V E I N T I U N O

805 58 6
                                    

Al salir de la casa siento el aire fresco azotar contra mi cuerpo, refrescándome del mal momento y a la vez, provocando un nuevo escalofrío

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al salir de la casa siento el aire fresco azotar contra mi cuerpo, refrescándome del mal momento y a la vez, provocando un nuevo escalofrío.

— Lamento que hayas tenido que ver eso allá dentro —su voz por detrás logra tensarme, sin embargo me oculto el sentimiento. 

— ¿Le pasa seguido? 

— A veces, cuando recuerda el suceso traumático que la dejó así. Tú no eres amigo de Sarah, ¿no es así? Nunca mencionó ningún hombre.

— No, no era amigo de Sarah, pero si que la conocía.

— Deja de mentir. Hace poco vino otra chica, por los «rumores» sobre Ianthe. ¿Y tú qué eres, otra de sus víctimas? —acusa. 

— No soy su víctima —gruño.

— ¿Seguro que no? —aprieto los dientes con molestia. Esta chica comenzaba hacerme perder los estribos.

— ¿Me vas a contar lo que vine a saber, o seguirás provocándome? —la mujer me mira de reojo antes de comenzar su relato.

— Nunca tuvimos una infancia perfecta. Mamá y papá discutían a gritos cada que podían, y cuándo el bastardo de mi padre llegaba borracho acudía a nuestra habitación, nos tocaba sin consentimiento. Sarah en muchas ocasiones se ofrecía a ser ella quién tuviese que complacer al hijo de puta, con tal de que no me hiriese a mí.

» Una vez llegó temblando a la habitación, con la sangre corriendo de su entrepierna. La había desvirgado, introduciendo una botella de cerveza en su vagina. Nunca le dijimos nada al respecto a nuestra madre.

» Los abusos continuaron en torno a nuestra adolescencia, cada vez iban siendo peores. Papá llegó al grado de apagar cigarrillos sobre la piel desnuda de mi hermana, en otras ocasiones la golpeaba con un fajo de piel mojado.

» Por supuesto, cuándo sufres estos abusos buscas el consuelo en otras cosas, como las drogas. Mamá descubrió en una ocasión a nuestro padre, eyaculando sobre el cuerpo desnudo de mi hermana. Por supuesto se enfureció y lo corrió de casa lanzándole todo tipo de objetos que a su paso encontraba. Auxilió a mi hermana y no tuvo otro remedio que enviarla a terapia, un error garrafal. Resultó ser que la psiquiatra y mi hermana establecieron lazos afectivos al punto de iniciar una relación sádico amorosa.

— Para resumirte, mi madre lo descubrió y envió a Sarah al colegio religioso en Chicago, Giamatti con la esperanza de que le entrara Dios a la cabeza. Por supuesto, fue donde conocí a Ianthe. Ianthe llegó al instituto rota, y por supuesto Sarah también. Compartieron juntas no sólo la habitación sino su dolor. Y en algún momento Ianthe decidió fingir ser la víctima de la situación. Se fue del colegio y meses más tarde volvería con sus amigos únicamente para destruir a mi hermana. Creyeron que lo habían logrado pero, ya lo has visto, fallaron.

— Fue demasiada mierda para ustedes.

— Cuídate bien, porque a Ianthe le gusta atacar por la espalda y créeme, es perfecta fingiendo apariencias —una sonrisa ladina aparece en sus labios antes de dar media vuelta hacia su casa.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora