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           Durante el camino de regreso a la nave se había decidido pasar la noche en la Tierra. Beatriz fue directo al pequeño cubículo que compartía con Peter sin decirles mucho, ni siquiera hizo un comentario cuando Rocket tiró todo lo que compró sobre la mesa pareciendo la colecta de Día de muertos.






Los dos se miraron sabiendo que algo no estaba del todo bien pese a que ella se los aseguraba cada que lo preguntaron afuera.







—En cuánto puso pie en este planeta parece que se apagó—comenzó Rocket mirando su tesoro—no me gusta.







—A mi tampoco—llevó ambas manos a su cintura viendo la puerta metálica cerrada.







—Soluciónalo entonces.







—Soy su novio no un cachorrito de apoyo emocional—respondió frunciendo el ceño.







—Pues la sigues a todos lados, le das calor cuando lo necesita y tienes pulgas. Diferencia no hay.







—¿Pulgas? Las que tú me pegaste.







—Ósea que sí tienes—Peter rodó los ojos haciéndole reír mientras sostenía unos Nerds en sus patas—buena suerte.







Star-Lord negó ante el humor de su amigo dirigiéndose al cuarto. Beatriz estaba recostada mirando al techo con pijama y audífonos puestos, los cuales se quitó uno en cuanto entró. Le veía atentamente mientras se quitaba la chaqueta.






—¿Qué pasa?—él le preguntó con voz suave y una sonrisa.






—Nada.






Excepto que sí. Le gustaba mucho cómo lucía con los jeans más normales que tenía. Lo azul oscuro sin compartimentos para armas junto a la playera negra lisa le hacía imaginar las cosas más dulces e imposibles. Sabiendo que Peter creció en el pacifico pueblo de Missouri llegaron a ella imágenes de ambos en dicho lugar. Sin aliens. Sin exs con ganas de matarlo. No es que estuviese mal lo que tenían pero tampoco podía evitarlo.







Entonces él se acercó lentamente a la cama donde descansaba y apoyándose con ambas manos en la orilla se agachó para besarla así como estaba. Al separarse Beatriz se sentó haciéndole un lugar en el pequeño colchón.






—¿Qué escuchabas?







—Nada en específico—respondió mostrándole el celular. Change de Lana del Rey estaba en pausa.







—Rocket cree que estar aquí te hace sentir...no sé, deprimida.






—¿Y tú piensas lo mismo?






Se tomó unos segundos para pensar cómo decir lo siguiente mientras le observaba jugar nerviosamente con los brazaletes de sus manos.






—Pienso que deberías dejar entrar la luz, Bea—la castaña le miró—he notado cómo después de sonreír, cambias de expresión poco a poco. Como si te detuvieras a ti misma de en verdad disfrutar las cosas.






Su novia bajó la cabeza.






Nena—con una de sus manos le hizo volver a conectar sus ojos mismos que se encontraban cristalizados ya—entiendo totalmente el sentimiento. Pero si me das la oportunidad de ayudarte, haré lo mejor que pueda.






El pedir ayuda siempre le fue complicado. Todos esperaban recibir de ella que si algún día era al revés sentía que los decepcionaría a todos. Quizá era cosa suya o así le habían hecho ver todo este tiempo en su casa. Sea como sea fue la primera vez en que decidió arriesgarse. Igual que cuando salió esa madrugada a investigar el humo.






—¿Lo prometes?—preguntó con un nudo en la garganta.






—Lo prometo.






Ella sonrió sintiendo que la cadena que le tenía atada al piso se rompió y Peter lo vio en su expresión. Recibió un beso en la mejilla como para sellar dicho acto.







—Por cierto, sé que estabas comiéndome con la mirada hace rato—dijo en voz ligeramente más baja alejándose.






—Me atrapaste—levantó las manos suspirando.






—Espera, ¿de verdad?—la sorpresa era evidente en su rostro—sólo lo decía para quitarle seriedad al momento.






Ay, Peter—acarició su rostro sonriéndole con ternura—como te quiero.






A la mañana siguiente aún seguía medio dormida cuando se dio vuelta en la cama buscando el calor de Peter. El frío se estaba colando por la estructura y sentía su ausencia. Abrió los ojos confundida para ver la hora en el celular a nada de apagarse: las 9. Suspiró estirándose para luego levantarse y cambiar el pantalón de ositos azul por unos jeans buscando entre la ropa que él siempre dejaba tirada en el suelo algo con qué cubrirse. Una sudadera que usaba para dormir más que nada fue la elegida.






—¿Peter?—preguntó saliendo al pasillo bostezando y con las botas desamarradas.






—¡Buenos días! No quisimos despertarte.






Su novio estaba parado alrededor de la mesa en donde varias cosas estaban regadas como si fuera una exposición. Corrección, era una exposición. Para sus dos hermanos que estaban junto a él curioseando.






—¿Esa es mi sudadera?—preguntó sonriendo.






—¿Esos son mis hermanos?






—Ah si, me los encontré por allí. ¿Quién prefiere ir a la escuela en vez de ver una súper cool nave espacial? Claramente ellos no.






Beatriz no era muy expresiva a veces. Pero el agradecimiento en su mirar se lo dijo todo.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora