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Ocho días.

Y solo me quedaba un asunto pendiente: hablar con Niall. Todavía no había aclarado lo del Naproxen, aunque sabía que había pasado así. Pero quería hablar con él directamente, y asegurarme de ello. Simplemente que me confesara todo, para tener ya la conciencia tranquila.

Salí de mi habitación decidida, hacia el cuarto de los chicos, pero, cuando pasé por delante de la puerta, una mano me agarró el brazo y me arrastró hacia el interior.

Era Alex, lo sabía. Cerró la puerta a mi espalda sin soltarme del brazo, y me reí, aunque no entendía lo que estaba haciendo.

–¿Qué pasa? –le pregunté entre risas, confundida. Él también se rió–.

–No, es algo serio, quiero preguntarte algo...

Me empecé a estresar.

–A ver, dime.

–Después de estar pensando mucho he llegado a la conclusión de que algo dentro de mí siente algo...

Esto no me lo esperaba. Intenté tranquilizarme y respirar despacio, para evitar caerme. Él continuó hablando:

–Puede que pienses que es una broma, pero no.

Rió. Hice lo mismo, con una risita claramente nerviosa. Él se crujió los nudillos uno a uno, lo que hacía cuando estaba alterado.

–Al fin y al cabo somos buenos amigos y todo eso –continuó– y si me dices que no, no pasa nada. Seguiremos siendo amigos normales y fingiremos que esto no ha ocurrido. Así que... qué dices ¿Quieres... salir conmigo?

Al oír la pregunta, me empecé a marear. ¿Me gustaba? Sí. No. No lo sabía, no estaba segura. A veces le adoraba, y otras esperaba simplemente que se fuera.

Pero ¿por qué decirle que no? Sabía que si lo hacía, luego me arrepentiría.

Volví a la realidad y recordé que Alex estaba ahí, mirándome.

–Pues... yo creo que sí. No tenemos nada que perder, y podemos intentarlo. Espero que la situación no se ponga incómoda, porque la verdad es que nunca he salido con nadie. De manera seria, lo de primaria e infantil no cuenta. Y no sé muy bien qué hacer –confesé–.

–Pues haz lo que te sientas más segura.

Si ya le había dicho que sí. Se notaba que estaba nervioso.

–¿Así que me lo puedo tomar como un sí? –preguntó al fin–

–Sí –afirmé, sonriendo–.

–Vale –dijo con la cara iluminada–.

Salí de la habitación, emocionada, sin creerme lo que acababa de pasar. Ahora, ¿tenía novio?

Salté en el pasillo de alegría, a lo que unos compañeros de mi curso que pasaban al lado, me miraron raro.

Me daba igual. Ya todo me daba igual. ¿Cómo había pasado todo esto?

Antes no tenía claro si Alex me gustaba o no, pero ahora no tenía ninguna duda. Era él al que necesitaba, y nunca me había dado cuenta.

Desde ese día, cuando habíamos dormido en la misma tienda, los dos solos, debería de haberme dado cuenta de que era él.

Al menos ahora lo sabía.

Volví a mi habitación, a contárselo a Val. Ya hablaría mañana con Niall, ese asunto podría esperar. Eché a correr por el pasillo hasta mi habitación, encontrándome a Val tumbada en su cama, como siempre.

Se lo conté todo emocionada, y hablando rápido, nerviosa. No sé si me entendió del todo, porque hablé tan rápido que a lo mejor me dejé parte de la historia atrás.

–Ya lo sabía –dijo cuando terminé de contarle todo–.

–¿¡Cómo!? –pregunté, sin saber si reír o llorar–

–Sí, Ella –dijo, partiéndose de risa–. Todos sabíamos que le gustabas a Alex. Se notaba un montón.

–¡Qué dices! –dije alucinando– ¿¿PERO POR QUÉ NO ME HABÍAS DICHO NADA??

Qué estrés.

–Alex nos pidió que no te dijéramos nada, tranqui –soltó una carcajada–.

–¿«Nos»? –pregunté, atónita– Ay, madre. Pero, ¿cuántos lo sabíais? No me digas que todos, por favor –supliqué sonriendo–.

–Ehh, pues sí. Todos.

No podía ser. ¿En qué momento mis amigos podían ocultar un secreto así? Nunca se habían coordinado de esa manera para mantener la boca cerrada, y si lo hacían, siempre se les notaba un montón. Pero no me había dado cuenta ni yo de que le gustaba a Alex.

–Bueno, pero que le has dicho que sí –me dijo, como si no lo supiera– ¡QUE ELLA TIENE NOVIO! –gritó– 

Todos mientenWhere stories live. Discover now