S E I S

2.4K 116 8
                                    

06. Visitando al viejo Geoff.


Siempre había deseado hacer todo lo que quisiera y de algún modo, hoy puedo cumplir aquello.

No de la mejor manera, por supuesto, pero lo importante era que, sin duda tenía el control de mis decisiones.

— Contraseña —pide el grandulón a través de una rejilla por la puerta grande de metal. Espero unos segundos antes de abrir la puerta y con fuerza estampar ésta contra el grandote.

— Contraseña, mi culo.

Camino perdiéndome entre la oscuridad de los pasillos, hasta dar finalmente a la primer puerta.

Agacho la mirada, no por miedo, sino que, lo que pasaba allí no era algo de mí importancia.

En éste inhóspito burdel de mierda se podía encontrar de todo. Tal como una anciana coger con su mismo nieto.

Sigo mi camino dirigiéndome por las viejas lámparas de gas pegadas a la pared. No iluminaban mucho pero si dejaban un poco a la vista del camino. Antes de poder llegar hasta la habitación dónde se encontraba el dueño, primero tenía que recorrer varias habitaciones tal cómo un laberinto y a la vez, un museo dónde las personas podían pasearse cómodamente mientras disfrutaban de todas y cada una de las habitaciones.

La próxima habitación a la que entro está perfumado con un dulce olor a vainilla. Cuando levanto la vista conecto con con la mirada azulada de una niña, de no más de nueve años. La niña estaba siendo cogida analmente mientras el viejo acariciaba con rapidez la vagina de la niña.

Demonios.

— ¿Te nos unes? —pregunta con una sonrisa perversa que pronto es borrada pues, en su rostro se forma una expresión de dolor cuándo el viejo decide pellizcar sus pezones.

— Espero que disfrutes lo que haces, porque es la última vez. Maldito pedófilo —no me detengo de jalar el gatillo. La bala sale disparada atravesando el cráneo del viejo, dejando un agujero marcado del cuál, había comenzado a brotar sangre escurriendo desde su frente hasta su barbilla.

Sigo mi camino dejando a la niña anonadada y lloriqueando.

No hace falta que toque la última puerta pues, ésta se abre sola. Sentado en un sofá de cuero individual se encuentra Geoff, el anciano decrépito dueño de ésta bazofia.

— Tardaste más de lo que esperaba —dice, luego de echar una mirada a su reloj— por cierto, no puedes simplemente llegar y matar a mis clientes Ianthe. Ben era uno de mis mejores clientes —chasquea y niega.

— ¿Qué demonios significa esto? —aviento a su regazo un sobre dónde dentro habían fotos y algunas amenazas escritas por su propia letra. Amenazas que tenían como objetivo asustarme.

— No comprendo —al ver su rostro en una de las fotos, su rostro palidece y yo enfurezco más.

— ¿¡Qué demonios hacías en mi casa!?

— Había —aclara su garganta—. Había estado recibiendo llamadas extrañas, en la última llamada mencionaron tu nombre. ¿No te das cuenta de qué quieren ponernos en contra?

— ¿Rastreaste el número?

— Las llamadas duraban menos de siete segundos. El número claramente es de aquí. Tienes muchos enemigos Ianthe.

— Nadie en Rhode Island.

— ¿Y qué me dices de Staten Island? Allá es dónde actualmente resides ¿no? —Me quedo en silencio—. Las fotos, ¿de dónde las has sacado?

B R O K E NWhere stories live. Discover now