📩 Jaque Mate a la reina

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Hay cosas que me pierdo en la vida cuando estoy enfocada en otras cosas. Muchas veces son cosas importantes y creo con firmeza que, si les prestara un poco más de atención, serían esas cosas diminutas las que me cambiarían la vida.

La única pregunta para la que tengo cabeza en este momento es: ¿Qué demonios pasó?

Estaba a punto de alcanzar la luz al final del túnel y hoy, de nuevo, parece que la distancia entre esa luz y yo creció enormemente.

Y no puedo sentirme triste. No puedo darme el lujo de seguir llorando porque he hecho eso durante los últimos cinco meses. ¿Quién diría que un apellido fuera tan pesado?

Un suspiro se me escapa sin poderlo evitar y con un movimiento fluido, le doy dos giros a mi vaso de whiskey para mezclar el agua del hielo derretido con el alcohol.

Después, me giro en la enorme silla presidencial y le doy la espalda a la puerta para enforcarme de lleno en la vista que me da el enorme ventanal de la oficina al exterior. Estas son las cosas diminutas a las que me refiero. Ahora mismo, que siento la frustración reverberar en mi interior, es el único momento en el que me he detenido a apreciar la vista desde que me asignaron esta oficina por tomar el cargo de CEO de LCorp. Todos mis días son tan ajetreados que no tengo tiempo de detenerme para admirar estas cosas. Y quizá si las observo, no las aprecio tanto como debería hacerlo. Debería tomarme al menos un minuto al día para hacerlo porque vaya sí no es una vista increíble.

Santo Dios.

¿Tomé la mejor decisión?

El rostro de Kara se aparece en mi mente como un destello y brilla más fuerte que la luz del sol en mi mente. Su expresión de enojo, sus refinados rasgos fruncidos de la furia por mi culpa, su boca en esa línea inexpresiva que no se compara para nada a la sonrisa que deslumbra cuando me la da. Y lo que casi me quiebra de mi resolución... El dolor en su preciosa mirada azul cielo.

Soy una bruja.

***

SEIS HORAS ANTES

-¿Sí? -respondo levantándome de mi lugar en el pecho de Kara. La rubia se encuentra con un brazo posicionado detrás de su cabeza y probablemente está en su quinto sueño sin ser consciente del exterior. No hay nada que agradezca más que el sueño pesado que tiene, especialmente en este preciso momento.

-¿Lena? -escucho la delicada voz femenina al otro lado de la línea.

Me cuesta concentrarme en sus palabras cuando tengo que levantarme de la cama con cuidado, buscar mi ropa interior y una de las camisas formales y largas de Kara para cubrir mi desnudez, luego ajustar el teléfono entre el hombro y la oreja para escalar por la ventana y salir a la escalera de emergencia del edificio al lado del estudio. Sé que la llamada necesitará privacidad, incluso de mi propia novia. Y esa realidad me da náusea.

-Lo siento... ¿Dime? -retomo la conversación cuando ya estoy sentada en una de las escaleras metálicas.

-¿Cómo te sientes? -es lo que la persona al otro lado del teléfono pregunta primero. Mi corazón se calienta por su tono de voz, cargado de una preocupación casi maternal que no había escuchado en meses.

-Tan bien como se puede sentir una persona después de que su torso desnudo se filtra en el internet -bromeo tratando de restarle importancia a mi incomodidad por la situación.

-Lo imagino, pero tienes que saber que fue un buen ángulo. Y tu novia hizo un excelente trabajo cubriéndote -responde soltando una risa suave.

-Supongo que tienes razón -mis dedos están jugando con los botones de la camisa blanca y tengo el impulso de abrazar mis rodillas y pegarlas a mi pecho para cubrirme del frío del ambiente.

ROMA SIN TI | SUPERCORPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora