Una androide creada para enamorar, pero no para enamorarse y otro androide dispuesto a matar, pero jamás a dar su vida. Ella, una divergente condenada a existir en un ciclo en el que no puede morir y tampoco vivir. Pero nada será lo mismo luego de c...
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La oscuridad me envolvía en aquellas calles tranquilas y apartadas. Cada paso que daba resonaba en mi mente, como si el eco de mi presencia se mezclara con aquel ambiente de quietud. Sentía la brisa chocando con mi rostro y la luz de la luna iluminaba mi camino. Cada callejón y cada edificio hecho escombros parecían conocerme, como si fueran cómplices de mi secreto. Ante mí tenía la pequeña y humilde fachada que visitaba desde hacía tres noches. Noté la puerta abierta hecho que agudizó inmediatamente mis sentidos. Dí un paso adentrándome en el salón, revelándome una clara escena de lucha, manchas de sangre azul se mezclaba con todo aquel desorden. Un escalofrío recorría mi espalda mientras continuaba avanzado con cautela. Sin darme cuenta ya sostenía mi arma, pero decidí mejor guardarla. Con gran incertidumbre seguía el rastro de sangre mientras sonidos de golpes se hacían debilmente audibles. Mis ojos se llenan de horror al presenciar a Angel tendida en el suelo sin fuerzas, con su ropa rasgada siendo golpeada repetidamente. Cada golpe me hacía sentir una punzada de dolor en mi propio cuerpo. La ira comienza a arder peligrosamente en mi interior, alimentada por la injusticia y la violencia que presenciaba ante mí. Sientía como mi cuerpo se tensaba como nunca antes lo había hecho y mis puños se apretaron con fuerza, deseando desesperadamente poder intervenir.
Finalmente me venció el impulso de querer protegerla. Consumido por la rabia mis ojos se clavan en la figura humana, ya no había vuelta atrás; me abalance hacia el sujeto, determinado a ponerle fin. En ese momento, el mundo se volvía borroso. Logro hacerlo caer y mis manos encuentran su cuello como perfecto punto débil. Siento cómo su piel fría y sudorosa se desliza entre mis dedos, mientras sus ojos se abren desmesuradamente, implorando piedad. Sus manos intentan desesperadamente apartar las mías de su garganta, pero estoy decidido. En poco tiempo la opresión se intensifica, su respiración se vuelve errática y su rostro adquiere un tono morado. Puedo notar su insignificante vida escapándose lentamente bajo mi control. Siento cómo la fuerza abandona su cuerpo y la mía se fortalece. La sensación de control absoluto me embriaga. Finalmente, sus ojos se cierran y su cuerpo queda inerte en el suelo. La mezcla de satisfacción y horror me invade. Respiré profundamente, tratando de calmar mi mente y la intensidad las emociones que me embargan. Estoy conciente que he rebasado los límites al tomar una vida humana pero mi determinación por salvarla superaba cualquier sentimiento de culpa o miedo a las consecuencias.
Mis ojos se encontraron con la mirada azul y perdida de Angel quien intentaba ocultar su cuerpo parcialmente desnudo. Enseguida me quité el saco para cubrirla. Me arrodillé frente a ella, analizando las marcas azuladas junto con el temporal borramiento de piel en sus mejillas. Pequeñas gotas sangre azul brotaba de su labio inferior.
-¿Estás bien? ¿Puedes hablarme?- pregunté manteniendo un tono neutral. Pero ella no dejaba de ver el robusto cuerpo del agresor inerte a corta distancia. -Angel, mírame- sostuve su rostro con delicadeza haciendo que me viera a los ojos- Soy yo Connor, dime algo.- incistí en escucharla.
-Tú... Lo mataste.- susurró con dificultad.
-Lamento que hayas tenido que ver esto- le tendí la mano para que pudiera ponerse en pie. Su mirada reflejaba gran conmoción.-Ve a recoger tus cosas- le ordené después verla en pie sin ningún daño grave.
