EPÍLOGO

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Mi vida es el perfecto cliché.

Y gran parte de eso se lo debo a la persona de la que creí estar enamorada.

Estoy completamente segura de que no todos tienen la oportunidad de experimentar los clichés como yo lo estoy haciendo.

Estoy segura de que el destino o la suerte tuvieron piedad de mí y dejaron que mandara un mensaje a las dos de la madrugada de un día remoto de mi vida a la persona equivocada por alguna razón.

Estoy segura de que no todos tienen esta dicha y esta fortuna.

Por lo que a mí respecta, la persona que pudo haber contestado pudo haber sido un pervertido que realmente quisiera un favor sexual por mi error. Pudo haber sido un adolescente de secundaria listo para ponerme una demanda por acoso sexual. Pudo haber sido una anciana de la tercera edad con síndrome de religiosidad extremista que me mandara directo a un convento a purificar mis pecados.

Pero no fue así.

La persona que recibió mi mensaje se llama Lena Luthor y ahora mismo, está dormida en mi pecho respirando tranquilamente como si no tuviera compromiso alguno que atender.

Su mano en mi pecho me da la vista perfecta del pequeño diamante brillando en su dedo anular. Y mi corazón de nuevo hace esa voltereta divertida que me deja una sensación extraña, pero placentera en el pecho.

Mi mente se pierde otra vez en los recuerdos. Porque al parecer, recordar viejos momentos es mi nuevo pasatiempo favorito.

🗓 Roma, 2020

El lado positivo de haber dejado de trabajar para Lena es que no tengo que aguantar sus cambios de humor cuando su calendario se descontrola porque sus ejecutivos no se acatan a sus reuniones.

Me avergüenza decir que estoy disfrutando un poquito su estrés cuando la veo pasearse en pantis y calcetas de distintos colores por la habitación que rentamos para nuestra semana anual en Roma.

La pelinegra y yo creamos la tradición el año pasado, algunos días después de que yo volviera de mi viaje europeo con recuerdos mejores de los que esperaba tener. De alguna manera, en ese momento supimos que Roma sería nuestro lugar a partir de ese momento e inevitablemente terminaríamos volviendo, así que... ¿Por qué no planificar un viaje anual al lugar que nos vio nacer tantas veces?

—No, no, no —Lena le alega al teléfono. —No podemos seguir invirtiendo en ese proyecto. Creí haber sido clara cuando dije que no planeaba seguir gastando los recursos de la empresa en eso...

Mi novia se inclina para buscar su otro zapato debajo de la cama dándome una esplendorosa vista de su... retaguardia.

Dios, qué ganas de retrasarla para su reunión.

—No me importa lo que el señor Carlson diga, ¿por qué es tan difícil para la junta directiva respetar las decisiones de su CEO? —su voz se eleva de tono y eso me indica que mi holgazanería llegó a su fin.

Si no le ayudo a terminar de alistarse, Jess no será la única que tenga que lidiar con su mal humor.

Cuando Lena termina la llamada, sus cejas están fruncidas y su cabello obstruye su rostro al estar despeinado por el esfuerzo de encontrar sus cosas a tiempo. Y para ese momento, yo ya he puesto su atuendo en la cama y le he preparado el bolso con todo lo que necesita para sobrevivir un día de reuniones infernales en la subsidiaria de LCorp.

Lena se detiene en seco cuando ve las cosas en la cama y se gira para buscarme en la habitación. Yo ya me encuentro de vuelta en el sofá de la suite jugando con mi teléfono y cuando estoy por ganar mi partida, la ojiverde me arrebata el teléfono y lo avienta a la cama.

ROMA SIN TI | SUPERCORPWhere stories live. Discover now