Capítulo 1

7.8K 508 23
                                    

-Levántate pedazo de escoria animal.

14 horas.

14 horas habían pasado y 310 seguía inconciente.

O al menos había estado inconciente.

Ya que sus párpados pesados comenzaron abrirse con los bramidos del hombre al otro lado de las rejas, aquél hombre que le gritaba y le ordenaba que se levantara.

Aquél hombre que había estado viendo cada día de su vida y que era el encargado de la seguridad del Felino.

Aquél hombre que 310 se imaginaba asesinandolo de muchas maneras posibles y que algún día se iba a cumplir.

-Levántate estúpido. Rápido.

Aunque el felino intentó hacer lo que aquél imbécil le ordenaba su cuerpo no respondía, todo dolía y quemaba por dentro, claro que ya él estaba acostumbrado al dolor, era algo con lo que lidiaba a diario y que en ningún momento de su patética vida había abandonado.

En realidad.

Ni siquiera recordaba como se sentía vivir sin dolor, ni agonía.

Sus labios soltaron un leve gemido, no quería sentarse, no cuando cada músculo ardía, esta sensación era más fuerte que las anteriores, eran más insoportables, debieron haber estado jugando con él mucho tiempo, incluso cuando su cuerpo se rindió al vacío no les importó y siguieron practicando.

310 pudo sentir el pinchazo en su cuello, ya estaba acostumbrado a que lo sedaran y solo tuvo que esperar a que hiciera el efecto rápido, casi estaba agradecido con el hombre frente a él, era la única manera de poder dormir y no sentir nada, la única manera de desconectarse de todo.

Pero esta vez fué diferente, su cuerpo se relajo más no se durmió, fruncio el ceño confundido, ¿Que es lo que estaba pasando? ¿Por qué no lo habían dormido ya?

El hombre frente a él comenzó a quitar las cadenas de la jaula, otro hombre llegó para ayudar al primero y entre los dos agarraron sus piernas y lo empujaron hasta tenerlo afuera, 310 gritó de dolor, su cara se desfiguraba con cada movimiento brusco de su cuerpo, a pesar de que le habían dado un relajante podía sentir cada cosa en él.

310 miraba a los hombres con odio profundo en sus ojos, mostraba sus colmillos para que lo dejaran en paz e intentaba defenderse con sus garras pero más que eso su cuerpo se sentía pesado y solo hacia vagos intentos de movimientos sin llegar a ningún lado.

-Eres un patético animal, espero que la Jefa se deshaga de tí lo más pronto posible, ya estoy cansado de lidiar con una mierda como tú.

Decía el primer hombre, poniéndolo de pie y empujandolo para que caminara.

De su pecho salían fuertes gruñidos capaz de ponerle la piel de gallina a cualquiera que lo escuchara, sus sentidos estaban alertas sin comprender nada.

Casi nunca lo llevaban despierto y siempre estaba sedado para no sentir nada.

Lo hicieron cruzar un pasillo y luego ingresar a una habitación, lo sentaron en una silla y le ataron las manos y pies.

Su cabeza palpitaba con un dolor insoportable y su cuerpo se sentía pesado y lento, quería forcejear pero no podía, quería saltarles encima y asesinar a los imbéciles que se reían de él y su sufrimiento, pero tampoco podía.

-Eres una cosa muy, muy fea y horrible. - En la mirada se notaba el odio que el humano le tenia al felino y en sus facciones el asco que le producia - En fin, tendrás que esperar aquí, la Jefa quiere verte personalmente.

El hombre de uniforme y lentes no entendía que le veía su querida Jefa a ese animal, porque sí, no es que fuera muy discreta como para disimular la fascinación que tenía por 310. Él muchas veces ha intentado llamar su atención y de invitarla a salir pero toda su concentración estaba en el animal frente a él y que odiaba con todas sus fuerzas y solo quería destruir.

-Que asco me das.

310 volvió a gruñir y aunque su cuerpo estaba adormilado intento zafarse de las cadenas que lo mantenían quieto en su lugar, no es que hablara mucho y en realidad no hablaba pero si entendía las palabras a su alrededor y lo que decían de él.

¿Asco? Asco le daba la escoria asquerosa frente a él.

-Te puedes marchar Smith, gracias por traerlo.

En la entrada de aquella habitación se encontraba la señora Mónica, una señora de unos cuarenta y cinco años rubia, delgada y alta que siempre andaba impecable, era la Jefa y dueña del experimento 310, era la que creaba las vacunas para el Felino.

...............................

Hola, holaaa. Bienvenidos a esta loca história y gracias por darle la oportunidad, por favor no olvides dejar tú voto ⭐ y comenta que te pareció el primer capítulo👀 Los leo. 🤓

En Multimedia les dejé una imagen de como me imagino a 310 🥺 ¿Que les parece nuestro Felino? Con la diferencia que en las uñas tiene garras 😌

Experimento 310.Where stories live. Discover now