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Pasear por nuevos planetas de la mano de Peter era de las actividades favoritas de Beatriz actualmente. Siempre ha sido curiosa y le encanta descubrir cosas y lugares nuevos, atributo que su novio había notado desde los primeros momentos juntos.






—Dime por favor que no hay ninguna ex novia loca que quiera matarte por aquí—dijo mirándole, logrando admirar su risa justo a tiempo.






—Me quieren matar porque me ven contigo—ella enarcó una ceja—si, quizá sea un idiota en todo eso pero ninguna llegó a ser mi novia tal cual. Nadie me importó tanto como tú.






La brisa de aire fresco movía su cabello. La tenue luz de sol les daba calor desde arriba y diferentes personas pasaban a su lado sin siquiera notarlos. Todos con ropa cara, ocupados. A Beatriz le daban vibras de estar en Coruscant o mejor aún, el Distrito 1 de su trilogía favorita de libros: Los Juegos del Hambre. Pero nada de eso le distrajo lo suficiente para poder pensar en lo que acababa de escuchar.






—Espera, ¿ósea que soy tu primera novia oficial?—se detuvo haciendo que le mirara.






—No les digas a los demás o mi imagen de rompecorazones se caerá.






Beatriz sonrió enternecida. Quién diría que alguien como Peter nunca se había atrevido a mantener una relación.






—Creo que esa nadie te la quitará—respondió volviendo a caminar.






Subieron a una especie de puente que llevaba a una tienda en específico al final de dicho recorrido.






—Allá abajo fue donde conocí a Rocket y Groot—comentó acercándose al borde para que ella pudiera ver por encima de la pequeña barrera—trataban de secuestrarme para cobrar la recompensa que Yondu había puesto en mi cabeza en aquel tiempo.






—Lo normal.






—Súper normal—le siguió con una sonrisa—si te contara todas las cosas que he hecho a lo largo de estos años...






—Puedes empezar justo ahora si quieres.






—¿De verdad? Es que por lo regular es al revés. Todos quieren que me calle.






—Todos menos yo—dijo sonriéndole sin mostrar los dientes.






Peter parecía haberse quedado en pausa mirando sus ojos cafés brillantes. Era como si esperara que dijera que era una broma.






—Aquí conocí a Gamora—habló volviendo a su actitud de siempre, deteniéndose fuera de la cortina metálica—trató de matarme.






Oprimió un botón en la fachada para que se abriera la entrada, misma que cerró en cuanto ambos estaban ya dentro. Beatriz se dirigió a los aparadores para ver lo que tenían dentro: joyas en formas extrañas, metales desconocidos y figuras que parecían juguetes de colección. Peter le dejó tomarse su tiempo dirigiéndose al mostrador donde fue recibido por el mismo negociante que casi dos años atrás estaba corriéndole tras hablar del orbe.






—¡Señor Quill!—saludó amablemente. La castaña finalmente alcanzó a su novio tras terminar de recorrer el lugar—y me imagino que ella debe ser la chica de la que me habló. Justo recibí su pedido esta mañana.






Observó cómo el hombre de llamativas cejas sacaba una pequeña caja parecido a lo que hacían las tiendas de joyería a las que iba con su mamá. Al abrirla pudo ver un pedazo de metal curveado de no más de 5 centímetros de tamaño. Peter lo sacó de la caja para mirarlo más de cerca y después dirigirse a Beatriz.






—¿Qué es?







—Un regalo—respondió dando un paso hacia ella para poder acomodarlo detrás de su oreja derecha—pruébalo.






Algo confundida lo tocó con un poco de fuerza. Entonces su rostro y parte de su cabeza fue cubierta por la nanotecnología en forma de casco. Era casi idéntico al que usaba él a excepción de algunos pequeños detalles que lo hacía ver más simple y ligero encajando con la presencia en general de Beatriz. Por dentro lograba ver todo en una gama de colores anaranjados e incluso información se desplegaba en un costado; viendo a Peter su nombre y características aparecían, reconociéndolo. Volvió a tocar la misma parte para que desapareciera.






—¿Qué tal?—ella sonreía a más no poder, fascinada—cool ¿no?






—¿Cool? Es...—suspiró sin encontrar palabras para describirlo—perfecto. Muchas gracias.







—Bueno, ya la escuchó—miró al hombre que también lucía satisfecho con su venta—tendrá lo que resta del depósito en un rato más. Gracias.







Dejaron la tienda después de aquello sin rumbo fijo. Él simplemente seguía a Beatriz en su tarea de conocer todo lo que Xandar le pusiera enfrente como la fuente, los anuncios de hologramas y los arbustos en forma de animales que en su vida había visto pero que Peter le explicaba con gusto.







—Ese es fácil, es un apatosaurus—dijo señalando al que tenían en frente mucho más alto que ambos. Él frunció el ceño—¿el dinosaurio de cuello largo?






—¡Ah! Ese...olvidaba que eres súper fan de los dinosaurios.






—Me sé Jurassic Park de memoria—dijo tratando de impresionarlo pero fallando en el intento pues su cara de confusión lo decía todo—¿la mejor película del mundo? Tiene dinosaurios y a Jeff Goldblum. Terror y ciencia ficción. ¡Es lo mejor de Spielberg!—suspiró—es cierto, te llevaron antes de poder verla.






—Suena a que es una película muy buena.






Aunque no tan buena como tú—susurró para sí misma.






—¿Dijiste algo?






—Nada—le sonrió volviendo a tomarle por el brazo—pero se me ocurrió una idea para cuando volvamos.

star-girl    ✩   peter quillDonde viven las historias. Descúbrelo ahora