Daniela y Bianca acaban de graduarse. Se suponía que lo más difícil que enfrentarían sería decidir a qué dedicarse y qué hacer con el resto de sus vidas a partir de entonces. No obstante, la noche de la graduación asisten a una fiesta donde son tent...
Йой! Нажаль, це зображення не відповідає нашим правилам. Щоб продовжити публікацію, будь ласка, видаліть його або завантажте інше.
Bianca.
La ausencia de mi amiga se convierte en una alarmante incógnita que me mueve a tomar el móvil con desesperación. El aparato escapa de mis manos, salta en al aire y debo hacer tres intentos para atraparlo.
Marco el número de Bianca. Grito con frustración cuando no me atiende; busco los mensajes.
Binca
Dofne etas???
Llmame
Por favor
Bianca
La amenaza de aquel desconocido retumba en mis oídos. ¿Le hicieron algo a Bianca? Debería llamar a la policía, debería denunciar todo lo que vi y al chico que se presentó en la puerta de mi casa, pero la posibilidad de sufrir las represalias me detiene. ¿Y si vienen a buscarme por delatarlos? ¿Y si atacan a mi mamá? Llevo las manos al rostro y las oprimo contra mis ojos con fuerza.
«Bianca, ¿dónde carajos estás?»
Un sonido me sobresalta, brinco en el lugar. Es el móvil. La presión que ejercí sobre los ojos me impide ver; puntos blancos danzan en mi visión, aunque no tardo en distinguir los mensajes de Bianca.
Estoy abajo
Abre
Rapido
Abajo. Donde el desconocido ronda, quién sabe con qué intenciones.
Me levanto con toda la velocidad que soy capaz y prácticamente me lanzo escaleras abajo, desesperada por advertirle del peligro.
—Mierda, Bianca. ¿Dónde estabas? Entra de una... ¡Wo!
Me aferra el codo y me arrastra tras ella; alcanzo a cerrar la puerta con el pie, haciendo una mueca ante el inevitable portazo que eso provoca. Ruego para mis adentros que mamá esté en un sueño profundo.
Bianca me suelta en cuanto entramos en mi habitación, empujándome dentro para luego cerrar la puerta con ímpetu.
—¿Qué sucede contigo? —reclamo—. ¿Dóndeestabas? ¿Quién era ese con el que te fuiste? Quiero que me respondas, carajo.
No lo hace. Comienza a desabotonarse la chaqueta de jean que se puso en algún punto desde su desaparición. Mientras, la inspecciono con la vista. Su aspecto ha mejorado una barbaridad: tiene la piel tersa, las ojeras de la noche anterior han desaparecido y hay algo en ella que transmite una rudeza natural, peligrosa.
Lanza la chaqueta al suelo sin importarle lo mucho que eso me fastidia. Por primera vez, el desorden me es indiferente, pues Bianca enseña su hombro, más específicamente, la zona donde ayer cometí la locura de suturarle una herida.
La piel, que con mis propios ojos vi sangrar y burbujear, está sana e inmaculada, sin rastros de siquiera una cicatriz.
