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Hacía mucho tiempo que Beatriz no llegaba con entusiasmo a su casa, existían ocasiones en las que se sumergía en el tráfico a propósito para estar lo más posible alejada del ambiente pesado que la mayoría del tiempo le mareaba dentro de esas cuatro paredes. No obstante, había regresado temprano y terminó su lasaña en tiempo récord ganándose la mirada extraña de sus hermanos y mamá.








Se lanzó en la cama tras ponerse su mejor pijama y esperó. Trataba de distraerse tomando un libro tras otro pero ninguno parecía atraer su atención lo suficiente. Probó leyendo lo que le apareciera en Twitter sin funcionar. Finalmente miró al techo suspirando; la hora en que le llamó una noche antes ya había pasado y probablemente estaba ocupado cazando insectos del tamaño de su casa o lo olvidó. Así de simple. Quizá no debió...








A velocidad sorprendente tomó el disco de su buró para oprimir el botón sin perder el tiempo, no pasó de sonar por mínimos segundos.








—¡Bea!—le saludó entusiasta. Su cabello estaba alborotado, su rostro tenía una pequeña herida en la mejilla y su camisa tenía algunos cortes.








—Hola, Peter—respondió sin esforzarse en ocultar la sonrisa tonta que apareció al mencionar su nombre—¿estás bien? ¿es mal momento?







—¿Huh? Ah, no es nada—le restó importancia con la mano—luchamos contra una bestia multidimensional con más de mil colmillos de aguja que amenazaba un planeta minero.









—Creo que nunca me voy a acostumbrar a la forma tan normal en que dices cosas de ese tipo—Peter soltó una risita negando—¿hace cuánto pasó eso?








—Como cinco minutos—su imagen comenzaba a alejarse mostrándose a cuerpo completo (aunque manteniendo el tamaño) y Beatriz podía verle tomar una playera limpia de algún lado fuera del alcance del holograma.









Dejó de hablar por un instante para quitarse la playera sucia y rota. Ella desvió la mirada hacia el peluche de ciervo que mantenía en su cama claramente apenada. Aunque no duró mucho porque devolvió su atención disimuladamente a la proyección mientras apretaba los labios. Era obvio que Peter no estaba mal físicamente pero el verlo de esa manera —aunque fuese por llamada— era muy diferente. Suerte que no veía a color y así no notaría lo rojo que se volvió su rostro.








—Rocket la hizo estallar cuando se lo tragó por accidente—continuó entre risas antes de ponerse la playera azul marino sin estampado. Ella parpadeó dos veces seguidas para concentrarse—hubieras visto, llovieron pedacitos de gelatina por todos lados.








Acto seguido se acercó al artefacto para tomarlo en sus manos y poder recostarse sobre su cama. Volvía a verle del pecho hacia arriba.








—¿Y qué le pasó a Rocket?








—¿Al mapache? Nada. Bueno, pudo nadar en jugos gástricos y apestará por los siguientes tres días por más que se bañe pero allí sigue...¿y tú? ¿qué tal tu día?








—No estuve dentro de ningún monstruo de gelatina pero supongo que me fue bien—se dio media vuelta para recostarse sobre su estómago abrazando el peluche, dejando el holograma junto a la almohada—me levanté, fui al trabajo, regresé. No hago mucho. Creo que lo más emocionante fue esperar a que llamaras.








Una sonrisa coqueta apareció en el rostro de Peter al escuchar la última oración.








—Con que esperando mi llamada, ¿eh?—ella no supo qué hacer o decir. Lo mencionó sin pensar—bueno, ya que estamos en esas, lo único en que pensaba mientras le disparaba al gelatinoso era en ti...eso sonó menos romántico de lo que pensé pero entiendes mi punto.








Beatriz escondió la cara en el peluche dejando caer la cabeza.








—¿Qué sucede?—preguntó divertido por su reacción.








—Que eres demasiado para mí, Peter Quill—le volvió a mirar, esta vez recargando la barbilla en su mano.








—Demasiado puede abarcar muchas cosas.








—Lo sé...—ambos mantuvieron un pequeño silencio antes de cambiar de tema—¿alguna vez has llegado a extrañar la tierra?








Peter se tomó una pausa para poder recostarse mejor, quedando de lado con el transmisor enfrente suyo. Bajo esa perspectiva parecía que Beatriz estuviera recostada a su lado escuchándole atentamente.








—Cuando murió mi mamá creo que Yondu me hizo un favor al llevarme. Ya no había nada allí para mí...—no tardó en darse cuenta que era la primera vez que mencionaba a Yondu, no solo en presencia de Beatriz si no que en general desde su funeral—Yondu es...era, el hombre que me crió.








—Suena a que era muy especial.








—Si—sonrió nostálgico—para ser un delincuente era muy especial...pero no me gustaría cambiar el ánimo con mis anécdotas deprimentes.








—Escucharé cualquier cosa que quieras contarme, Peter—volvió a acomodarse para quedar de lado, metiendo las manos bajo la almohada. Ahora sí parecía que estaban frente a frente en la cama—no iré a ningún lado. A no ser que se le acaben las baterías a esta cosa.








El mencionado sonrió ante su chiste y suspiró sin perder de vista la proyección. Cuánto quería tocarla en ese instante. Acariciar su cabello. Tomar su mano bajo la almohada. Tenerle en sus brazos. Una sonrisa reconfortante se dibujó lentamente en el rostro de Beatriz.








—Si llegan a acabarse no tendré otra alternativa más que ir a la Tierra a cambiarlas yo mismo.








—En ese caso espero que comience a parpadear el botón en cualquier momento.








—No puede ser, ¿estás coqueteando de vuelta?—ella se encogió de hombros. Peter entrecerró los ojos un poco, le estaba gustando esa especie de juego entre ambos—creo que esto sólo se puede solucionar con una cita.








—¿Y cómo vamos a hacer eso? Estamos, literalmente, a planetas de distancia.








—Nada es imposible para Star-Lord, muñeca.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora