Strangelove (Massimo Falcone y Carlotta )

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Carlotta

El silencio y la tristeza abrazaban la mansión de los Falcone. Mi hermana estaba devastada pero cada día se levantaba y hacía lo mejor por su bebita. Adamo había llegado con su familia para el funeral y aún se encontraban en su ala, al parecer estaba controlando las carreras desde acá. Todos habíamos sido marcados de un modo u otro por esa horrible experiencia, fue una dura lección de humildad, para darnos cuenta que no somos tan invencibles e impenetrables como pensábamos. Sin embargo, también nos unió y fortaleció.

A mi, me sirvió para ratificar la idea de no querer ser parte de este mundo, de irme lejos y vivir de manera tranquila. Lo conversé con mi hermano, junto con Remo y Nino, todos estuvieron de acuerdo en dejarme ir. Ya había sacrificado mucho de mi misma y no habría consecuencias por alejarme. Seguiría visitandolos cada tanto, pues todos eran parte de mi familia, habían estado allí mientras crecía y me enfrentaba a cada obstáculo de la vida.

No los culpaba por lo que me pasó, siempre fui consciente de que algo así podría pasarme, y aunque, no soy parte activa de ese negocio, si disfruto de las ganancias que este deja, lo que me convierte en un miembro pasivo.

Esta era mi última noche en la ciudad, más tarde iría a la casa de mi hermano donde me esperaba junto a mi madre y me despediría de ellos. En la mañana me acompañarian al aeropuerto, donde tomaría un vuelo hasta LAX y de ahí a Melbourne. Necesitaba la distancia, pero sobre todo la tranquilidad que esta traería consigo.

Sin embargo de entre todas las personas, había una que quería ver desesperadamente, necesitaba hablarle, sentirlo, despedirme y... no sé, saber que estaba bien. Pero Mass nunca apareció en su casa.

Así qué, horas más tarde, con el corazón apretujado y las lágrimas apunto de caer, los abracé a todos y me fui. Pasé unas horas con mi hermano y mi madre, hasta que nos cansamos y cada uno se dirigió a su habitación. Estaba lista para ir a la cama cuando vi una sombra en la ventana, mi mente pensó lo peor y casi grito, pero fue más rápido qué yo y me tapó la boca con una mano al tiempo que decía:

-Shh princesa. ¿En serio pensaste que te dejaría ir así de fácil?

Era Massimo. Esa voz solo le pertenecía a él.

-Estaba... te busqué pero no estabas por ningún lado, quería despedirme pero...

-Jajaja ¿despedirte? ¿Qué te hace pensar que te alejaras otra vez de mí?

Me moví un poco y él retiró la mano de mi boca.

-Massimo, no quiero quedarme acá, quiero salir y explorar el mundo, aprender nuevas cosas, trabajar cómo profesora, hacer lo que me gusta y sobre todo... no estar expuesta a esta vida, ya no más.

-Lotta, nunca dejaremos de ser parte de este mundo. Es algo con lo que siempre vamos a cargar.

Esas palabras las dijo en un susurro, casi lloro. Era verdad, pero quería intentar algo nuevo.

-Mass, déjame ir. Yo simplemente necesito descansar de esto.

-¿Descansar de esta vida o de mi?

-No de ti. Nunca de ti. Pero no te puedo obligar a dejar todo atrás. No es justo para ti Mass.

-¿De qué justicia hablas? Lo que realmente veo injusto es que debamos estar separados después de todo lo que ha pasado. No pongas trabas en esto, no ahora, me voy contigo a Australia.

-¿Qué? ¿Hablas en serio? -El corazón me latía a mil por hora.

-Tengo el asiento junto al tuyo en el avión y nunca había hablado tan en serio, Lotta. Estudiaré medicina allí y haré mis investigaciones también, el lugar no afecta mi propósito de aprender.

-Pero, ¿y tus padres?

-No es qué hayan estado muy felices pero entienden el propósito y la razón de esto. Esta vez Lotta, no te dejaré ir. No te perderé y te protegeré.

Lo abracé y lo besé.

Cuando nos separamos lo miré a los ojos y le dije:

-Te amo.

Me abrazó más fuerte y con sus labios, pronunció las palabras más maravillosas:

-Y yo te amo a ti también Lotta.

Esa noche hicimos el amor en el lugar en el qué todo comenzó. No hubo prisas, no hubo miedo, tampoco hubo dudas. Lo que sí hubo fue la certeza de un futuro juntos, de algo compartido.

A cientos de kilómetros de nuestro hogar, amigos y familiares, pero en compañía del otro, siempre nos sentiríamos en casa.