star-girl ✩ peter quill

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Rocket había insistido en que usara una silla de ruedas pese a sentirse mucho mejor que la noche anterior cuando llegó. Entró a la sala siendo empujada por él, vistiendo lo más cómodo que le fue encontrado en la nave —unos jeans oscuros y playera de manga larga floja color gris— sin olvidar la chaqueta de Peter que le hacía ver mucho más pequeña de lo que era.

Allí pudo por fin conocer a aquellos sujetos que tanto veía en las noticias con ilusión de pequeña. Sólo que ya no eran tan inalcanzables como en esos tiempos. El Capitán America, Iron Man, Black Widow, War Machine, Thor y una rubia desconocida estaban ya esperándoles. Rocket aprovechó para subir y sentarse sobre el descansa brazos de la silla de Beatriz.

—Han pasado veintitrés días desde que Thanos pisó la Tierra—hablaba James Rhodes conforme las fotografías de sus compañeros cambiaban en la proyección que tenían sobre la mesa.

—Los gobiernos mundiales están en pedazos...—la atención pasaba a Natasha—las partes que aún funcionan tratan de hacer un censo y parece que hizo justo lo que dijo. Eliminó al 50% de las criaturas que existen.

—¿Dónde está ahora?

—Nadie sabe—Steve miró a Tony con los brazos cruzados—sólo abrió un portal y lo cruzó.

—¿Y a ese qué le pasó?—girando en su silla, Tony señaló a Thor sentado cabizbajo.

—Está enojado. Cree que falló. Y la verdad es que si pero no es el único que se siente así—hablaba Rocket sentado en el descansa brazos de la silla de ruedas de Beatriz.

—¿Te digo algo? Hasta hace un segundo creí que eras su peluche—se refirió a la castaña que le miraba sin expresión alguna en el rostro.

—Quizá lo sea.

—Buscamos estas tres semanas a Thanos. Por medio de escaneos, satélites y no hay nada...—insistía de nuevo con el tema Steve—ustedes pelearon.

—¿Quién dijo eso? No peleamos. Me golpeó con un planeta mientras el mago de la calle Bleecker le dio lo que quería—Tony Stark sonaba molesto, alterado—no hubo un combate porque es invencible. Y tampoco es que el apoyo que recibimos fue de mucha ayuda.

—¿Apoyo?—todos los ojos se posaron en Beatriz—estábamos allí buscando a nuestra amiga, teníamos un plan-

—¿De verdad? Preguntémosle a tu noviecito cómo resultó eso—le interrumpió al otro lado de la mesa el millonario—ah, si. ¡Thanos lo evaporó por que no fuimos competencia!

Rocket giró la cabeza lentamente hacia su amiga cuyos ojos carecían de esa característica luz. Lucían vacíos pese a que se cristalizaban en cuestión de segundos.

—Eres un pendejo—soltó con coraje levantándose de la silla para luego dejar la sala azotando la puerta de cristal.

—¡Ni siquiera sé que significa eso!—gritó sin ser escuchado por Beatriz.

—Felicidades Tony—Natasha se cruzó de brazos—acabas de correr a la única persona que podía ayudarnos.

—Énfasis en persona—recalcó Rocket saltando al suelo, soltando un suspiro—miren, acaban de quitarle a todos sus seres queridos, al tonto de Quill que era el amor de su vida. Ayudará. Sólo necesita tiempo. Mucho tiempo.

Dicho aquello tomó el mismo camino que ella apenas haciendo ruido. El pasillo estaba vacío pero pudo alcanzar a verle al final de éste con rumbo al exterior.

Y si, fue afuera donde la encontró. Miraba los árboles sentada en el pavimento con la espalda recargada en la pared. Lágrimas resbalaban por sus mejillas pero la expresión que mantenía era seria, vacía.

No sabía qué hacer. Cada que algo le sucedía era Peter quien se encargaba de subirle el ánimo con un sólo gesto. Lo hacía ver tan fácil que le costó recordar aquellas pequeñas acciones; ¿un chiste tonto o un abrazo? ¿una sonrisa o tomar su mano?

Se recargó al muro estando a un par de centímetros suyos poniendo la pata en su hombro. Ella giró la cabeza en su dirección al sentir el toque.

—Voy a arrancarle la cabeza a Thanos—dijo decidida.

—Y yo te daré el hacha para hacerlo.

Beatriz sonrió débilmente viendo los ojos cafés de su mejor amigo. Eran ellos dos contra el universo entero.