Cap 22

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Carlotta

Estábamos sobrevolando Las Vegas. Reconocía esta vista fácilmente, me traía paz y recuerdos de mis mejores momentos. Estaba en casa. Raro. Rarisimo. Algo no andaba bien. Una reunión con mi familia no estaba en la discusión, no tan tarde en la noche.

Aterrizamos y justo cuando el piloto anunció que podíamos empezar a desembarcar, las puertas del avión se abrieron y hombres vestidos de negro, con pasamontanas cubriendo sus rostros y pistolas en sus manos, entraron a la cabina y me apuntaron.

A mi. Solo a mi. Matvey no estaba en su campo de visión, era casi invisible para ellos, era cómo si... Dios, estos eran los hombres de mi esposo respondiendo a sus órdenes. Él debió ver la estupefacción en mi rostro porque una de sus manos agarró mi cabello mientras se levantaba y me arrastraba detrás de él. Bajamos del avión y nos dirigimos a unas camionetas negras, hasta ahora me daba cuenta que no habíamos aterrizado en un aeropuerto común, este lugar era clandestino, alcance a ver cómo ya estaban quitando las luces de la pista improvisada y bajaban lo que parecían cadáveres, de la tripulación me atreví a pensar.

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Nos tomó casi una hora y media llegar a un lugar desolado, desértico si me guiaba por el suelo bajo mis pies. Un arma se posó sobre mi espalda, instandome a caminar, ¿A donde? no tenía idea. Anduvimos por la oscuridad lo que parecieron quince o veinte minutos, luego llegamos a una zona iluminada solo por una lámpara; la voz de mi esposo se escucho a mi lado:

-Entra ya Carlotta, no retraces lo inevitable.

-¿Entrar a donde?

-Mira bien querida esposa, la trampilla bajo tus pies conduce a la peor de tus pesadillas... y al comienzo de mis fantasías.

En efecto había una puerta en el suelo, no quería entrar ahí, tenía el presentimiento de que no volvería a salir con vida. Uno de los encapuchados abrió la entrada y el que estaba detrás de mí me empujó, haciéndome tropezar y caer rodando por las escaleras. Al llegar a la superficie mi cabeza golpeó el suelo fuertemente, de modo que pude sentir casi de inmediato cómo la sangre comenzaba a brotar de mi. Desde arriba solo escuchaba risas y a través de las tenues luces vi la sonrisa de satisfacción de Matvey.

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Caminamos por un pasillo oscuro unos diez minutos, estábamos bajo tierra en el desierto, lejos de todo y de todos. ¿Cómo podría salir de aquí? Era casi imposible y en caso de hacerlo, ¿Cómo sobreviviría a las condiciones de afuera? Las esperanzas iban muriendo conforme pasaba el tiempo, no hay cosa peor que no tener esperanza.

Llegamos a una puerta de madera, rústica y que no presagiaba nada bueno. Cuando la abrieron me di cuenta de que esto era grave, realmente grave. Las mujeres Falcone y la esposa de Fabiano se encontraban allí, sentadas en el piso, con sus manos encadenadas a la pared y sus pies al suelo; solo podían mover sus cabezas. Verlas así, con las miradas tristes y temerosas...rompió mi corazón.

-Entra ahí puta italiana. -dijo el hombre detrás de mí, que seguía apuntando con su pistola.

-No, no, no. ¿Dónde está Matvey?

El hombre solo se rió y otro entró a la habitación, me tumbó al suelo y comenzó a amarrarme igual que a las demás. Cuando terminó, ambos hombres me escupieron y luego salieron de allí.

-Todo estará bien Lotta, los chicos nos sacarán de aca. -dijo mi hermana.

-No seas estúpida Gemma, ya deben estar muertos o siendo torturados. -dijo Serafina.

-Aún quedan los chicos... pero prefiero que se mantengan al margen y no vivan esto, Dios, mis hijos... no quiero que nos vean así... -dijo Kiara entre lágrimas.

-Adamo ya debe estar al tanto al igual que Nevio, ellos deben estar preparando todo para la búsqueda. Estamos en medio de una batalla y ni siquiera conocemos al enemigo. Tal vez tu esposo nos ayude Lotta, Pero, ¿Cómo es qué estás aquí? -dijo Leona.

Las mire un momento, les pedí perdón con mi ojos y les dije:

-Matvey fue quien planeó todo. Me trajo aquí. Estoy segura que el cartel lo está ayudando.

-¿A qué te refieres? Hicimos un pacto, el honor... -Estaba hablando Serafina pero la interrumpí.

-El honor no vale lo mismo para ellos que para nosotros, están sedientos de poder, hartos de estar en la punta del país sin que los determinen. La ambición es su camino. -Respondí.

-Entonces, ¿no hay posibilidades de una negociación? -Preguntó Kiara.

Me mataba resquebrajar las esperanzas, apagar la luz de los ojos de todas pero con dolor les conteste:

-No creo que nos quiera vivos, todos suponemos un peligro en su camino al poder, o el de los mexicanos. Sobre todo los tíos y sus hijos... por ellos irán seguro.

Hubo silencio después de eso y debido al golpe en mi cabeza todo lo que pude hacer fue dormir para que se me quitara un poco el dolor físico y mental.

No sé cuántas horas pasaron o minutos pero la puerta se abrió nuevamente, vinieron a buscarme y llevarme a otra habitación. Allí, encadenado junto a sus padres y tíos estaba Massimo.

Mi alma murió un poco al verlo allí, cubierto de sangre y moretones, con su mano derecha amputada y aunque tenía vendas, la sangre seguía fluyendo. Intenté correr hacia él pero un golpe en mis piernas, al parecer con un bate, me hizo tropezar. La risa de Matvey resonó, seguida de su voz:

-Bueno pequeña puta italiana, esta noche haré qué estos hombres tengan una ultima tortura viendo cómo me divierto con ese cuerpo rico tuyo, luego los matare frente a tus ojos. Sus mujeres, ahh, ellas serán manjares para mis hombres en mi harem.

-Si tocas uno de sus cabellos hijo de puta... -se escuchó a Remo, pero su voz era débil.

-¿Los de Carlotta o los de tu esposa? mmm, esa rubia debe ser una fiera. ¿Sabes qué? Una vez que termine con mi mujer, iré a saludar a la tuya.

Si, Matvey abuso de mi delante de todos, fue la peor humillacion y tortura que alguien pudo haber infligido en mi. Me sacaron a rastras de allí y me desmayé cuando llegué junto con mis tías. 

Strangelove (Massimo  Falcone y Carlotta )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora