LA NOCHE ANTERIOR

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—¿Qué carajo? —exclamo

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—¿Qué carajo? —exclamo.

Le aferro el brazo con ambas manos al mismo tiempo que aproximo el rostro para verlo de cerca. Froto la piel con ambos pulgares en busca del engaño, de algún modo espero ver que la herida se halle debajo, cubierta por un material bien elaborado. Aprieto y estiro, pero nada cambia. Bianca apoya una mano entre las mías para detenerme.

—¿Cómo es posible? —pregunto atónita.

—¡No lo sé!

Se aparta y comienza a recorrer la habitación en un vaivén nervioso y agitado. Se lleva las manos al cabello, inspira hondo y me mira.

—Esperaba que tú lo supieras.

—¿Yo? —Me señalo con incredulidad—. ¿Cómo podría yo saberlo?

—Siempre tienes una respuesta para todo.

Me halaga, pero incluso si fuera la erudita que me cree, esto está completamente fuera de mis capacidades, ¡está fuera del alcance de la mismísima ciencia! Es su mirada la que me impide negarle. Hay una desesperación evidente junto con una mal situada esperanza, pues me observa como si yo tuviera todas las respuestas. Por su bien, intento tenerlas.

Inspiro hondo, sereno mi mente. De inmediato, sé que debemos ir de lo general a lo más minucioso.

—De acuerdo. Evidentemente esto no es natural —digo, y Bianca asiente.

Vuelvo a pensar en los ojos desalmados del monstruo, una imagen que me persigue sin descanso. Me relamo los labios antes de agregar:

—Incluso podemos afirmar que estamos ante algo sobrenatural.

—Sobrenatural...

—¡Sí! ¿Cómo pretendes explicar que la herida haya desaparecido de golpe, si no? Ni siquiera fue de un día para otro, porque esto sucedió después de la medianoche, y ahora son... —Consulto la hora en mi reloj de pared—, las doce del mediodía. Doce horas, más o menos. Aunque seguramente la herida desapareció antes, ¿verdad?

Su piel morena pierde color cuando oye mis palabras. Se muerde el labio inferior y asiente.

—¿Hace cuánto desapareció? —indago.

—No estoy segura. Cuando desperté, ya no estaba.

Su voz es débil e insegura, algo inusual en ella. Evita mi mirada. Aquello me recuerda otro asunto.

—¿Por qué te fuiste esta mañana?

Se sienta en mi cama con aire derrotado y expresión miserable.

—No lo recuerdo.

—¿Cómo que no?

—Yo... Recuerdo venir aquí, a la noche, y acostarme en tu cama. Pero cuando desperté, me hallaba en otro lugar.

No soy la protagonista #PGP2024Where stories live. Discover now