LA BIENVENIDA

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Iván se pone en pie de un salto.

El repentino movimiento me sorprende y no puedo evitar encogerme en el asiento cuando avanza, pero no viene hacia mí, en vez de eso, se detiene ante la escalera con la mirada ceñuda fija en la entrada de su terreno. Al cabo de uno o dos minutos, un grupo de personas se presenta en la puerta del enrejado.

Un hombre canoso de cabello largo y barba tupida encabeza la comitiva. Lo flanquean una mujer con la mitad del pelo rapado y otro sujeto más joven y menudo, aunque de expresión poco amistosa. Los tres llevan prendas simples y cortas, perfectas para los días calurosos, por lo que exhiben gran parte de sus cuerpos sin ningún pudor.

Ingresan al terreno y se detienen al pie de la escalera. Iván cruza los brazos cuando los tiene en frente, para nada el cálido recibimiento que se daría a personas gratas. Al fondo, sin cruzar la reja, distingo varias personas de diversas edades que asoman a curiosear, evidencia de que algo mayor acaece aquí. Darme cuenta de eso logra que me tense por la preocupación.

—¿Qué quieres? —suelta Iván con aspereza.

—Buen día para ti también —responde el de barba con clara diversión, como si la actitud del chico ante él resultara cómica y nada intimidante. Los ojos grises del hombre se vuelven hacia mí para escudriñarme y, aunque lo disimula mil veces mejor que Iván, noto el ligero movimiento de su nariz cuando olfatea el aire. Sonríe—. Y buen día para ti, señorita...

—Uhm, Daniela.

—Un gusto, Daniela. Mi nombre es Raúl.

La mujer que está a la izquierda de Raúl realiza una mueca despectiva mientras sus ojos examinan mi figura con desdén.

—Así que tú tienes ese asqueroso olor —espeta—. ¿Por qué estás aquí?

Lo pregunta con tanto repudio que me quedo muda sin saber qué hacer, de modo que intento encogerme más en el asiento, solo para descubrir que es físicamente imposible. Mi pulso se acelera y solo puedo alternar la mirada entre Iván y esos sujetos, tratando de determinar si son aliados o enemigos. Pero entonces Raúl eleva una mano frente a la mujer en una señal de apaciguamiento.

—Disculpa a Tyana, es un poco... territorial. Si entiendes a lo que me refiero. —Se ríe y no sé si debo responder de igual manera. Estoy tan tensa que resultaría imposible, de todos modos. Cuando Raúl vuelve a mirar a Iván, la diversión se desvanece de su semblante y, en su lugar, aparece algo que se observa peligroso—. ¿Invitada tuya?

—De Bianca —dice tajante sin dar mayores explicaciones.

Como si esa respuesta fuera suficiente. Como si significara algo más...

—Vaya. Parece que las cosas ya empezaron a cambiar, ¿eh? ¿Dónde está?

Iván no responde con palabras, pero eleva un poco la barbilla en un gesto desafiante. La dentadura de Raúl asoma entre la barba con una mueca que es más amenaza que sonrisa.

No soy la protagonista #PGP2024Where stories live. Discover now