EL DESAFÍO

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—¡Bianca! —chillo.

Intento correr en su dirección, pero Iván me aferra el brazo para detenerme. Tiro mientras le reclamo que me suelte.

—¿Y qué harás? —pregunta—. ¿Qué puedes hacer, Daniela?

Muevo la boca sin una respuesta que darle. Desalentada, vuelvo la mirada hacia Bianca, aún de pie en el centro de aquel pequeño infierno. Contempla las lenguas de fuego que se elevan en torno a ella con un asombro que da paso al placer. El tapado le cuelga por la espalda como un manto real y la corona en su cabeza simula un material más fino que la madera, otorgándole el aspecto de una reina maquiavélica, monarca de los fenómenos. Dirijo la mirada al vasto cielo negro; la luz del fuego opaca las estrellas, pero no puede contrarrestar a la luna.

Una figura se aproxima al cuadrilátero. Para mi espanto, veo que se trata de un hombre fornido de brazos trabajados y hombros anchos. Es pelado, bajito, y sus piernas no parecen cargar la misma fuerza que sus miembros superiores, pero tiene el aspecto de un tanque e intimida con solo verlo. El mismo chico que le pasó la antorcha a Raúl utiliza una herramienta de metal para abrir un hueco entre las llamas, pero el calvo lo empuja a un lado y salta el fuego, sin duda para presumir. Como resultado, sus bermudas se chamuscan en la parte inferior, aunque se lo sacude con una mano, impasible, sin dejar de mirar a Bianca con sorna.

—Lárgate ahora que puedes, dulzura —escucho que dice.

Bianca ensancha la sonrisa, se quita la corona y la lanza al fuego, donde se une a la lumbre. Se desprende del tapado y se quita el collar, dejándolos caer al suelo.

Me vuelvo hacia Iván con enojo.

—¿Sabías de esto?

Su gesto de culpa es respuesta suficiente.

—No estaba seguro. Es decir, no sabía que pasaría hoy.

—¿Y ahora qué? —exclamo antes de que él siquiera termine de hablar—. ¿Cómo se supone que debe ganar? ¿Es por golpes?, ¿por noqueo?

—Antiguamente luchaban hasta la muerte.

—¡¿Qué?! —chillo.

—¡Nunca presencie un Desafío! El último fue hace más de cien años, ya nadie habla de ellos.

—Ah, ¡vamos! ¿Debo creer que Bianca es la primera humana que muerden en más de cien años?

Me da la espalda y se aleja. Cuando veo que se dirige hacia Raúl, lo sigo sin dejar de voltear la cabeza para mirar a Bianca.

Sobre el cuadrilátero, mi amiga adopta la pose de combate que le vi desde niña, cuando me invitaba a sus torneos de Muay Thai. El hombre calvo se ríe con burla y levanta también los brazos, pero se aprecia a leguas que no tiene forma más allá de su fuerza bruta. Esto se demuestra cuando lanza el primer puñetazo. Es como ver a un oso moverse y no puedo evitar llevarme una mano a la boca por la impresión. No obstante, Bianca lo esquiva agachándose antes de que la mano impacte con su cara. La acción se repite dos veces hasta que el hombre rompe la secuencia al lanzarle una patada que la desequilibra; cuando Bianca se tambalea, él le estampa un puño en la mejilla.

No soy la protagonista #PGP2024Onde histórias criam vida. Descubra agora