C U A R E N T A Y T R E S.

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Capitulo 43.- Tus respuestas en un maletín.

Camino con paso firme abriéndome paso entre el mar de gente que deambulaba por la funeraria. No evito formar una mueca de disgusto. ¿De qué servía llenar toda la funeraria si de entre tantas personas apenas tres te conocían en vida? Concetta se había encargado del velorio de Reich, y obviamente no podían faltar sus invitados, personas que se presentaban con la obligación de quedar bien con la mujer y no por luto al hombre que descansaba en la caja de madera.

— Se les acabó su show, largo —espeto mientras cierro el cajón por completo. No les interesaba para nada ver el rostro del cadáver de un desconocido.

Hoy, al amanecer y ver la dirección que me había enviado Joseph del lugar, pensé en no venir, sin embargo, fue una lucha de emociones.

Reich había estado para mi desde el primer día que lo conocí, sin embargo había traicionado a Caín.

Pero no a mi.

A pesar de que ese día de la fiesta no pudimos hablar mucho, veía alegría en su mirada, por verme. Siempre me trató de una manera paternal, me enseñó mucho de lo que sé.

— Que bueno que viniste —la voz de Concetta logra sacarme de mis pensamientos. Me doy la media vuelta, observando que detrás de ella le sigue un hombre que portaba un maletín marrón—. Me gustaría que pudieras acompañarnos un momento. ¿Puedes?

No había de otra.

Asiento, y sin más les sigo por detrás. Abandonamos la capilla y subimos a la suburban negra que esperaba con las puertas abiertas, ni bien cierran las puertas, la camioneta se pone en marcha. En el lado del copiloto, un hombre moreno con facciones turcas se gira hacia mí. 

— Amid Murphy —se presenta mientras estira su man, la estrecho con duda—. Antes de morir, Reich dejó algunos papeles para ti —indica mientras hace presente el maletín café.

— No es necesario que lo abras aquí —se adelanta Concetta—, puedes hacerlo cuando y donde quieras. Tienes que ponerte cómoda —advierte. Les miro con duda, sin embargo me limito a asentir con la cabeza—. Amid ha sido el abogado de la familia Lambrusco durante años. Confío en él más que nadie —confiesa—. ¿Sabes algo? Tú y yo somos por mucho, iguales. Dos mujeres venciendo los obstáculos de la vida, a pesar de ya no tener razones para vivirla. ¿Y sabes qué es lo mejor? Cuando lo pierdes todo, incluso el miedo, ya no hay nada que te detenga.

Tenía razón.

Solo en una cosa se equivocaba.

Logan.

Era la única razón por la que seguía aferrada a esta vida.

Por supuesto ella no estaba para saberlo, y mucho menos yo para contarlo.

La suburban se detiene y nos vemos obligadas a bajar de la misma, ni bien volvemos al recinto nos encontramos con Damon y su séquito de bad boys, entre ellos, les acompañaba John, quién me mira con sorpresa. Por supuesto él no podía ver la reacción de mis ojos por las gafas oscuras que cubrían mi mirada.

— Gracias por invitarnos Concetta, para nosotros es un placer poder..—

— No es una maldita fiesta —le interrumpo de tajo. Damon me observa con una ceja levantada.

— A pesar de que Ianthe tiene razón —interfiere Concetta—, les agradezco que nos acompañen hoy.

Damon asiente mientras se acomoda la corbata, sin dejar de verme ni un solo segundo.

— ¿No es hipócrita de tu parte ofenderte? —interrumpe Kurt—. Considerando que la última vez lo querías muerto.

Aquel comentario logra herirme de sobre manera. Por supuesto que lo era. Por primera vez, Kurt había atinado un comentario. Y eso me podía.

B R O K E NWhere stories live. Discover now