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                        AILA

Mi habitación estaba atrapada en la absoluta oscuridad y un inmenso silencio, demasiado tormentoso a mi parecer, ambas cosas me estaban consumiendo por completo y tenía una extraña sensación de asfixia que solo acentuaban aún más la soledad que me rodeaba últimamente, hacía días que me sentía, perdida, dolida y sobre todo sola.

No había absolutamente nadie en la mansión que me contuviera, Maxwell se había encargado personalmente de ello con trucos muy sucios a mi parecer: Le dio vacaciones pagadas a los trabajadores, a donde ellos quisieran, todo corría por su cuenta.

Aumentó el trabajo de sus amigos en sus respectivas empresas, pues aunque Landon, Samuell y Donnan eran presidentes de sus propias empresas, estas tenían como inversionista mayoritario a Maxwell, y eso lo convertía prácticamente en su jefe.

Odiaba el hecho de que todo eso lo había hecho para obligarme a ir con él, sabía lo que quería, lo había estado poniendo en práctica desde que salió la hacía tres noches de mi recamara, dispuesto a cumplir con su palabra, él quería someterme a su presencia, dejándome completamente sola y sin amigos en los cuales apoyarme, algo sumamente cruel de su parte, cabe aclarar. Eso sin contar el hecho de que había cumplido con su palabra, todas los días llegaba tarde del trabajo y de vez en cuando de alguna de sus fiestas, apenas y si lo veía, pero sobre todo y lo que más me ponía furiosa era Melissa.

La muy descarada se paseaba prácticamente desnuda por toda la mansión y como no había absolutamente nadie más que yo para verla, ya no tenía miedo de exponerse públicamente, así como tampoco se medían para realizar sus cochinadas.

Nuevos gemidos llegaron a mis oídos desde la habitación contigua, haciéndome suspirar por novena vez en tres minutos, la sensación de asco que me embargaba cada vez que los oía era desesperante y el hecho de que sabía que Maxwell lo estaba haciendo apropósito me fastidiaba mucho más, auqnue debía admitir que también me alegraba un poco, pues Melissa solo estaba siendo usada para un fin: Ponerme furiosa y muy celosa, y sabía muy bien que Maxwell no se detendría hasta que fuera ante él y le pidiera que e hiciera suya nuevamente.

-Te odio tanto, Maxwell Jefferson

Exclamé asqueada y muy cansada de fingir que no me importaba escuchar como se tiraba a otras en mi presencia, pues, auqnue me había mantenido al margen y no le había hecho ningún comentario al respecto, sí me molestaba y me dolía también. Obviamente no le había dado a Maxwell la satisfacción de confesárselo, pero la verdad era que si me fastidiaba la situación: el no verlo me ponía demasiado ansiosa para mi gusto y el hecho de que cuando finalmente se dignara aparecer lo hiciera con Melissa de la mano, me ahogaba, y sí, estaba celosa, demasiado diría yo, pero no sabía realmente que hacer.

El incesante ruido de mi celular llamó mi atención de inmediato, haciéndome volver a suspirar y estírame un poco para agarrarlo de encima de la mesita de noche a mi lado, el nombre de mi madre brillaba con fuerza en la pantalla y eso me hizo contener la respiración al instante, maldiciendo en voz baja.

¡Joder!, no tenía ni puta idea de cómo hablar con ella, ni que iba a decirle, ella me conocía perfectamente y le agradecí a dios que no me podía ver en persona, porque si no, estaba más que muerta.

Tomé una profunda respiración y me aclaré la garganta antes de contestar la llamada.

-¡Si, mamá! –traté de que mi voz saliera lo más alegre posible.

-¡Aila! –Suspiró –Finalmente contestas hija, me asustaste un poco ¿Por qué tardaste tanto en responderme?

-Es que estaba en el baño –inventé rapidamente –Lo siento

-Mmm, bueno no pasa nada, olvídate de eso y mejor cuéntame qué tal está todo por allá

Un pequeño silencio se formó entre nosotras, y sin poder evitarlo sentí como las lágrimas se arremolinaban en mis ojos.

¿Qué podía decirle a mi madre?, si le llegaba a contar lo que realmente había sucedido entre nosotros me mataría y no solo eso, estaba más que seguro que le daría un infarto.

-Todo está bien mamá –susurré, apenas inaudible –Lo que tanto me advertiste que pasaría

-¡Ay, cariño! –Sonó apenada –Yo te lo advertí, Maxwell siempre fue así, su trabajo y amantes en lo más importante en su vida, sabía que él no tendría espacio para ti en su vida –una punzada de dolor me llegó al corazón al escucharla decir eso –Lo siento tanto, bebé

-Olvídalo mamá, ya no tengo expectativas de nada respecto a él, me puedo esperar lo que sea de su parte –dije sincera.

-Lo mejor que puedes hacer es ignorar su presencia, pero eso sí, y te lo digo como un consejo, hija –hizo una pausa- Maxwell es muy vengativo, así que lo hagas enfadar mucho, no tiene límites cuando algo lo molesta realmente

¡Hay, mamá!, si supieras…

-Claro, yo me he asegurado de no hacerlo –mentí descaradamente.

-¡Y bien!, ¿Has hecho alguna amiga, hija?

Su tono cambió a uno melodioso y alegre, lo que me sacó inmediatamente una gran sonrisa.

-Sí, hice una, su nombre es Lillie y trabaja en la cocina de la mansión –hice una pausa –Es una chica realmente increíble

-¡Me alegro mucho! –Sonó sincera –Pero deberías salir de fiesta de vez en cuando, no te quedes encerrada en la mansión, despeja y disfruta de tu estancia allá

-Claro mamá, eso haré

-Bueno, luego te llamo hija, cuídate mucho

-Tu igual, mándale saludos a Henry

Y colgué el maldito celular con un desagradable nudo formado en mi garganta y la respiración agitada, odiaba muchísimo mentirle a mi madre, pero sabía que era lo que tenía que hacer, por su salud mental y mi integridad física.

Sin embargo, lo último que dijo me hizo reflexionar grandemente.

¿Por qué demonio tenía que quedarme encerrada en esta maldita mansión escuchando los obscenos gemidos de Melissa en la otra habitación?

¿Por qué yo tenía que sufrir mientras Maxwell se revolcaba con otra?

¿Por qué yo era la única que tenía que estar celosa aquí?

¡Hay, Maxwell Jefferson!

Vas a conocer los que es el puto Karma.

Pasión & PoderWhere stories live. Discover now