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Me quedé petrificada delante de la puerta, esperando a que el director, al que solo había visto una vez, se acercara a mí y me gritara por haber dormido en otra habitación. Pero, para mi sorpresa, entró en la habitación de los chicos. Ellos no habían hecho nada, no tenían nada que ver, ¿les iba a reñir a ellos? No era justo.

Pestañeé. Tenía que decir lo que había hecho, aunque eso tuviera unas malas consecuencias para mí. No iban a cargar ellos con el peso de mi castigo.

Conseguí moverme, y anduve hacia su habitación, sin esquivar a la gente que pasaba a mi lado, chocándome con ellos.

Algo malo había pasado.

Lo notaba.

Por fin logré llegar, tras recibir algunos insultos de gente con la que me había chocado de camino. Al asomarme por la puerta, me quedé de piedra. Había un montón de gente dentro: varios profesores, el director, mis amigos, e incluso otros alumnos. ¿Tanto revuelo solo por una tontería? No había sido para tanto.

Al fondo de la habitación, Alex hablaba casi a gritos con el director. Entré y nadie pareció notar mi presencia. Estaban demasiado concentrados en lo que fuera de lo que estaban hablando.

–¿Qué está pasando? –pregunté, esperando que alguna de las muchas personas que había en la habitación me respondiera–

Nadie lo hizo. Intenté escuchar alguna conversación, pero con todo el ruido que había era casi imposible. De repente, oí a alguien nombrar a Jayden. Ese nombre sí que no se me escapaba. Me giré hacía el lado de donde lo había oído.

Allí estaban Niall y el profesor que nos daba geografía, hablando también casi a gritos, moviendo las manos. Me acerqué a ellos.

–¿Qué pasa? –pregunté mientras seguían hablando–

Lo pregunté más alto al ver que tampoco me respondían. Me estaba poniendo demasiado nerviosa.

–Es Jayden... –dijo Niall–

Los dos se miraron, callados. ¿Qué pasaba con él?

–...No está –terminó Niall la frase–.

Lo miré, incrédula.

–¿Cómo que no está? ¿A qué te refieres?

–PUES A ESO, IDIOTA –me gritó–.

Me alejé de él, asustada.

–¡QUE HA DESAPARECIDO!

–¿Qué? –dije con un nudo en la garganta–

–Joder –se quejó Niall dándome la espalda, con las manos en la cara–.

El profesor le puso la mano en el hombro.

–Tranquilo –le susurró, acariciándole la espalda, para que se relajara–.

Yo seguía sin entender nada. Alex, por suerte, se acercó a mí, con la cara blanca, y con una expresión seria que pocas veces le había visto.

–¿Qué..., qué pasa? –tartamudeé–

Alex miró hacia los lados, pensando en una respuesta, confuso.

–Cuando nos hemos despertado esta mañana, Jayden no estaba.

Entonces era verdad. Había desaparecido. Alex continuó:

–Pensábamos que había ido al baño o algo, pero fuimos a buscarlo y no estaba. Y ha pasado media hora, hemos mirado por todas partes y no está. También ha desaparecido su móvil.

Al oír eso, las lágrimas salieron inevitablemente de mis ojos. ¿Cómo podía haber desaparecido así, sin más? Alex me atrajo hacia él, rodeándome con los brazos. Me apoyé en su pecho mientras seguía llorando. No sabía ni siquiera por qué lloraba, a Jayden no le había pasado nada malo. Probablemente se hubiera fugado y ya está. Pero algo dentro de mí me avisaba de lo contrario, me decía que Jayden no estaba bien.

Todos mientenWhere stories live. Discover now