Kaknab

2.1K 227 5
                                    

Kaknab siempre fue una mujer curiosa por naturaleza, aún cuando el resto del mundo le decía que no y que se alejara de lo desconocido ella iba en contra la corriente y hacía lo que nadie más se atrevía a hacer, era valiente y no le temía a lo desconocido.

Su abuela siempre le advirtió de no ir cerca de las costas de la península; contándoles siempre a ella y a su hermana mayor sobre lo que había visto cuando era joven: un hombre, que no era hombre, aquello lo llamo un Dios, un Dios que no se le veía amigable y que con sus propios ojos vio volar.

Aquella noche en particular decidió caminar cerca de la costa antes de regresar a casa, pese a su valentía y curiosidad no creía tanto en aquello; su vista viajo por la costa, sintiendo la suave brisa nocturna y la humedad típica del océano cuando su vista se enfocó en una silueta masculina a varios metros a su izquierda.

Sin temor o desconfianza la joven mujer de 25 años se acercó a el desconocido y se posó a su lado.

—Es hermoso ¿no?— Preguntó ella con suavidad refiriéndose al océano.

El hombre pareció tensarse a su lado, al parecer no se había percatado de su presencia hasta que ella había hablado, aún así no respondió nada.

K'uk'ulkan había estado demasiado distraído, por lo general a veces subía a la superficie para admirar el entorno, para recordarse que ese ya no era su mundo, ni nunca lo había sido y para recordarse porque odiaba la superficie cuando los recuerdos amargos inundaban su mente y aquel día en específico era el aniversario de la muerte de su madre.

Esa mujer ahora estaba a su lado, aquella humana de la superficie, alguien que no debía de saber siquiera de su existencia.

—El océano— Explicó ella tras no obtener respuesta de su parte y mirando al extraño, debido a la oscuridad era imposible verlo correctamente, traía puesta una especie de capa tradicional que estaba atada en su hombro que cubría la mayor parte de su cuerpo por lo que no pudo observar las particulares alas en sus tobillos o aquellas orejas puntiagudas que apuntaban al cielo, sólo sus rasgos faciales duros, masculinos y la perforación en su nariz que complementaba su belleza. Ante sus ojos era un ser humano como ella —Aún después de todo lo que nuestros ancestros vivieron seguimos aquí— Dijo distraídamente.

Por primera vez K'uk'ulkan la miró, la mujer vestía un huipil tradicional en color negro y de bordados coloridos, su cabello negro largo se movía debido al viento nocturno, su piel morena y sus ojos oscuros miraban con anhelo el mar.

—Le conquistadores chéen-tasa'aben k'aas k lu'um— Dijo en maya, (Los conquistadores sólo trajeron desgracia a nuestra tierra) la morena se sorprendió levemente al escuchar el rencor y veneno en sus palabras.

—Si, lo sé. Aún si trajeron desgracia a nuestras tierras logramos liberarnos de la esclavitud.

—¿Ka woksaj óotik wáaj Táantik in?— Preguntó (¿Crees que acabo?) —Ma'atech Táant, tuméen Te'exe' Mantats' níikil ti' le k'iino' je'el xano' ba'alo' xma' kaambal— (Nunca acaba, porque ustedes siempre caen en el mismo error sin aprender)

—Le ba'alo' a ku beetiko'ob ch'íijsajil— Respondió esta vez en maya (Los errores te hacen humano)

Se sorprendió levemente por aquel argumento tan burdo y estúpido y que sin embargo era cierto.

—¿Cuál es tu nombre?— Está vez preguntó él, en español.

—Kaknab— Respondió la mujer.

—Significa “Océano”— Dijo más para si mismo el hombre que para ella.

La mujer asintió levemente antes de preguntar:

—¿Y cuál es tu nombre?

K'uk'ulkan pensó durante un pequeño lapso de tiempo su respuesta antes de responder.

—Namor.

La mujer asintió, era la primera vez que escuchaba tal nombre.

—Es un lindo nombre— Admitió pensativamente.

—Su significado no— Negó el hombre repentinamente.

—¿Por qué?— El hombre pudo distinguir el destello de curiosidad en su mirada y fue inevitable como el fantasma de una sonrisa apareció en sus labios.

—¿Todos los de la superficie son curiosos como tú?

Ella frunció levemente el ceño ante la pregunta tan extraña antes de negar.

—No todos supongo— Respondió —Ser curiosa es parte de mi naturaleza— Agregó como si estuviera orgullosa de aquello.

Para K'uk'ulkan era la primera vez que hacía contacto con un humano después de la muerte de su madre y era extraño ver a aquella mujer de naturaleza curiosa y no sentir repulsión o odio hacía ella como con el resto.

—¿Sabes? pese a que nos equivocamos y seguimos repitiendo el ciclo con nuestros errores no todo es tan malo, si por un momento dejas de lado eso puedes ver las cosas buenas de este mundo y darte cuenta de que tal vez, sólo tal vez no todo está tan perdido como crees, aún en nuestros momentos más oscuros siempre hay un rayo de esperanza Namor, la esperanza siempre es lo último que muere— Retomó el tema.

—¿Y si todo está perdido? ¿Si no hay esperanza? ¿Qué hay si quiero quemar este mundo, ser el primero en comenzar su extinción por todo el daño que han hecho?

No entendió demasiado aquello, aún así ella respondió.

—Aunque no lo creas hay esperanza, yo creo que es así, creo que se puede cambiar para mejorar y quemar el mundo no es la solución pese a que acabes con el, las heridas seguirán ahí, el pasado seguirá ahí, porque el daño ya está hecho.

—¿Siempre eres tan positiva?— No sabía cómo denominar aquello, la mujer parecía tener fé ciega en la humanidad y al parecer solo la bondad y la esperanza existía en su mundo, claramente era alguien a quien la vida jamás la trato mal, a quien el mundo jamás le arrebato algo y que aún no se contaminaba por la crueldad de las personas.

—No creo que el positivismo tenga algo que ver, yo simplemente... intento ver el lado bueno de todas las cosas, tengo esperanza— Respondió —Aún si el mundo me arrebata todo lo que tengo, jamás me quitará mis creencias, el quien soy, ni mis esperanzas, siempre seré fiel a mi misma.

Sus palabras lo dejaron totalmente en blanco, ella le sonrió de manera dulce, cálida... una sonrisa que nadie jamás le había dado después de su madre... una sonrisa llena de una esperanza, una esperanza que él hacía mucho creyó inexistente.

—Me tengo que ir— Finalmente dijo, mirándole fijamente —Fue un gusto conocerte Namor— Y con eso ella se dispuso a dar la vuelta y marcharse pero antes de avanzar más, él la detuvo, tomando su muñeca con firmeza y a su vez con suavidad entre una de sus manos.

—¿Te volveré a ver?— No supo el porque la detuvo, el porque pregunto aquello y ni mucho menos el porque la dejaba marchar tan fácil cuando ella sabía de su mera su existencia algo que no debía de ser.

—Mañana. Mañana estaré aquí de nuevo, Namor— Fue su suave respuesta.

Y lentamente el agarré de aquel Dios serpiente emplumada se suavizó hasta soltarla y ver cómo la mujer se marchaba de ahí, dejándolo una vez más en su soledad pero ahora con una extraña sensación de vacío.

Y lentamente el agarré de aquel Dios serpiente emplumada se suavizó hasta soltarla y ver cómo la mujer se marchaba de ahí, dejándolo una vez más en su soledad pero ahora con una extraña sensación de vacío

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
IMPERIUM ┗ NamorWhere stories live. Discover now