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Ya era casi de noche, habíamos cenado y nos estábamos preparando para acostarnos.

–¡Chicos, a dormir ya! –gritó Izan–.

Se acercó a Matthew y le dijo algo al oído.

–Agggh –se quejó Val– Tengo sueño, quiero ir a dormir ya.

Me reí por lo bajo de ella, y vi a Xander hacer lo mismo. La verdad es que yo no tenía nada de sueño, podría estar despierta toda la noche. Eso sí, si tenía a alguien con quien hablar. Porque si no, me dormía. Pero todo el mundo estaba cansado, y nadie querría hablar conmigo.

–Ha habido un problemita, y es que al menos dos personas tienen que irse de esta tienda. –dijo Izan señalando directamente a nuestra tienda– Solo será esta noche, venga, decidid quién se va. Es que ahí hay muchos, pero no tenemos otra tienda de tres o cuatro para que os separéis en dos grupos, solo nos quedan las tiendas de dos personas.

Todos nos quedamos quietos, deseando no tener que irnos. Valerie, por supuesto, fue la primera en hablar:

–Yo no pienso irme de aquí.

Puse los ojos en blanco, y a partir de ahí todo el mundo se puso a hablar, interrumpirse y quejarse porque no se querían ir.

–A ver –dije yo intentando que mi voz sonara por encima de las demás–, yo me puedo ir a la otra tienda, que es solo una noche y no nos vamos a morir. Val, ¿Vienes conmigo?

Todos suspiraron aliviados. Se habían librado.

–Jooo, es que yo quiero dormir en esta tienda.

Suspiré al oír su respuesta y todos se pusieron a discutir otra vez.

–A ver chicos, ¡Chicos! –dijo Matthew dando dos palmadas– Elijo una persona al azar y así no hay discusión.

Todos se callaron y recé en mi cabeza para que eligiera a alguien con quien tuviera suficiente confianza como para estar durante toda una noche a solas, y que sacará tema de conversación.

–Voy yo –dijo de repente una voz–.

Le miré, sorprendida, al igual que todos mis demás.

–Que a mí no me importa.

Cómo no. Era Alexander.

Me dio un vuelco al corazón y sonreí. Me daba muchísima vergüenza dormir con él a solas en una tienda, pero a la vez...

Todos agradecieron a Álex por presentarse voluntario (a mí no) y fuimos los dos a recoger nuestras cosas a nuestra antigua tienda.

Mi corazón se aceleró al mirarle y ver que me estaba sonriendo.

–Bueno, pues nos espera una noche juntos –dijo él sin dejar de sonreír–.

Me puse roja al instante, pero como era de noche y estaba oscuro no pareció darse cuenta.

–Síii –respondí sin saber muy bien qué más decir–.

Por suerte llegamos a la tienda y no tuve que seguir hablando. Me agaché a la vez que él, poniéndome de cuclillas delante de la puerta. Giré la cabeza mirando hacia otro lado, por si acaso veía lo roja que estaba.

–Uff –repliqué al alargar el brazo todo lo que pude hasta mi mochila, que estaba en el fondo de la tienda–.

La acerqué hacia mí, y miré a Álex, para ver si había terminado de recoger sus cosas. Estaba dado la vuelta colocando algo.

–¿Ya estás? –le pregunté–.

–Sí, ya voy, no consigo meter esto... –me acerqué a él y miré por encima de su hombro lo que estaba haciendo–.

–Ay, la que estás liando –dije mientras reía al ver cómo intentaba meter a presión una sudadera dentro de la mochila que, lógicamente, no cabía–.

Él rió mientras seguía intentándolo.

–A ver, que no entra –reí–.

–Bueno, pues la dejo fuera –respondió, dándose por vencido–.

Se dio la vuelta bruscamente y se encontró con mi cara a cinco centímetros de la suya. Sus ojos estaban a la altura de los míos, brillantes en la oscuridad.

Podía notar su aliento, su respiración en mis labios, y el cosquilleo en la nariz que notas cuando estás muy cerca de alguien.

Quería besarle. 

Todos mientenTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang