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          Había pasado mucho desde la última vez que paseó por el centro de noche pero era justo como lo recordaba; las luces adornando los árboles a lo largo del par de extensos patios rodeados por locales y el segundo templo más antiguo de la ciudad, los vendedores ambulantes  e incluso aquellos que de disfrazaban de personajes para tomarse fotos con las personas. Todo seguía allí.







—Es agradable—le dijo Peter caminando a su lado.








—Deberías verlo en Navidad, las luces cambian de colores y hay un nacimiento gigante al lado del Iron Man de por allá—señaló con la cabeza a dicha persona a unos metros de distancia.








—¿Sabes? En el espacio hay muchas cosas sorprendentes pero—le miró, era más baja que él por mucho llegándole apenas al hombro—había olvidado lo bonita que puede llegar a ser la Tierra.








Beatriz le devolvió la atención con los brazos cruzados y una pequeña sonrisa. Sin embargo fue interrumpida por el ringtone de su celular que sacó con prisa de su bolso. Al ver el nombre que reflejaba la pantalla le hizo una seña a Peter. Él asintió viéndole alejarse un poco para contestar.








—Y con Tierra me refería a ti—murmuró para sí mismo. Suspiró metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta mirando a su alrededor.







Mientras tanto Beatriz rodó los ojos preparándose para escuchar a su padre al otro lado de la línea.








—¿Dónde andas?—escuchó en voz nada contenta.









En el centro. Le mandé mensaje a mi mamá hace rato.








¿Y porqué tan noche?









—No son ni las nueve—respondió comenzando a perder la paciencia—al rato llego ¿si?









—Bueno. No te tardes.








Y colgó. Odiaba lo controlador que podía llegar a ser su papá y odiaba aún más que sólo lo hacía a sus conveniencias, cuando se acordaba que tenía una hija. Volvió a guardar el celular para darse media vuelta de nuevo hacia Peter.








—¿Todo bien?—preguntó al ver la expresión en su rostro.








—Si—asintió sin darle importancia a la llamada—vamos por nuestra nieve.








Peter sonrió siguiéndole de cerca; las luces hacían ver casi todo de un color ligeramente anaranjado y la brisa del aire se volvía más fría conforme avanzaba la noche. Cruzaron una buena parte del segundo patio pasando por entre los árboles y bancas vacías antes de llegar al local con decoración amarilla y verde. Ella sabía exactamente qué pedir por lo que le dejó elegir por él. Estaba acostumbrado a las cosas nuevas por lo que no era una decisión difícil.








—Wow—dijo tras la primera probada del vaso de plástico, tomándose su tiempo en encontrar una banca para sentarse—esto es mejor que cualquier yorp de Nova.








Beatriz frunció el ceño y sonrió divertida. No sabía lo que era un yorp o Nova pero a juzgar por la expresión en el bonito rostro de Peter suponía que se trataba de algo bueno.








—¿De qué dices que es?—llevó la pequeña cuchara de nuevo a su boca.








—Se llama beso de ángel, es de cereza con trozos de nuez y algunas veces esencia de rosas. Es mi favorita.








—Tienes muy buenos gustos. Esta nieve, tu música, yo.








Ella negó riendo ante la comodidad y naturalidad con la que decía esos comentarios. Peter Quill era muy fácil de querer. Enfrente suyo varios niños corrían jugando todo con el palacio municipal de fondo.








—Groot no deja de preguntar por ti—dijo él—es gracioso porque cree que eres mi novia.








—Me pregunto qué lo hará pensar eso—podía sentir su rostro entero arder por lo que trataba de mantener su atención en el frente.








—Bueno, puede que te mencione una...o cinco veces en cada conversación—entonces se detuvo haciendo que ella hiciera lo mismo—no puedo detener este sentimiento dentro de mí. Bea, de verdad no sabes lo que me haces. Cuando me sostienes en tus brazos tan cerca, me haces sentir que todo está bien.








No tardó mucho en darse cuenta que las palabras de Peter eran de una canción: Hooked on a Feeling. Apretó los labios para no romper su inspiración porque en verdad sonaba serio al respecto.








—Estoy enganchado a un sentimiento y en verdad creo que estás enamorada de mi—suspiró con cierto dramatismo como si hubiese dicho el mejor discurso de su vida—labios...








—Dulces como caramelo, su sabor está en mi mente—Peter se quedó quieto cuando ella siguió con la letra. Lo había atrapado—tuvimos un especial sobre Blue Swede la semana pasada en la estación. Yo lo sugerí.








—Entonces...—cortó su distancia hasta quedar a escasos centímetros de tocarse—¿funcionó?








—Puede que Groot no esté del todo mal después de todo.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora