Una androide creada para enamorar, pero no para enamorarse y otro androide dispuesto a matar, pero jamás a dar su vida. Ella, una divergente condenada a existir en un ciclo en el que no puede morir y tampoco vivir. Pero nada será lo mismo luego de c...
Oops! Questa immagine non segue le nostre linee guida sui contenuti. Per continuare la pubblicazione, provare a rimuoverlo o caricare un altro.
Mantenía mi mirada fija en la puerta principal en lo que mi mente comenzaba a crear un diálogo imaginario, preparándome para la conversación que estaba por venir. Imaginaba las palabras que debía pronunciar y las preguntas que necesitaba hacer, para poder comprender aquellos detalles sutiles en el comportamiento de mi amigo. Quien a pesar de compartir el mismo espacio conmigo, se había vuelto cada vez más distante, al punto de estar días sin hablarme; sospecho que me oculta algo y no podía permitir que esa sombra de duda persistiera entre nosotros. Necesitaba respuestas y estaba dispuesta a encontrarlas.
Me sobresalto un poco al sentir sus pasos desde afuera. La puerta se abre y nuestras miradas se cruzan, sin necesidad de las palabras era como si él supiera lo que pasaba por mí mente, pero yo aún seguía sin saber lo que pasaba por la suya. Connor queda inmóvil en el lugar llevando sobre sus hombros una sospechosa mochila.
—Hasta que por fin llegas— hablé desde mi comodidad.
—Pensé que dormías.
—Necesitaba hablar contigo— suspira y rueda los ojos al escuchar mis palabras. Se quita la mochila y toma asiento a mi lado.
—¿Qué pasa?
—¿Qué hacías a esta hora?— pregunté calmadamente.
—Estaba trabajando. Hay demasiados casos y muchas veces me toca patrullar por las calles.
—Que curioso; porque hoy he visto en las noticias que Detroit parecía volver la calma, al ser el quinto día consecutivo sin reportarse casos de divergentes— veo como su mandíbula se tensa y su LED lo delata al pasar a amarillo. —¿Que me estás ocultando? Pensé que no había secretos entre nosotros— frunce los labios sin tener intención de hablarme. Observé la mochila sobre sus piernas, en un movimiento veloz se la arrebaté y me alejé para ver qué había adentro. Él se levantó para evitarlo, sin embargo fui más rápida y logré abrirla. —¿Por qué tienes esto?— arrugué la frente al ver varios juguetes para niños. Él se mantenía viéndome en silencio.—¡Díme algo joder!— grité impaciente.
—Vale— suspiró asintiendo— lo sabrás todo, pero antes quiero mostrarte algo, así que abrigate porque vamos a salir.
—¿A dónde?
—Ya lo verás.
Ambos fuimos a la habitación, mientras me ponía una chaqueta Connor se quita parte de su uniforme y se pone un abrigo y un gorro negro. Luego coloca una cálida bufanda al rededor de mi cuello. Y me pide llevar la mochila. —Creo que ya podemos irnos— dijo después de verme. Me tomó de la mano guiándome hasta estar fuera de casa. Después de sacar su moto del garaje se monta en esta. —Sube—gesticuló con la cabeza invitándome a acompañarlo. Con algo de torpeza logro treparme al espacio de asiento detrás de él. —Agarrate de mí—subió mis manos hasta su pecho para que lo abrazara. —¿Estás cómoda?
—Ujum
Sus manos se aferraron con firmeza al manillar. Sentía la vibración del motor sin embargo no emitía ningun sonido. Cuando tomó velocidad instintivamente lo abrazo con fuerza. El viento acariciaba mi rostro y me despeinaba mientras avanzábamos por la calle. La velocidad seguía en aumento y las luces de los edificios y de los autos pasaban rápidamente, creando líneas de destellos en mi campo de visión. Connor iba en silencio concentrado en la carretera esquivando habilmente algunos autos. Apoyo mi cabeza en su hombro gesto que lo hace sonreír.
