con otros y en su mayoría, otros se encontraban sentados. Todos bebían y reían.

— ¿De qué? —pregunto.

— Sobre esto, ¿Habías venido antes a un evento de caridad, Ianthe? —sacudo la cabeza en un gesto de negación—. No te pierdes de nada.

— Lo sé. A ninguna de esta gente le interesa realmente la maldita caridad. Sino, su estatus social.

El mesero llega con el par de copas de tequila, ni bien tomo la copa, le doy el trago completo que termina por escocer mi garganta.

Joder.

— Otra —pido.

El chico me mira con sorpresa, sin embargo toma la copa que le extiendo y se va en búsqueda de otra nueva.

— Joder, Ianthe. Se ve que estás completamente familiarizada con el tequila —brama Yoko con sorpresa a mi lado.

— Necesito embriagarme si planeo continuar en el evento.

— Bueno, poniéndolo en esa perspectiva, estoy contigo —dice y luego, de un solo trago termina con el tequila en la copa.

Ambas nos miramos, y nos permitimos soltar una risa.

Hacía tanto tiempo que no compartía complicidad con una mujer que no lograba recordar lo bien que se sentía.

— ¿Ianthe? —doy la media vuelta al reconocer aquella voz masculina.

La sonrisa que tenía en el rostro, de pronto se borra.

Evan me mira con sorpresa, sus ojos me escudriñan por completo, como si no pudiese creer que realmente era yo.

— ¿Qué haces aquí? —preguntamos ambos a la par. Y sin dar lugar a una respuesta por parte de alguno de los dos, por detrás veo llegar al resto. Kurt, Collin -quien venía acompañado por la odiosa de Eliana-, y Damon.

— Parece que llegó el entretenimiento de los caballeros —comento con sorna, mientras me dedico a barrer con la mirada descaradamente a Eliana.

Había elegido la peor opción para vestir, un vestido corto plateado, que muy apenas lograba cubrir lo suficiente. La abertura en la pierna daba hasta parte de su cadera. Llevaba a juego unos tacones de aguja del mismo color.

Y antes de que pudiese Eliana siquiera articular algo, el mesero llega con nuevos tragos. Yoko toma una copa, y yo otra.

— ¡Por las damas de compañía! —exclamo y extiendo la copa hacia Eliana, posteriormente de un solo trago finalizo la bebida.

Evan ríe,

Y Eliana se suelta de Collin y se va molesta a quién sabe dónde. Por detrás le sigue enseguida Kurt quien antes de largarse, me mira con odio.

Sonrío.

Collin no se inmuta, al contrario, se queda en su lugar mientras sus ojos me escanean por completo. Y cuando nuestros ojos se encuentran, parece reaccionar del trance. Su rostro forma una interrogante, y sé que al igual que Evan y al igual que yo, también se pregunta ¿Qué hacemos aquí?

Yoko a mi lado carraspea.

— Oh, ya está por comenzar el evento. Vamos —apresura, rompiendo la conexión visual entre Collin y yo. Yoko me toma del brazo y enseguida me arrastra de vuelta a la mesa, dónde no veo a Joseph en ella.

Ambas tomamos asiento, a lo lejos veo la cabellera rubia de Collin quien se sienta con los demás, a unas tres mesas de distancia de la nuestra. Sus ojos me buscan, hasta que me encuentran.

Ambos permanecemos inmersos en una batalla silenciosa de miradas, hasta que una silueta masculina se interpone en mi campo de visión.

¿Reich?

B R O K E NWhere stories live. Discover now