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los nervios me estaban jugando en contra, no los podía controlar. podía sentir como mi estómago se revolví.
amaba y quería estar ahí para lisandro, me lo había pedido en uno de los momentos más íntimos que habíamos tenido hasta ahora. se me había hecho imposible negarme, tampoco es que la posibilidad del no haya cruzado mi cabeza.
lisandro me había ofrecido la posibilidad de ofrecerme un palco pero yo me había negado, me gustaba estar entre la hinchada, sentir la adrenalina, la pasión y la alegría de los aficionados. hacía mucho tiempo que no estaba entre ellos debido a mi trabajo, ya extrañaba.
todavía ninguno de los equipos había salido a la cancha por lo que aproveche para subir algunas historias de la hinchada y del estadio.
desde atrás sentí como me tocaban la espalda y cuando me di vuelta pude distinguir a eva, la novia de alejandro. nos dimos un corto abrazo en forma de saludo, la chica me caía demasiado bien.
- te he visto desde arriba, aunque admito que me costo un poco reconocerte por la camiseta que llevas puesta - me dijo posicionándose a mi lado, mis mejillas se tiñeron de rojo y ella sonrió al notarlo
- no me tocaba trabajar hoy y él me pidió que lo venga a alentar, no podía decirle que no - respondi desviando mi mirada hacia la cancha, comenzaron de a poco a salir a calentar los jugadores
ella siguió mi mirada y pude distinguir como sus ojos se iluminaron al ver a alejandro entre los suplentes, realmente ella lo amaba.
- ¿te hace feliz? - pregunté sonriendo, me gustaría sentirme como ella lo hace respecto a alguien
y cada día estaba más cerca a aquello con lisandro, me parecía increíble como en tan poco tiempo él se había metido dentro de mi corazón.
- muy, no te das una idea pero no intentes cambiarme de tema ¿que haces tu con la camiseta de lisandro?
- ya te dije, me pidió que lo venga a alentar
- ¿cómo amigos? porque tu nunca has usado la camiseta de alguien en la cancha - conocía ese tono, era el mismo que usaba elizabeth cuando me preguntaba cosas sobre lisandro, esquive su mirada y reprimi una sonrisa
estaba aceptando que no eramos amigos, las cosas que hacíamos y como nos hablábamos no eran de amigos. tampoco es que lo quisiera admitir por todos lados, solo quería que avancemos de a poco siendo nosotros mismos.
antes de que pudiera responder los jugadores se acercaron hacia la esquina donde nosotras nos encontrábamos para seguir calentando. lisandro me reconoció y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al verme, no pude evitar imitarlo. él me estaba haciendo feliz.
lo saludé con la mano y él, sin descaro alguno, me lanzó un beso. mis mejillas se tornaron rojas como por quinta vez en el día. me ponía de los nervios.
