Una androide creada para enamorar, pero no para enamorarse y otro androide dispuesto a matar, pero jamás a dar su vida por amor. Ella, una divergente condenada a existir en un ciclo en el que no puede morir y tampoco vivir. Pero nada será lo mismo l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Angel y yo habíamos estado planificado algunas acciones contra la compañía de CyberLife. Probablemente sería algo demasiado arriesgado, pero ambos estabamos seguros que valdría la pena y estábamos dispuestos a llevar a cabo nuestro plan.
Como sea. Volvía a usar mi uniforme y el vehículo automático con el cual me había trasladado, acababa de estacionarse frente a la entrada de la gran Torre de CyberLife. Esta se erguía majestuosa, con la luz plateada de la luna reflejada en los relucientes cristales; proyectando una aura futurista e imponente.
Bajé del taxi con naturalidad arreglando mi corbata y dejando escapar un suspiro mientras observaba como los guardias que custodiaban a cada lado de la puerta, me lanzaban miradas fugaces, evaluando mi presencia en silencio, pero conscientes de mi autorización para ingresar.
Me acerqué a ellos, quienes con semblantes serios me permitieron el paso hacia la entrada principal. Podía escuchar el murmullo proveniente del interior, marcando la importancia de lo que estaba ocurriendo.
El área principal resplandecía con la pulcritud de siempre. Pero, con la diferencia que ya no era ese ambiente solitario y calmado. Notaba más personas de lo habitual, algunos trabajadores conocidos de la misma compañía, otros que nunca antes había visto y además era evidente que la seguridad había sido incrementada. Todo se mezclaba en un bullicio que inicialmente me había dejado algo aturdido. Justo a unos metros logro ver a la directora de CyberLife, quien estaba reunida con algunos empleados; detiene la conversación al verme y camina hacia mi dirección.
—Connor, has vuelto. Supongo que cumpliste con tu misión.— expresó de forma desconfiada.
— Sí. Eliminé a la divergente.— dije con seguridad.
—¿Puedes demostrarlo?
Busco en mi bolsillo y le muesto una bomba de thirium dañada. —Puede comprobarlo por usted misma.
Tomó la pieza y la examinó detenidamente para asegurarse que decía la verdad. Un suspiro seguido de una leve sonrisasa, hacia que me sintiera algo más calmado.
—Un tiro certero Connor— dijo al ver el agujero sobre el metal — Es bueno que no me hayas decepcionado por esta vez. Iré a mi estudio, espera aquí hasta que esté completo el equipo de reportaje.
—Vale— afirmé a su orden y tomé asiento en una de las sillas de la sala de recepción.
La tensión se apoderaba de mis pensamientos, pero sobre todo, la expectativa de ver a Angel aparecer por la puerta de entrada. Sabía que su apariencia no sería la misma, sin embargo estaba seguro de reconocerla. Me mantenía aparentemente sereno y calmado, ajeno a todo a mi alrededor, esperando la llamada de la directora, pero secretamente, anhelando la llegada de Angel.
—Ya estoy aquí.— pude escuchar su voz a través de mi LED y mi mirada inmediatamente se centró en la entrada.
Las puertas se desplazaron a ambos lados dejando ver una figura femenina de cabello negro y rizado. Su rostro, aunque distinto en detalles, guardaba algo de similitud con el de Angel. Caminaba con pasos firmes y elegantes, pero a la vez con cierta timidez. Una mirada fugaz y una imperceptible sonrisa me confirmaba que era ella. Tomó aire y avanzó hacia el puesto de recepción, donde se encontraba la humana encargada de recibir al personal. La señora estaba distraída observando su celular cuando Angel se detiene frente a ella.
