LA INCREDULIDAD

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Las palabras retumban en el silencio que se forma a continuación

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Las palabras retumban en el silencio que se forma a continuación.

En esos segundos de mutismo, imagino posibles reacciones por parte de mi amiga: violencia motivada por la irritación que parece albergar este día; incredulidad acompañada de comentarios sarcásticos; una carcajada seguida de sanas burlas apuntadas a mi imaginación adolescente y mi obsesión con las novelas de romance sobrenatural.

Sin embargo, nada de eso llega. Bianca mantiene la mirada serena fija en mi escritorio blanco mientras asiente.

—Ya veo... —susurra.

Soy yo la que reacciona con sorpresa.

—¿Eso es todo?

—¿Qué quieres que diga?

—No lo sé, ¡algo más!

—Pues no sé qué decirte. Incluso si no tuvieras el video, no hay otra forma de explicar cómo la herida en mi hombro desapareció. Una mordida, precisamente.

—Oh, Dios —suelto sin proponérmelo, porque ahora que es ella quien lo dice, la situación se me antoja irreal e inverosímil.

Mordisqueo una uña mientras realizo un vaivén nervioso en el estrecho espacio que queda entre mi cama y la puerta.

—Dios mío —repito—. ¿Comprendes lo que esto significa? Si nos basamos en lo que sabemos por libros y películas, el que te hayan mordido significa que... Dios mío, Bianca, tal vez desarrolles superpoderes.

Tuerce los labios.

—¿Cómo los vampiros de Crepúsculo?

—¡No! No esos superpoderes. Me refiero a las habilidades típicas, ya sabes: fuerza, velocidad... ¿Te sientes más poderosa? —inquiero con ímpetu, deseando saber más.

—No. Solo me siento confundida y... —Olfatea el aire—, y apesto. ¿Te molesta si me doy un baño? Necesito una pausa antes de seguir con todo este asunto. —Lo dice con desapego, como si no comprendiera que estamos frente al descubrimiento más espectacular de nuestras vidas.

—¿Es en serio?

—Solo... dame un momento. Por favor. —Las palabras son amables pero su tono cortante. Se masajea las sienes.

Luce hastiada con el tema y por un segundo tengo el imperioso deseo que gritarle: «¡Bianca, reacciona de una maldita vez!, ¿no te das cuenta de lo monumental que es esto?», pero me abstengo a tiempo. Mi mente ruge y mi cuerpo vibra por las emociones duales que la situación me genera, sin embargo, debe ser diferente para Bianca. Inspiro hondo, me calmo, y decido darle tiempo para que lo procese en paz.

—Claro, aquí te espero —digo.

Se dirige al baño y puedo oír el agua que corre mientras la bañera se llena. Lucho contra el impulso remanente que me ruega insistir con la conversación, una acción que se vuelve prácticamente una hazaña. Ojalá Bianca aprecie el esfuerzo que hago por ella, porque descubrir que los elementos sobrenaturales que toda la vida amé en la literatura son reales y no poder hablar de ellos sin parar se siente como un castigo físico.

No soy la protagonista #PGP2024Where stories live. Discover now