V E I N T I T R É S

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Capítulo 23

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Capítulo 23.— Recuerdos de una mujer rota.

De pronto sentía que los papeles habían cambiado y que de un momento a otro, ahora era John quién controlaba mi vida. Decidí no objetar nada ni indagar más allá de lo que me daba y no por enfrentarlo, sino por mí.

El resto de la tarde lo pasamos viendo una serie por TV, por suerte había maratón y lo importante, era una serie que valía la pena.

Tres golpes en la puerta interrumpen nuestra concentración en la pantalla. Miro unos momentos a John antes de proceder a permitir la entrada de quién fuera. La mujer de René entra por la puerta con un par de globos de helio y una caja de lo que parecen ser chocolates. Cuando sus ojos me miran se cristalizan al instante y no pasa mucho para que las lágrimas comiencen a bajar.

— No sabes lo preocupada que estaba por ti —solloza.

Pensar en su nombre es todo un reto, lo he olvidado por completo, sin embargo la veo acercarse a mí y tras dejar la caja con los globos sobre la cama se avalanza a mí y me envuelve entre sus brazos. Me tenso de inmediato, pero con el paso de los segundos voy relajando mi cuerpo. Aquél abrazo resultaba ser sorprendentemente reconfortante.
Finalmente la mujer de René toma su distancia de mí y me sonríe.

— Te traje chocolates, no estaba segura si te gustarían pero decidí arriesgarme —me extiende la caja que con gusto acepto luego de agradecer el gesto.

— Aprovechando el gesto, iré a casa a darme un baño. Vuelvo pronto —asegura el azabache a mi lado—. Quedas en buenas manos —se despide y posteriormente besa mi cabeza antes de salir de la habitación.

— ¿No te importará si me quedo, verdad? —inquiere con una sonrisa tímida, por mi parte niego con la cabeza—. ¿Recuerdas algo sobre mí, Ianthe?

— Sé que eres la mujer de René, pero no recuerdo tu nombre.

— Healy, Ianthe —asiento.

— Seguro, como la gelatina —señalo. Healy me mira intrigada y cuando se da cuenta que la miro, cambia su expresión facial y amplía su sonrisa.

— Casi pensé que no te volvería a ver. Es terrible, lo sé, pero con el asesino serial suelto no pude pensar otra cosa peor.

— No quiero hablar más del tema —sentencio. La habitación se queda envuelta en un sepulcral silencio, ambas nos dedicamos a mirar la serie en la pantalla. Hasta que nuevamente alguien irrumpe en la habitación.

Un hombre no muy mayor de edad, con el cabello oscuro peinado hacia atrás portaba una camiseta negra y en esta misma una placa policíaca se mostraba. Sus ojos me examinan con cuidado y posteriormente pasa a ver a Healy.

— Buena noche señora Grimes —saluda cordial con una sonrisa y porte impecable. Hasta podría jurar que parecía de revista.

— Supongo que querrá hablar con ella a solas.

B R O K E NWhere stories live. Discover now