➺ 18

1.9K 352 63
                                    



La televisión de la sala seguía prendida cuando entró a la casa siendo su primera bandera roja. Antes de bajar del auto compartió mensajes con sus hermanos y ambos coincidían con que no la recibirían con una sonrisa. Pero le daba igual, aguantaría mil regaños y mil castigos con tal de volver a ver a Peter aunque sea por cinco minutos. Así de mal estaba.







Sus dos perritas le recibieron en la cochera brincando eufóricas, le siguieron hasta la puerta donde finalmente se encontró con su mamá en pijama y papá con su típica cara de pocos amigos.








—¿Porqué tan tarde?—preguntó el hombre.








No es ni media noche—colgó las llaves en su debido lugar junto a la puerta—y le avisé a mi mamá donde estaba en todo momento.








Pero tú no tienes porqué estar tan tarde en la calle—Beatriz rodó los ojos suspirando—te estoy hablando.








Mi hermano puede estar alcoholizándose hasta las tres de la mañana y llegar inconsciente a la casa pero yo no puedo ir por una nieve al centro. Hay un poquito de argumento en tu machismo ¿no crees?—su mamá le miró abriendo los ojos para que cortara el asunto—¿qué? ¿dije una mentira?








—¿Qué es eso que traes?—cambió de tema deteniéndola.








Era simple. Nadie en la casa soportaba al padre de familia y tenían suerte que por su trabajo pasara dos días al mes bajo el mismo techo. Por eso mismo siempre trataban de no molestarlo para que siguiera en lo suyo y les dejara con sus cosas. Regularmente le era muy fácil ignorarlo pero había otras en las que sólo su mamá podía detenerla de saltarle encima cual animal rabioso.








Fotos.








A verlas—le extendió la mano.








¿Para qué? Son unas fotos que me tomé con Iron Man—su mamá enarcó una ceja—ya me voy a dormir. Buenas noches.








Ni siquiera se preocupó en mirar de vuelta a su progenitor y fue directo a su cuarto.








Al día siguiente el ruido de la licuadora y un dulce olor a mantequilla le hizo salir de su cama a eso de las diez de la mañana. Aún tallaba sus ojos cuando entró a la cocina para ver qué era lo que preparaba su mamá.








Te tumbaron de la cama o qué—bromeó entre risas al verle con el cabello enredado por ningún lado y expresión adormilada—estoy haciendo hotcakes. Ten, sirve el licuado en los vasos.








Obedeciéndole tomó el vaso de la licuadora para repartirlo entre los ya listos sobre la madera junto al lavatrastes.








Anoche no te quise preguntar porque ya sabes cómo es tu papá pero ¿cómo te fue anoche?—con una pala de madera volteó el hotcake del comal. Beatriz sonrió sin mirarle, recordando.








Bien.







Tomó dos de los cuatro vasos para salir al comedor donde sus hermanos ya les esperaban con la televisión encendida. Su mamá, la señora Fabiola, le siguió con los faltantes.








—¿De qué hablan?—preguntó su hermana, Carlota, de doce años.








De nada, chismosa.








¿Hablan del muchacho con el que andabas ayer?—se unió su hermano de 18, Javier. Beatriz lo miró fulminante. Le había contado por WhatsApp que iría por una nieve tal como a su mamá pero añadiendo más detalles como con quién iría—ah...








—¿Que andabas con quién?—repitió su mamá con los ojos bien abiertos.







Podían pasar dos cosas: mentirle diciendo que eran cosas del trabajo o decirle la verdad sin inventarse toda una historia. No le creerían de todos modos.








Con mi novio—dijo con naturalidad. Un silencio inundó la casa entera—¿qué? Es en serio. Se llama Peter.








Órale, hasta con nombre gringo—sus dos hermanos menores comenzaron a reír de manera burlona ante el comentario de Carlota.








—¿De pura casualidad no tiene una nave espacial o monta un unicornio?—le siguió Javier.








Ya que lo preguntas, si tiene una nave y...—sus risas la detuvieron—¿saben qué?
Búrlense lo que quieran. Sólo yo sé los besos que me da.








Dicho aquello regresó a la cocina incluso dejando a su mamá mirándole raro y riendo junto al par de menores. No era muy alejado de la suerte que corría Peter cuando volvió a la base flotante de los Devastadores que se había convertido en el hogar de los Guardianes en los últimos meses.








—Déjame ver si entendí bien—dijo Gamora estando alrededor de la mesa junto a los demás—fuiste a buscar las baterías que necesitábamos pero tardaste horas y volviste sin ellas.






—¿Acaso dije que no las traje?








—Tu cara lo dice todo, Quill—Rocket se cruzó de brazos—ya dimos ¿a dónde fuiste?








—Por las baterías—fue en ese momento que el pequeño Groot jaloneó el pantalón de Gamora para llamar su atención. Lo que le entregó a la de piel verde era una Polaroid—¿es en serio, Groot? ¡Pensé que estabas de mi lado!








Rocket, Mantis y Drax se acercaron para ver la imagen.








—Miren eso, es la señorita Beatriz—comentó Drax—¿y que es esa cosa horrible al lado?








—Es un tipo que se llama a sí mismo Iron Man—Peter explicó derrotado.








—No, me refería al de chaqueta pero ya vi que eres tú.








Fue cuando decidió unirse a ellos pero para arrebatarles la fotografía.








—Si. Fui a la tierra a propósito para ver a mi novia. Ella no piensa que soy horrible ni nada de lo que ustedes tanto se burlan.








—¿Novia? Pensé que la señorita Beatriz era más inteligente.








—Yo creo que hacen muy bonita pareja—Mantis sonrió.








—Oh. Gracias, Mantis.








—¿Y entonces qué? ¿Ahora te la pasarás de vacaciones en la Tierra?—preguntó Gamora—tenemos trabajos que cumplir, Peter.









—A no ser que ella venga con nosotros—dijo Rocket. Peter le miró—ay no, ¡no lo decía en serio! ¡Pete!

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora