C U A R E N T A Y S E I S

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Capitulo 46.— La traición se paga con muerte.

Cuando llegamos con los gemelos, ya nos esperaban listos en el parqueadero, venían armados, por si resultaba necesario. Caín baja de la camioneta a la par mío.

— Jefe —saluda Aiden enseguida, Caín asiente en respuesta. Aiden me pasa una glock cargada, y le agradezco con un gesto.

— ¿Pudieron rastrear el teléfono de Cleon? —Aaron niega.

— La última locación fue de Rhode Island, de ahí, nada —Caín maldice.

Me quedo en silencio observando nuestro alrededor, todo parecía sospechosamente calmo. A cambio, Aiden calma mis dudas.

— Es un barrio completamente familiar Ianthe, no hay nada...—el chillido de las llantas patinar llaman nuestra atención, en menos de un minuto nos vemos rodeados por tres coches blindados y completamente polarizados. Los gemelos se ponen por delante enseguida, haciendo ver sus armas largas y su disposición por atacar. Los ocupantes se hacen esperar unos minutos que parecen eternos, y finalmente el primero de los tres coches abre las puertas, de este, salen un par de hombres totalmente desconocidos, y de la parte de atrás, veo una cabellera larga pelirroja que conocía a la perfección. Damon. Los ocupantes de los demás coches bajan enseguida, entre ellos, veo los rostros de Kurt, Evan y Collin.

— Vaya, vaya —dice mientras se acerca, los gemelos levantan las armas y casi a la par, los hombres de Damon hacen lo mismo—. ¿Están seguros? Yo veo mucha desventaja —presume con sorna—. ¿Qué dirá Concetta del hombre que le lleve la cabeza del gran Caín, eh?

Me abro paso entre los gemelos, veo el rostro de Damon iluminarse con cierta sorpresa y excitación.

— Premio doble —masculla mientras se relame los labios.

— Para matarlo —me acerco lentamente—, primero debes pasar por mí —doy otro paso más. Sus ojos nunca dejan de ver los míos en una pequeña batalla por ver quién tiene el control—. Y para eso, necesitas estar vivo —coloco la boca del arma en su entrepierna. Sus ojos se abren sorprendidos, sin embargo veo cómo su pupila se dilata y el arma abajo se mueve.

— Será un verdadero placer —una sonrisa lobuna se dibuja en su rostro. Mi rostro se tuerce en una mueca de desagrado.

— ¡Baja el arma! —exclama uno de los hombres del pelirrojo por detrás de él. Damon levanta el brazo y todos atrás relajan la postura y bajan las armas.

— Es de mala educación apuntarle a una dama —dice—. Y será un placer que me dispare.

Bajo el arma, asqueada. La erección de Damon se apretaba contra el pantalón casi con fuerza.

— No hay necesidad de armar todo un circo —espeto—. Iremos con Concetta por voluntad propia.

Damon levanta una de sus cejas gruesas.

— ¿Vas a permitir que una niñata te ordene, Caín? Aún puedo permitirte una ventaja —dice con burla.

— Aún con desventaja puedo matarte a ti y tres de los tuyos. ¿Adivina cuantos más matan mis hombres en tanto me metes una bala? —El rostro de Damon se descompone enseguida. La sonrisa burlona que adornaba su rostro pasa de pronto a ser una simple mueca.

Y ahora la sonrisa burlona decora mi rostro.

...

Estaciono la camioneta por detrás del coche de los gemelos y bajo de la misma. Enseguida me alcanza por detrás la caravana de Damon. Se había acordado un punto medio de reunión, en un almacén que había decomisado la policía hacía unos meses. Parker resultaba ser un hombre útil.

B R O K E NOnde histórias criam vida. Descubra agora