T R E I N T A Y D O S

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Capitulo 32 — El abismo me ha mirado. I parte.

— ¡AUXILIO! ¡SOCORRO! 

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— ¡AUXILIO! ¡SOCORRO! 

La mujer seguía gritando histérica, mientras el niño —que permanecía abrazado a la cintura de su madre—, miraba con ojos morbosos la escena. 

— ¡Cállese, joder! —espeto. 

La mujer se traga sus gritos y me mira ofendida. El niño abrazado a su cintura deja de mirar el cuerpo semidesnudo e inerte de la chica y me mira con sorpresa. 

Si mocoso, acabo de callar a tu mamá.

— Lo mejor será que se lleve a su mocoso y vaya con el capitán por ayuda —la mujer se queda estática, sin poder comprender aún lo qué sucedía—. ¡AHORA! 

Ambos caminan a tropezones hasta correr escaleras arriba en búsqueda del capitán, dejándome completamente sola con el cadáver. Aún a la distancia a la que estaba sentía los huecos sangrientos penetrarme el alma. Decido acercarme un poco más, curiosa y sumida en aquellos agujeros donde se supondría debían estar los ojos de la chica. ¿Los habría tenido marrones, o compartiría el mismo defecto de los ojos de color como los míos? 

Me pongo en cuclillas con cuidado de no contaminar el cuerpo, ni tampoco la sangre que comenzaba a caer sobre el piso. La chica —quién no debía pasar los veintinueve años—, conservaba el rostro sereno y apacible pero hinchado y púrpura. Su lengua había quedado atrapada entre sus dientes, y sobresalía de sus labios. El asesino u asesina (no podía confirmar nada) debió haber retirado los ojos después de haberla asfixiado. 

— ¡El capitán no está! —la voz infantil del niño me toma por sorpresa y logra ponerme los nervios a flor de piel. 

— ¿Estás seguro? ¿Ya buscaron por todos lados? —inquiero mientras me pongo de pie. 

— ¡Sí, y no está! 

— Ve con tu madre. Los veo en la proa.

El niño asiente y ante una última mirada descarada al sexo del cadáver se va corriendo con travesura. Miro una última vez los huecos antes de dar media vuelta para hacer una llamada telefónica.

La llamada pita tres veces antes de enlazar la línea. Al otro lado, la voz masculina del detective Parker atiende. 

— Ianthe. 

— Hay un cadáver en el Ferry a St. George. No hay capitán a bordo, venimos a bordo una mujer, un menor de edad y yo. Necesito que mandes refuerzos que no sé manejar un jodido transbordo. 

— Ok Ianthe, necesito que permanezcan lejos del cadáver. Asegúrense de estar todos en la cubierta principal y por favor NO CUBRAN EL CADÁVER.

— ¿Es todo? 

— Envíame por mensaje tus coordenadas, estaremos llegando en quince minutos o menos.

Cuelgo la llamada y me apresuro a enviar el mensaje con las coordenadas. 

B R O K E NWhere stories live. Discover now