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POV Skyler

Había pasado una semana desde el funeral de Bianca. Cameron no había vuelto y tampoco daba señales de vida, o al menos no nos las daba a nosotros. Sabíamos que no le había pasado nada porque en ese caso ya hubieran avisado o a Carlo o a mi tío.

—¿No sabes nada de ella? —Le pregunté a mi tío por quinta vez.

—No, no sé nada. Sabes que discutimos antes de que se fuera.

—¿Entonces para qué sirven tus estúpidos contactos?

—No le hables así a tu tío, Skyler. —Me regañó mi padre.

—¡Es la verdad!

—Cameron es mayor y sabe lo que hace. Si se fue sin decir a qué o cuándo volvía, es porque no quiere saber de nosotros ni que nosotros sepamos sobre ella. Tienes que darle espacio. —Dijo Carlo al otro lado de la mesa.

—Mejor me voy. —Me levanté de la mesa y salí del comedor. 

No tenía mucho para hacer, pero tampoco quería quedarme a aguantar a mi familia, así que decidí llamar a Matteo, que había vuelto hacía un par de días de sus vacaciones en Estados Unidos.

—¿Dónde estás? —Le pregunté abriendo la puerta de mi habitación.

—Jugando billar. ¿Qué quieres?

—¿Puedo ir?

—No.

—¿Por qué?

—Porque no. Adiós.

—No quiero estar más en casa.

Escuché a mi hermano resoplar y maldecir.

—Bien. En un rato te recoge Lipe.

Me cambié de ropa y esperé a ver el auto de Felipe por la ventana de la torre. Cuando por fin llegó, bajé corriendo y salí de la casa para entrar al auto negro.

Dentro estaba Felipe, su hermana junto a Andrea y un muchacho al que no había visto jamás. Andrea y la hermana de Felipe estaban demasiado pegados a mi parecer, aunque no hice comentarios. 

—¿Lista, rubia?

—Vámonos de aquí.

Creí que iríamos a un bar cualquiera o que iríamos a alguno de los clubes del padre de Felipe, en cambio, terminamos en casa de los Romani. No entendía siquiera por qué ahí y no otro lugar.

Lombardi aparcó el auto en el garaje de la mansión, al lado del auto de Cameron y entramos a la casa.

[...]

Más o menos a eso de las doce, la mayoría ya estaban borrachos. Y por decir la mayoría, me refería a Matteo, Lipe y Andrea. Yo había bebido algo, pero no estaba tan borracha como ellos, todavía podía mantenerme en pie.

Los chicos, a pesar de que no coordinaban demasiado, seguían jugando al billar, era como si nunca se cansaran de ese juego. En algún punto, Felipe se quedó dormido sobre una silla, mientras que mi hermano y Andrea seguían jugando. Por otro lado, el chico que estaba con ellos, al que no me habían presentado, parecía excluido de la situación.

—¿Cómo te llamas y quién eres? —Le pregunté.

—Me llamo Mauro Morelli.

¡Ah! Hijo de Ignazio Morelli, el hombre que mi padre había puesto en el lugar de Stefano DeLuca.

—Yo soy Skyler Vittori.

—Lo sé. —Respondió.

—¿Por qué estás tan aislado?

the girl in black; sapphic [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora