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AILA

Henry estaba en la puerta, mirándonos con odio, asco, dolor y un pequeño destello de rabia en sus ojos, eran tantas emociones que no pude identificarlas bien, pero si se notaba que estaba enojado, muy enojado.

Maxwell y yo nos levantamos de la cama con demasiada rapidez, el corazón me latía sin contemplación y los nervios se había adueñado de mi cuerpo, nos acercamos a él con cautela, pero Henry levantó la mano en señal de que no diéramos un paso más, sentí un nudo en mi garganta y los nervios no hicieron más que aumentar.

-¿No me van a responder? -dijo con dureza- ¿Qué está pasando aquí?

-Henry, esto tiene una explicación -susrré.

-¿Una explicación?- su voz sonó incrédula- Bien, los escucho, denme una explicación razonable para lo que acabo de ver, o si no nunca lo entenderé

Sus ojos cafés no me observanan con el amor característicos que los llenaban cada vez que me veía, y eso me dolió demasiado, justo esto era lo que yo más me temía, no quería que supieran la verdad por esa misma razón, sabía que ellos s nunca lo entenderían y menos lo aceptarían.

-Nos queremos, Henry, esa es la única explicación que hay -dijo Maxwell con firmeza.

Henry apretó los labios con claro enfado, se acercó a Maxwell y le dió un fuerte puñetazo en el rostro, yo solté un pequeño grito por la impresión, pero sin embargo, Maxwell ni se inmutó, él solo lo miro a los ojos fijamente, se estában diciendo mil cosas sin que yo pudiera entederlos.

-¿No querías una explicación? - preguntó con calma Maxwell- Pues ahí la tienes, Aila y yo estamos juntos

-¿Juntos? -dijo con burla- Estás loco ¿que tienes en la cabeza?, Es tu hija, y tiene apenas veintiún años, por dios, es una niña

Henry se llevó las manos a la cabeza, mientras negaba perplejo y nos miraba incrédulo, como si aún no se creyera lo que le estábamos diciendo, lo que estaba sucediendo, lo que estaba viendo.

Me acerque a él y lo tome de la mano con cariño, como el había hecho tantas veces conmigo. Henry levantó la cabeza y me miró a los ojos, pero sin ningún tipo de emoción presente en su mirada.

-Henry, yo lo quiero -confesé- Lo quiero mucho, así que por favor, no se lo digas a mi madre

El negó con efusividad.

-Solo escúchanos -pidio con suavidad Maxwell -Vamos a hablar con calma

Henry se soltó bruscamente de mí, abrió la puerta de la habitación y llamó a los chicos que al parecer aún se encontraban en la casa, los llamó con rudeza y a gritos furiosos, yo temblé de miedo.

¿Qué demonios iba hacer?
Maxwell se acercó a mí y me abrazó con fuerza, a los pocos segundos los chicos entraron por la puerta.

-¿Qué sucede? -preguntó Samuell -¿Porqué nos llamaste Henry?

-Henry - lo llamó Maxwell- Por favor, no lo hagas

-No querían hablar -dijo con enfado- Bien, vamos hablar, pero vamos hacerlo todos juntos

-¿Pueden decir que está pasando de una maldita vez? -preguntó con impacia Donnan.

Henry nos observó fijamente antes de girarse hacia los chicos.

-Lo que pasa es que encontré a Aula y a Maxwell besándose -Dijo con dureza- ¿Y saben cuál fue la explicación que me dieron?, que se querían y no precisamente como padre he hija

Un gran silencio reino en la habitación, los chicos se miraron entre ellos con firmeza, más no dijeron absolutamente nada.

-Ya lo sabíamos -confesó Samuell.

Pasión & PoderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora